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El hispanista Ian Gibson.
Ian Gibson, un español de Dublín

Ian Gibson, un español de Dublín

El hispanista reflexiona en 'Aventuras ibéricas' sobre el país que descubrió hace 60 años

Álvaro Soto

Lunes, 27 de marzo 2017, 00:15

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Ian Gibson es tan francófilo que hasta sueña en francés. Tras un verano en la ciudad de Tours, llegó a pensar incluso que su vida quedaría ligada a ese país. Pero en 1957, con 18 años, sintió un reclamo desde el otro lado de los Pirineos. Era la llamada de Federico García Lorca. «El 'Romance de la Luna' lo ha sido todo para mí», cuenta emocionado. Hoy, 60 años después de aquel viaje iniciático, el hispanista irlandés se explaya sobre el país que le acogió y al que tanto ama en su nuevo libro, 'Aventuras ibéricas. Recorridos, reflexiones e irreverencias' (Ediciones B).

La nueva obra de Gibson, que se lee de un tirón, empieza con dos citas, de El Quijote y de Lorca, toda una declaración de intenciones. «Me he recorrido España con mi furgoneta Volkswagen, un poco a la imagen de las aventuras de don Quijote», explica. Pero el centro de gravedad de Gibson está al sur, donde tantos anglosajones como él se quedaron deslumbrados en el siglo XIX. «Con la Giralda y la Alhambra, descubrieron Oriente en Occidente, y descubrieron también un país que estaba en guerra permanente. Eso era mucho más interesante que su país de origen, Reino Unido, que llevaba muchos siglos tranquilo», bromea el hispanista.

En 1965, Gibson estaba en España y todo el mundo le hablaba de Lorca. «Entonces decidí escribir la primera monografía sobre él», recuerda. Era una época oscura en la que, cuenta, «las paredes escuchaban y por eso todo el mundo hablaba en voz baja». «Pero como extranjero, sentía más libertad», asevera.

Mientras se empapaba de la cultura española, Gibson también analizaba a sus nuevos vecinos. «El único español frío que ha existido ha sido Francisco Franco. Me encanta que aquí la gente se toque y que te miren a los ojos, algo que en mi país casi está prohibido», sonríe.

Pero no todo es bueno. Gibson también ha sido testigo de las dificultades de España para afrontar su pasado cara a cara. «La memoria histórica es básica. El franquismo fusiló a más de cien mil personas. Hay que hacer un ejercicio de memoria», asegura.

«Como decía Machado, los españoles tienen que aprender a dialogar, porque aquí no se dialoga. Aquí en una conversación todo el mundo está esperando que el otro acabe para ponerse a hablar él. Por eso hay tanto ruido en los bares y en las calles», subraya. Un diálogo que debería empezar por los políticos, «incapaces de llegar a acuerdos», y que podría ser la solución para el problema catalán. ¿Y la corrupción? «Como aquí todo es provisional, el cargo público que llega al poder dice: 'Tengo cuatro años para robar'. En España se está siempre tejiendo y destejiendo», dice Gibson, que sueña con una República Federal Ibérica, con Portugal y que podría tener a Felipe VI de presidente «si la gente le vota».

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