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En su taller de Monesterio, ultimando el cerdo de cielo azul y skyline para la Iberian Pork Parade. :: J. M. R.
«Cuesta mucho trabajo llegar a lo que aspiras»

«Cuesta mucho trabajo llegar a lo que aspiras»

A. G.

Domingo, 24 de mayo 2015, 09:26

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Acaba de llegar de China, descansa en Monesterio y tiene previsto empezar la semana en su estudio de Madrid. Su actividad artística se apoya en su vitalidad.

¿Sigue enfrentándose igual que al principio de su carrera al proceso creativo?

Sí, en el fondo supone digerir el sufrimiento y el gozo, el éxtasis y el abatimiento. Por eso todavía no estoy completamente satisfecho de un cuadro. Quizá por eso siga intentándolo. Resulta muy complicado llegar a aquello a lo que aspiras.

¿Y las críticas?

Los artistas tenemos mucho ego. Somos nuestros principales jueces, lo que digan los demás no nos sirve. Aunque todo el mundo te felicite porque has terminado una maravilla, si a ti no te gusta, no lo disfrutas. Es la lucha interior de uno mismo la que tienes que aprender a llevar y a la que respondes.

Le he escuchado hablar mucho de sus viajes. ¿Sigue viajando?

Hace poco pasé por Pekín para impartir clases magistrales en una universidad y por otras ciudades de China donde van a exponer parte de mi obra. No tengo pereza de moverme de un sitio a otro. Todo lo contrario, lo disfruto.

¿El arte sigue siendo elitista?

No. Ni mucho menos. Sobra eso de decir: 'Yo es que no entiendo'. Nadie entiende el canto del ruiseñor y gusta. No hace falta someterse a unas reglas y aprenderlas para decir ya sé de arte. El arte, como el jamón ibérico, le gusta a todo el mundo. Hasta el más ignorante, cuando hay algo bueno vibra y cuando se topa con algo sin sentido lo rechaza. Un Velázquez o un Goya le gusta a todo Cristo.

¿Y ha cambiado la forma de verlo?

Cada persona se identifica con una obra de una forma distinta, según su temperamento y su sensibilidad. Cuando alguien se detiene ante una bora también pone en marcha su creatividad. En España hay una educación histórica por el referente de los grandes pintores. De aquí han salido y siguen saliendo los mejores del mundo.

Rompe usted el tópico del artista que vive en un mundo paralelo.

No vivo en un mundo paralelo, pero es cierto que me cuesta salir de mi santuario, de mi estudio. No soy de moverme mucho en los ambientes artísticos, pero a veces te sientes cómodo compartiendo inquietudes, aunque soy muy feliz tomando una copa con mis amigos el taxista y el herrero en la romería de San Isidro de Monesterio. Me sigue enriqueciendo eso.

¿Trabaja mucho en Monesterio?

Tengo un estudio, pero es más un sitio de recreo. De aquí me fui muy joven, pero ahora tenemos una casa y venimos a menudo. Yo echo de menos los pueblos de antes. La vida estaba en las calles, hoy casi no ves a nadie y los bares sólo se llenan para el fútbol. Se han perdido los locos divinos, los personajes de pueblo que resultaban tan divertidos.

¿Y rompe el tópico de artista 'antideporte'?

Por su puesto. No sé por qué se piensa que la gente del arte no valemos para el deporte. Siempre he jugado al tenis y tengo un buen revés. En la milicia universitaria era el más rápido en los cien metros.

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