Borrar
El escritor Xesús Fraga.
El difícil oficio de crecer

El difícil oficio de crecer

El escritor Xesús Fraga aborda en la novela juvenil 'Reo' la aventura de madurar en medio de un entorno hostil

Antonio Paniagua

Sábado, 19 de noviembre 2016, 02:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En una literatura juvenil plagada de magos y dragones, de zombis y apocalipsis varios, se agradece un soplo de realismo, de lo cotidiano, y más si este soplo viene envuelto en una historia que aúna la intriga con la realidad social y la novela de aprendizaje. Esto es lo que ofrece Xesús Fraga con Reo (Algar joven), la historia de un chico como tantos otros en un barrio como tantos de una ciudad cualquiera. O quizá no.

Xesús Fraga (Londres 1971) vive en Galicia desde su infancia y ha cultivado tanto la narrativa infantil y juvenil como la de adultos y con este libro ha obtenido los premios Raiña Lupa y el Fervenzas Literarias al mejor libro de literatura juvenil. El paro, la periferia de las grandes ciudades, el futuro sin futuro, los sueños de la adolescencia, la realidad que se cuenta a golpe de rap. Esto y mucho más son los elementos que maneja el autor para crear una historia real y emocionante, actual y eterna sobre el difícil oficio de crecer y madurar.

Peto es un chico normal que guarda un secreto: es el rey de los grafitis, un reinado que le arrebató al Virus, su gran rival. Pero esto está a punto de cambiar. Reo va a acabar en unos meses el instituto y con ello llegará la obligación de plantearse un futuro. Le falta poco para cumplir 18 años, la edad en que un grafitero puede ir a la cárcel. Eso es lo que le confirman en la comisaría cuando una noche es detenido mientras hace una pintada, una pota, como lo llaman ellos. La próxima vez no será una reprimenda, será el reformatorio y si ya es mayor de edad, la cárcel.

Pero Reo no está dispuesto a dejarse amedrentar. Es el rey, tiene que mantener su reinado, y más ahora que ha aparecido una nueva firma que intenta arrebatarle el liderazgo. Se trata de un tal Oni, que ninguno de sus amigos parece conocer y que él debe desenmascarar cueste lo que cueste.

Es entonces cuando Cora, una compañera de clase a la que adora en silencio, le ofrece la oportunidad de convertirse en un héroe. Porque Cora es brasileña y su madre quiere volver a Brasil donde le espera su marido, un marido que, por las insinuaciones de Cora, es un hombre violento. Así que Reo, como buen caballero andante, propone a Cora escapar de su madre, ir a la capital y buscar a un familiar de la chica que la acoja.

Pero esta aventura significará un antes y un después en la vida de Reo. Porque ambos son detenidos y devueltos a su casa y a Reo le ponen en una disyuntiva: o el reformatorio o cumplir el castigo que le imponga un profesor de su instituto, un tipo bastante enrollado que buscará una solución imaginativa para que Reo cumpla su castigo.

Son unos pocos días en la vida de los personajes de la novela, días extraños, difíciles, vertiginosos, un auténtico tránsito de la adolescencia a la madurez. La novela está narrada con una voz muy potente, muy auténtica, la de este Reo del que nunca llegamos a conocer el verdadero nombre porque su nombre de guerra, esa firma que aparece por toda la ciudad, es su razón de ser, su identidad real, su mundo. No me interesa que vean mi cara. Lo que importa es que vean mi nombre. Y cuantas más veces mejor. Por ello y porque esto es una guerra, lo mío es el bombardeo.

El autor aborda un tema muy controvertido y lo hace sin moralinas, sin juicios de valor, desde la mirada de esos chicos un poco al margen del mundo real, que buscan su propia voz a través del hip-hop y se pasean por el filo de la navaja de los grafitis.

Una novela sobre un mundo de polígonos, de discotecas abandonadas que sirven de refugio a los que no tienen otro lugar donde vivir, de fiestas desmadradas y chicos un poco perdidos. Porque lo que parece decir Xesús Fraga con su novela es que esos grafitis que tanto molestan son la consecuencia de la guerra contra el sistema, una guerra quizá mal planteada, pero inevitable. Tú y yo combatimos la misma guerra. Tu ganaste batallas, yo gané batallas, pero la guerra contra ellos no puedes ganarla.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios