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El Munch oculto por 'El grito'

El Munch oculto por 'El grito'

El Museo Thyssen libera de estereotipos al genial artista noruego en una muestra que recorre sus pasiones y obsesiones

Miguel Lorenci

Sábado, 10 de octubre 2015, 07:34

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La extensa y variada obra de Edvard Munch (1863-1944) quedó aplastada por uno de sus pequeños cuadros tempranos, 'El grito', obra de 1893 y acaso la pintura más icónica de la historia junto a 'La Gioconda'. Tal es su potencia, que redujo a Munch al estereotipo del pintor de la angustia, la alienación y el aislamiento. El Museo Thyssen libera ahora al genial creador noruego de esa cárcel del lugar común y muestra la grandeza y la modernidad de Munch en su verdadera y múltiple dimensión a través del resto de su magnífica obra en 'Arquetipos'.

Es un catálogo de pasiones y obsesiones que permite descubrir al Munch oculto, un gran creador que en su viaje del simbolismo al expresionismo pasó por muchas etapas, algunas de ellas muy vitalistas, y que a pesar del anclaje autobiográfico y existencial de su pintura «fue un pionero en expresar sentimientos universales».

Así lo sostiene Paloma Alarcó, comisaria de la muestra junto a Jon-Ove Steihang, que no lamenta que entre las 80 piezas que ha logrado reunir el museo -54 pinturas y 24 grabados-, no esté ninguna de las cuatro versiones mayores de 'El grito'. Son dos pasteles y dos óleos, de los que tres están en Noruega y uno en Estados Unidos. «Es una pieza muy impactante y angustiosa, pero que ensombrece el resto de su obra» dice Alarcó, que afirma que «es mejor conocer a Munch sin 'El grito'».

La muestra sí cuenta con una pequeña litografía de la icónica obra, realizada en 1895, fruto de las series en distintos soportes habituales en el trabajo de Munch y cedida por el Metropolitan de Nueva York. «Disponer de uno de los otros cuatro 'gritos' no habría cambiado la esencia de la muestra. Lo habríamos puesto al lado de la litografía en la sección dedica al pánico sin alterar el discurso», dice Guillermo Solana, director del Thyssen. Pone al mal tiempo buena cara y asegura irónico «que lo bueno es que su ausencia permitirá al visitante traer una foto en el móvil y compararlo con el resto de las obras de Munch, lo que supondrá un descubrimiento y una revelación».

En efecto, la ausencia de esta obra no resta un ápice de interés a una muestra que marca un hito, la primera que se dedica en España al pintor noruego en las últimas tres décadas, y que revela en toda su dimensión en el genio proteico, inestable e innovador de uno de los padres del arte moderno junto a Van Gogh y Gauguin. Un pionero en inmortalizar plásticamente los temas más universales sobre la vida, el amor, el deseo, los celos, la angustia, la soledad, la melancolía y la muerte. Quiere Solana que con esta exposición «se descubra y se comprenda sin estereotipos todo lo que queda oculto». «Que aflore el gran iceberg que es la obra de Munch que la cultura de masas, que todo lo 'iconifica', ha reducido a 'El grito' y nos presenta un Munch recortado y convertido en una caricatura», lamenta Solana en tono más grave.

Trató hasta el último momento de conseguir el préstamo de la versión del 'El grito' de la colección de un gran financiero de Estados Unidos, «pero fue imposible». Tampoco lo lamenta Solana, que cree, como Alarcó, que su ausencia «permitirá comprender mejor la complejidad de un pintor como Munch, activo casi hasta el final de sus ochenta años de vida y a quien es un sacrilegio reducir a la primera época».

Fue entonces cuando pintó 'El grito', que le etiqueta como el pintor de la angustia y la alienación, «pero hay un Munch muy vital con muchas idas y venidas; un genio que, como Van Gogh, se juega la vida con su obras pero que consigue sobrevivir», dice Solana. «Es un pintor radicalmente moderno y la muestra quiere ofrecer esa visión de conjunto que le ha negado la historia y los estereotipos», insiste Solana elogiando piezas como 'El beso', 'Madonna', 'El vampiro' y 'Melancolía'.

La de Munch fue una vida en el filo de la navaja, marcada por los problemas psiquiátricos, los excesos alcohólicos y las crisis emocionales. Bohemio tildado de desequilibrado y misógino, se tiende a explicar su obra en clave biográfica, otro de los estereotipos que la muestra quiere combatir. «Parece que sus cuadros estén ligados a su problemas emocionales, pero Munch entiende la pintura como una manera de tender puentes con sus semejantes, de conectar con el espectador y compartir sus sentimientos a través de la pintura», explica Solana.

«En mi arte he intentado explicarme la vida y su sentido y también he pretendido ayudar a los demás a entender la suya», escribió Munch, que reconoce, eso sí, que «enfermedad, locura y muerte fueron los ángeles negros que velaron mi cuna». Así figura en uno de los textos recogidos en 'El friso de la vida', libro que ve a luz coincidiendo con la muestra. Atormentado, enfermo, intoxicado, antiburgués, con aversión al compromiso y aislado a veces, «lo que de verdad quería era compartir sentimientos, de modo que su pintura no es biográfica, sino universal», apostilla Solana.

Dividia en secciones como 'Melancolía', 'Pánico', 'Muerte', 'Mujer', 'Melodrama', 'Amor', 'Vitalismo o 'Desnudos', 'Arquetipos' abunda en la obsesiones del pintor, que tuvo en la repetición uno de su grandes instrumentos creativos. «Dio a cada versión, de distinta técnica, un nuevo significado y se ve con claridad en series como 'El beso'», destaca Paloma Alarcó.

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