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Goytisolo, con Carlos Fuentes y García Márquez, en 2008.
Viaje a Juan Goytisolo

Viaje a Juan Goytisolo

En una autobiografía, dentro de las 'Obras Completas', el escritor recuerda la pérdida de su madre y los hechos que marcaron su infancia

elena sierra

Lunes, 24 de noviembre 2014, 14:27

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Uno de los episodios más conocidos de la vida de Juan Goytisolo, y más recordados por el escritor catalán, es el momento en el que su madre desapareció de su vida, en plena Guerra Civil. Él se imagina a sí mismo diciéndole adiós desde la ventana de su habitación o al menos viéndola partir, aunque quién sabe si eso es sólo un recuerdo construido para pensar que hubo una despedida -reconoce el autor-. La mujer había dio a visitar a sus padres a Barcelona desde Viladrau, pueblo en el que había una gran colonia de refugiados y donde ella estaba viviendo junto a su marido y sus cuatro hijos. Su costumbre era ir a ver y acompañar a sus padres cada dos o tres semanas, pues la pareja se había quedado sola en la ciudad tras la marcha de familiares y amigos a zonas más seguras ante los ataques aéreos.

Ese 17 de marzo de 1938, salió de casa al alba. Fue a la estación y fue como ir «hacia la ausencia definitiva de nosotros mismos y de ella: la abolición, el vacío, la nada», escribe Goytisolo en 'Coto vedado', uno de los volúmenes autobiográficos que Galaxia Gutemberg y Círculo de Lectores han reimpreso en el marco de las Obras Completas del autor: siete tomos, de los que el quinto recoge este Coto vedado y otros dos capítulos autobiográficos además de los Viajes al mundo islámico repartidos en Estambul otomano, Aproximaciones a Gaudí en Capadocia y Otros textos.

Dos días estuvieron esperando a que volviera. «Cómo ocurrió su muerte, en qué lugar exacto cayó, adónde fue trasladada, en qué momento y circunstancias la reconocieron sus padres, es algo que no he sabido nunca ni sabré jamás», describe Goytisolo. Sólo sabe que en la buhardilla quedaron abandonados los regalos que llevaba consigo cuando la pilló el bombardeo: una novela rosa para su hija, unos libros para José Agustín y Juan, unos muñecos de madera para el pequeño, Luis.

Goytisolo sabe también qué vino después. El cambio y la ruptura que la guerra en sí misma no había producido. Empezó con la vida con sus abuelos maternos, durante un tiempo. El abuelo abusó sexualmente de él, y por eso el padre los echó de casa y la abuela terminaría muriendo desmemoriada poco después. Al parecer, esa afición del señor por los chavales venía de antiguo y había sido ya motivo de escándalo años atrás. El padre, enfermo desde la temporada que pasó en la cárcel por burgués y derechista en una Barcelona republicana, estaba en cama, incapaz de ocuparse de la casa y mucho menos del trabajo. Así que la primera mujer que se encargó de poner orden en la familia acariciaba la idea de convertirse en la señora oficial del lugar, cosa que a los críos no les hacía mucha gracia.

Juan Goytisolo describe en sus memorias cómo la inactividad y la mala salud del padre, aunque fuera obligada, le hizo sentir rechazo por él; también sus ideas rancias y conservadoras, que sólo le permitían tachar de odiosas las que tenían sus hijos y vivir «preocupado y ansioso» porque pudieran acabar en la cárcel -enseguida al protagonista de estas memorias le calificará el régimen de «activista antiespañol»-. El desprecio Juan no lo pondrá en palabras, no se permitirá hacerlo, hasta este análisis autobiográfico.

El abuelo y el padre murieron el mismo año, en tan sólo cinco meses. Acudió a la agonía y el entierro y corrió de nuevo a viajar. Cuando sus hermanos le comunicaron que la mujer que les había cuidado durante décadas también se moría, huyó a Tánger, el paraíso marroquí donde ya tenía su vida tras haber pasado por París. «... hallar momentáneo refugio en casa, digerir la abrumadora nueva, ahogar la pugnaz culpabilidad, subir en busca de hachís o maaxún a la sombra propicia de la alcazaba». La infancia definitivamente se cerraba y en la lejanía era más sencillo asistir al drama.

Para entonces, en 1964, Juan Goytisolo (Barcelona, 6 de enero de 1931) tenía ya 33 años, cierta fama como rebelde antifranquista y reconocimiento como escritor, conseguido tanto por varios artículos y reportajes publicados en medios franceses y en alguna revista española como por un buen puñado de libros: Juegos de manos, Duelo en el Paraíso, la trilogía El mañana efímero (El circo, Fiestas y La resaca), La isla, La Chanca y los relatos Para vivir aquí y Fin de Fiesta. Tentativas de interpretación de una historia amorosa.

Relaciones

Como hay que interpretar su historia amorosa con Monique Lange, su esposa, fallecida en 1996 -año en el que el escritor fija su residencia en Marrakech-. Atraído por los hombres desde joven, aunque en aquella época más que ahora uno se tenía que negar a sí mismo, Monique fue aquella con la que venció su incapacidad para relacionarse con las mujeres. Esta relación no sólo supuso en cierta medida un descanso emocional para él, que no se escondía ante su mujer, sino también la posibilidad de entrar en el mundillo literario francés, pues Monique era íntima amiga de Jean Genet.

Ella fue la manera de no condenarse a vivir como lo había hecho su abuelo, oculto. «La idea de seguir sus huellas, de resignarme a una existencia miserable y deshecha fue el mejor antídoto de mis dudas y vacilaciones el día en que, de forma no enteramente imprevista, me hallé en la situación antinómica de vivir una intensa relación afectiva con Monique y descubrir una felicidad física ignorada hasta entonces con un albañil marroquí inmigrado temporalmente a Francia», escribe en Coto vedado. Ella fue quien narró su experiencia en Les poissons-chats, una novela sobre el amor de una mujer por un hombre homosexual. Esta lectura hizo al abuelo abusador romper a llorar y hablar del pecado, de la ofensa y de lo horribles que eran las pasiones a las que el protagonista, su nieto, sucumbía.

Las letras han sido también el medio de expresión de Goytisolo. Ensayo, narrativa, reportaje, literatura de viajes y memorias, cualquier tipo de comunicación escrita tiene sentido para un hombre que defiende la periferia de la civilización occidental como el lugar desde el que vivir y escribir, analizar y decir. «Castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en Norteamérica, nesrani en Marruecos y moro en todas partes», así le han definido y se define.

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