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Vargas Llosa presentó ayer su última novela. :: EFE
Réquiem de Vargas Llosa por el periodismo

Réquiem de Vargas Llosa por el periodismo

«Detesto salir en el Hola y adoro estar en La Pléiade», dice el escritor, que regresa a la novela con 'Cinco esquinas'

MIGUEL LORENCI

Miércoles, 2 de marzo 2016, 08:35

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Corren tiempos infames para el periodismo y la cultura. Tanto, que quizá ambos estén tocados de muerte. Así lo cree, y lo lamenta, Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936), premio Nobel y Cervantes que entonó su particular réquiem por el oficio «banalizado y trivializado» al que aún ama. Los dijo al presentar su nueva novela, 'Cinco esquinas' (Alfaguara), un apasionado y lúcido alegato contra el periodismo amarillo y facineroso. También una radiografía de los últimas boqueadas de la cruel dictadura de Alberto Fujimori en un Perú sacudido por terrores de todo signo. Y una defensa de las pasiones vitales «del sexo, que es una tabla de salvación cuando impera la violencia y el terror».

A punto de cumplir ochenta años, el mejor y más vital Vargas Llosa vuelve con una novela potente. El amor le desafió, aceptó el reto, y está en una nueva fase de su vida. Pero su peripecia emocional al lado de Isabel Preysler se superpone a la literaria. La presentación de su novela ayer en la Casa de América parecía más propia de una estrella del rock. Y bien que incomoda a un Vargas Llosa que se dice disgustado por pasar de las portadas de los suplementos literarios a las de las revistas del corazón y que soporta con desagrado el acoso de la prensa rosa.

«No me gusta salir en la portada del Hola», aclara sin perder la cortesía y reconociendo que la revista es «un fenómeno único en el mundo». Por contra «adoro estar en La Pléiade y cuando supe que me incluirían fue el día más feliz de mi vida como escritor». «Me conmovió mucho más que recibir el Nobel», reconoce encantado de figurar en la legendaria colección de clásicos. Recordó a la difunta Carmen Balcells, quien en su última cena juntos le entregó la carta del editor Antoine Gallimard con la buena nueva. «Nada puede entusiasmar más al afrancesado que soy desde joven», se ufana el que será, con ocho novelas, el primer autor hispano vivo publicado en la mítica colección del sello francés, que celebra así los ochenta años que el escritor y académico cumple el próximo 28 de marzo.

'Cinco esquinas' arranca con la inesperada pasión que se desata entre dos viejas amigas que se convierten en amantes. Pero lo que parece una novela de alto voltaje erótico, deriva pronto en un thriller político y detectivesco en el que se denuncia la connivencia entre el poder corrupto y dictatorial y el periodismo mercenario que calumnia, acosa y derriba a opositores por imposición dictatorial.

«Fujimori usó la prensa amarilla de forma sistemática. Montesinos la creó, pagó, y sostuvo y escribía titulares para ensuciar, silenciar o eliminar a los críticos del régimen acusándoles de depravación sexual», explica Vargas Llosa sobre aquellos años de plomo en Perú. «Imperaba el terror y no sabías quién te iba a matar; podía ser el ejército, Sendero Luminoso, Túpac Amaru o la delincuencia común que usaba la política como un biombo», denuncia.

«El baño de mugre fue muy eficaz. Era una manera astuta y vil de acabar con los opositores y creo que ninguna otra dictadura haya utilizado la prensa amarilla de forma tan eficiente», asegura el escritor. En esa historia juega un papel crucial una siniestra publicación, Destapes, paradigma de lo peor de un oficio que Vargas Llosa ve en estado casi agónico. «Comencé de niño y salvo por sociedad, pasé por todo: política, deporte, radio y televisión. Es una aventura estimulante, pero me apena la deriva que está tomando», lamenta. Cree que «el periodismo es, como la cultura, víctima de la banalización, la trivialización y el espectáculo». «Es hoy un entretenimiento sin límites que se sirve del escándalo y husmea en la basura humana en busca de contenidos para un público ávido y creciente que la demanda», añade.

Asegura que su amargura por el galopante sensacionalismo no tiene nada que ver con su «no buscado» protagonismo en el papel cuché. «No me he cambiado de acera», dice. «Se supone que me gusta aparecer en el Hola y no es así. Aparezco por razones de tipo personal, cuando detesto estar en ese tipo de revistas. Me hace perder el tiempo y coarta mi libertad», insiste un Vargas Llosa que se siente «vigilado y perseguido por los fotógrafos» pero que ha posado para varias portadas aunque «preferiría salir solo en revistas literarias».

Y eso que respeta el fenómeno de una revista como Hola «que tira un millón de ejemplares solo en España, cuando los periódicos serios del mundo caen en picado». «Es el único periodismo que crece y, eso es un problema cultural muy grave que deberíamos confrontar con sensatez. Lo único que se puede hacer para salvar esto es buscar siempre la verdad, que los periodistas prefieran la verdad a la mentira», afirma.

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