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Sorogoyen borda un 'thriller' cañí y brillante en un Madrid de pesadilla

'Que dios nos perdone' transcurre en el tórrido verano de 2011, durante el 15M y la visita del Papa

O. BELATEGUI

Martes, 20 de septiembre 2016, 09:54

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El cine de género vive un momento dorado en España. Si hasta ahora solo Enrique Urbizu parecía dominar las claves del 'thriller', de repente le han salido competidores por todos los lados. 'Tarde para la ira', de Raúl Arévalo, ya está en los cines después de conquistar a la crítica por la madurez que demuestra el actor en su salto a la dirección. Este viernes se estrenará 'El hombre de las mil caras', un nuevo acercamiento a las miserias de España a través de la intriga de Alberto Rodríguez, que ya deslumbró con 'La isla mínima'. Ayer, un chaval de 30 años, Rodrigo Sorogoyen, apabulló en San Sebastián con otro 'thriller' brillante y cañí.

'Que dios nos perdone' no cuenta nada que no hayamos visto en otras películas de policías antitéticos en pos de un psicópata. Pero lo hace tan bien y en un paisaje tan reconocible que no queda sino quitarse el sombrero ante el desparpajo y el oficio de Sorogoyen, al que los productores empezaron a llamar por la singular 'Stockholm'. La cinta está ambientada en el tórrido verano madrileño de 2011, cuando el 15M aún coleaba en la Puerta del Sol y la ciudad se llenó de un millón y medio de jóvenes peregrinos llegados de todo el mundo para ver al Papa.

Unos días abrasadores y caóticos en los que un asesino en serie de ancianas pone en jaque a dos agentes de policía que no pueden ser más diferentes. Antonio de la Torre borda al cerebro de la pareja, un tipo apocado y tímido, fruto de su tartamudez, que se tumba en el suelo en la misma posición de sus víctimas para empaparse de la escena del crimen. El detalle de meterse la punta de la corbata en el pantalón cuando se inclina ante un muerto en la morgue da cuenta del celo con el que el actor malagueño ha abordado su personaje. Roberto Álamo da vida a su temperamental compañero, una bestia parda que ha dejado tuerto a otro policía en una pelea y cuyo trabajo pende de un hilo debido a sus arranques de ira. Dos tipos solitarios por distintas razones, uno porque le cuesta relacionarse con las mujeres y otro porque su vida familiar es un desastre. Son muy buenos en su trabajo, cada uno a su manera.

Se mueven por un Madrid de pesadilla, el mejor retrato de la ciudad visto en cine desde 'El día de la Bestia', de Álex de la Iglesia. De las putas de la calle Desengaño a las señoras bien en las cafeterías del Barrio de Salamanca, 'Que dios nos perdone' muestra una urbe corrupta y malsana, donde el peso de la religión tiene consecuencias macabras. Una suerte de 'Seven' entre bares con carajillos y serrín en el suelo.

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