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El periodista y escritor Juan José Millás, autor de 'La mujer loca'.
Millás en estado puro y por triplicado

Millás en estado puro y por triplicado

Autor, protagonista y narrador de 'La mujer loca', el escritor explora en su nueva e inquietante novela los difusos límites de lo real y lo imaginario

MIGUEL LORENCI

Viernes, 21 de marzo 2014, 10:26

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Meterse en los zapatos de Juan José MiIlás (Valencia, 1946) es un agotador y complejo desafío. El narrador y periodista vive en un permanente conflicto, dudando de su identidad, su trabajo, y su existencia. Permanece en tensión entre la realidad y la irrealidad, a caballo entre la consciencia y la inconsciencia, la certeza y la incertidumbre, en el filo entre lo verdadero y lo falso. Una situación «muy común» que lleva al extremo en su última novela 'La mujer loca' (Seix Barral) en la que Millás es uno y trino. No engaña a nadie y ofrece desde el principio las claves de su juego literario de máscaras, espejos, fantasías e identidades dudosas «de mentiras muy verdaderas».

Para desconcierto y disfrute de unos lectores que se liarán con el lío, se multiplica por tres y Millás es a la vez autor, protagonista y narrador de una novela que, como tantos de sus escritos, evidencia como «muy a menudo la copia puede ser mas autentica que el original». Como «la imaginación, los sueños y la fantasías son tan reales, o más, que la propia realidad» y como «la vida y la muerte están indisociablemente ligadas, por más que nos empeñemos en desterrar a la muerte de nuestras vidas».

«Es una novela que miente y que, por tanto, es muy verdadera» plantea el trifásico y desconcertado Millás, que por la extraña vía del desdoblamiento superó un perdurable e incómodo bloqueo. «Estaba en un momento de sequía creativa. No me propuse, ni mucho menos hacer una rareza, pero la novela, que parecerá rara, surgió de la imposibilidad de escribir una novela», explica. «Sufría un tremendo cansancio de la ficción pero, paradójicamente, la única manera para vencer al desánimo era escribir; cuando me puse a ello el único personaje posible era yo, o quien creía ser yo», justifica Millás un múltiple desdoblamiento «que no era posible de forma retórica de no ser real».

Nos encontramos así a un Juanjo Millás que llega a una casa en la que una mujer enferma espera que se le practique la eutanasia. Han llamado al Millás reportero para que testimonie el final de la vida de la mujer y alimente el debate sobre el derecho a morir dignamente. En esas circunstancias el Millás informador se tornará en narrador al cruzarse con Julia, una mujer loca, realquilada en la casa, que dice verdades como puños y cuyo mundo aparentemente irreal «es totalmente real». «Lo que llamamos real viene determinado por lo que llamamos irreal y la realidad real es el resultado de la actividad de la realidad irreal», propone juguetón.

Así lo contará el relato que firma Juan José Millás y protagoniza y narra alguien con el mismo nombre, que no sabe bien quien es y si escribe un reportaje o un novela. «Los límites no están claros; se han borrado las fronteras entre el reportaje y el relato, como entre lo real y lo irreal, que vienen juntos de serie, como la muerte viene con la vida», explica Millás «sin querer ponerme metafísico». «En esta novela exploró la relación entre el original y la copia, que ahora quizá tiene más mérito que el original. Una diferencia entre lo verdadero y lo falso que cada vez es más difusa difícil de establecer, como en esas fábricas que hacen los vaqueros auténticos y los falsos, diferenciados solo por un detalle de la etiqueta».

Insiste Millás en que no hace otra cosa que buscar la verdad desde la mentira «que es lo que la literatura viene haciendo desde el alba de los tiempos, desde mucho antes que existiera la escritura». «Históricamente la verdad nos ha llegado a través de la ficción: la tradición oral servía para trasmitir una información preciosa y esa función se mantiene hoy a través de la literatura, que es una representación, un falseamiento muy real de la verdad». Lo sostiene un Millás de carne y hueso y de ficción a la vez «empeñado en hacer un novela falsa, protagonizada por Millás y que narra Millás» convencido de que «la mentira es a menudo más clara y convincente que la verdad». Una dualidad encarnada en Julia, un chica que trabaja en una pescadería y que siente en su cabeza la visita de palabra extrañas y frases que le piden consejo y las que responde diciendo que «hay gente que dice esto y lo otro».

«Los locos ven la trastienda de ese consenso que llamamos realidad y que se construye con materiales falsos y eso nos intranquiliza» apunta un Millás que no se tiene por un bicho raro. «Todos estamos en el mismo mundo dual y no montamos películas cuando vamos en el metro y pensamos que el jefe habrá muerto cuando lleguemos a la oficina. Pero somos seres normales que de noche regresan a casa, besan a los niños, cenan y se van a la cama y tienen sueños muy reales». «Todos nos contamos una historia en la que somos el personaje, y nos vemos desde fuera», concluye el escritor.

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