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Vista general de la exposición 'Maestros españoles del Hermitage', en Ámsterdam.
La pintura que sedujo a los zares

La pintura que sedujo a los zares

Velázquez, El Greco o Goya, los tesoros españoles del Hermitage, viajan de San Petersburgo a Ámsterdam

Miguel Lorenci

Sábado, 28 de noviembre 2015, 08:16

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Una constelación de grandes maestros de la pintura española brilla en la sucursal del Hermitage en Ámsterdam. Son telas de Velázquez, El Greco, Ribera, Zurbarán, Murillo y Goya. Una portentosa selección de las pinturas que en su día sedujeron a Catalina la Grande y a los zares. Las adquirieron para las colecciones reales y ahora viajan del mastodóntico Museo de San Petersburgo a la capital holandesa, de donde muchas partieron hacia Rusia en el siglo XIX.

Del Siglo de Oro a los albores del cubismo, Maestros españoles del Hermitage, comisariada por Marlies Kleiterp, reúne 120 obras. Incluye casi sesenta pinturas, además de una rica colección de medio centenar de estampas goyescas, joyas fabulosas, objetos suntuarios, muebles y armas. «Es la mejor selección de arte español que ha recalado en Holanda, con especial atención al Siglo de Oro, apenas representado en las colecciones de los museos holandeses», asegura Kleiterp, directora de exposiciones del Hermitage de Ámsterdam.

El museo ruso dispone en San Petersburgo de la mayor y más variada colección de arte español fuera de nuestro país. Cuenta con más de 160 pinturas, de las que el grueso está en la exposición holandesa. Las primeras piezas fueron adquiridas por Catalina II, la Grande (1729-1796), temprana admiradora de Murillo, Velázquez o Ribera. A ella se debe que la primera galería de pintura española en toda Europa se inaugurara en Rusia, base de una colección que se amplió luego a través de compras, herencias, legados y donaciones.

Tras su victoria sobre Napoleón, el zar Alejandro I adquirió durante una visita a Ámsterdam en el verano de 1814 una espectacular serie de cuadros españoles al banquero William Coesvelt, que había trabajado en Madrid para la firma Hope & Co. Compró el zar 83 obras, de las que 16 se exhiben en Ámsterdam. Entre ellas el legendario retrato de Velázquez del Conde Duque de Olivares.

Tiempo después llegarían al Hermitage los lienzos de la colección de Manuel de Godoy subastada en París y otras joyas expoliadas durante la Guerra de la Independencia. La última gran adquisición fue Retrato de la actriz Antonia Zárate, un soberbio Goya pintado hacia 1810 y donado por un coleccionista estadounidense en 1972 y uno de los hitos de la muestra.

El Hermitage formó así su fabulosa colección de arte español que incluye a todos los grandes genios. Entre las obras maestras que recalan en la capital de los canales hasta la próxima primavera destacan los apóstoles Pedro y Pablo pintados por Doménikos Theotokópoulos entre 1587 y 1592; el retrato de Velázquez Cabeza de un hombre de perfil, fragmento de un lienzo de casi perdido y una obra temprana, datada hacia 1616, y el soberbio Conde Duque de Olivares retratado hacia 1638.

Hay cinco murillos, entre ellos una Inmaculada Concepción realizada en torno a 1680, un San Jerónimo y el ángel (1626) de Ribera, y un San Fernando de Zurbarán, que formó parte del retablo en la iglesia del monasterio de La Merced Descalzas de Sevilla (1630-34).

No faltan obras de discípulos y de pintores posteriores como Antonio Pereda, Luca Giordano, Ignacio Iriarte, Mariano Fortuny, José Villegas Cordero o Ignacio Zuloaga, presente con cuatro grandes telas, hasta llegar a Goya y Picasso. Se exhiben 56 estampas de cinco series de obra gráfica del genio de Fuendetodos. Además de un pequeño grupo de los primeros aguafuertes sobre la base de obras de Velázquez, están Los Caprichos, Los desastres de la guerra, La tauromaquia y Los disparates.

El genio picassiano cierra la muestra con una sección especial en la que brilla la poco conocida y temprana Naturaleza muerta con recipientes de vidrio (1906), un bodegón que entronca con la mejor tradición española del género y que aparece junto a piezas de cerámica y cristal. El gouache El niño con un perro (1905) una maravilla de la época azul de un Picasso.

Una de las estrellas de la exposición es un espectacular colgante, pieza única realizada en España entre 1580 y 1590 con enormes esmeraldas colombianas y diamantes. Con apenas diez centímetros, tiene la forma de una carabela que recuerda el descubrimiento de América. Perteneció a la colección de Catalina la Grande y está considerada como una de las piezas más valiosas de la colección del Hermitage. Esta pieza se exhibe junto a un fetiche azteca de oro, una campana que recrea a un guerrero ataviado como un águila y que nunca antes había salido del Hermitage.

Hay también en la muestra espadas de Toledo de increíble belleza, suntuosas armaduras, un estoque y la daga del Pedro del Toro, pistolas catalanas de Ripoll, bargueños y mobiliario y enseres muy diversos.

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