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Ángel Manuel Gómez Espada, poeta::
«Estamos viviendo en una dictadura»

«Estamos viviendo en una dictadura»

Ángel Manuel Gómez Espada, poeta. El columnista de HOY presenta mañana en la librería Tusitala de Badajoz, a las 20.00 h, su último poemario, 'Los hijos de Ulises'

Antonio Chacón

Miércoles, 8 de abril 2015, 07:17

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«Somos los hijos de Ulises / Los que nos quedamos custodiando el secreto de / Ogigia, / La generación perdida que dejó de lado la trashumancia y los problemas. / La leyenda dice que las multinacionales nos contrataron como conejillos de indias». Con estos versos comienza el último poemario de Ángel Gómez Espada, en el que este aedo y agorero murciano de nacimiento y pacense de adopción pinta un panorama negro del mundo que estamos dejando a nuestros hijos y nietos. Pero el también autor de 'Cocinar el loto' pretende que sus malos augurios no se cumplan, que sirvan de aviso para navegantes.

¿Por qué ha titulado su último poemario 'Los hijos de Ulises'?

Juego con la idea grecolatina de que los hijos heredaban los castigos divinos de los padres. Y en el libro me concentro en cómo va a quedar el mundo por los castigos que van a heredar nuestros hijos y nietos a consecuencia de lo que estamos haciendo ahora con él.

¿Y cómo va a quedar el mundo?

Muy mal (risas). El poemario no es nada optimista. Pero yo de optimista, lo justo. El hombre es el máximo culpable de lo que está pasando y de lo que va a pasar. Estamos viviendo los últimos años con recursos más o menos ilimitados en ciertas cosas y eso va a crear una serie de consecuencias nada halagüeñas.

¿Estamos a tiempo de cambiar?

El libro pretende precisamente eso, ser una especie de explicación para esa generación que está en el instituto hoy en día, que pasado mañana se va a ver envuelta en esa maravillosa reforma de la Lomce que han perpetrado. Es un mapa para decirles: «Si esto es lo que va a pasar, estamos en el momento de intentar que no ocurra, de salvarnos». Nuestra generación ya no es la que puede hacer eso, no queremos, no nos interesa. Ellos si pueden ser la generación que lo haga.

Entonces piensa, como Gabriel Celaya, que la poesía es un arma cargada de futuro.

Completamente. Se piensa que solo se escribe poesía recordando el pasado, como hago en 'Cocinar el loto', pero 'Los hijos de Ulises' busca que no ocurra ese futuro sobre el que somos pesimistas. La idea del libro es que el futuro siempre se puede cambiar.

¿Qué puede aportar la poesía para cambiar el mundo que no aporta la política ni la economía?

No es la política, no son los políticos nuestros máximos enemigos ni a quienes tenemos que cambiar el chip, somos nosotros a través de la educación los que tenemos que cambiar las cosas. Por eso hay tantos problemas con la educación, nos la transforman tanto, nos la encarecen, nos la quieren borrar del mapa o disfrazar, para hacer que la gente no se emocione. Debemos concienciarnos de que es la educación lo que nos va a salvar.

¿Cómo debería ser el sistema educativo?

Los sistemas educativos son cada vez más rancios. Deberían enseñar a emocionarnos, a que aprendamos a amar las cosas. Si yo no sé manifestar los sentimientos, emocionarme con una puesta de sol, un poema o algo que nos llame la atención voy a ir perdiendo categoría como ser humano.

Sin embargo, la poesía sigue siendo un arte minoritario.

Eso es porque concebimos la poesía como un arte literario, cuando la poesía, insisto, es la capacidad de emoción. El primer arte es la poesía y de ahí derivan todos. Una sinfonía de Beethoven es poesía. Una escultura de Rodin es poesía. Un cuadro de Manet es poesía. Es algo que nos emociona.

¿Es un modo de entender la vida?

Sí, sí. Sin poesía no hay vida, eres en lo que nos quieren convertir realmente, en autómatas. Somos siglas que estamos en una isla, que puede ser real o virtual, porque tu trabajo, Facebook o Internet son islas. Intentan aislarnos cada vez más. La única manera que tenemos de salir de ahí es a través de la educación. Porque la primera necesidad que tiene el hombre es la de expresar sus emociones, y tenemos que saber expresarlas. Esa es la semilla para crear poesía.

¿Paradójicamente, en nuestra sociedad hiperconectada cada vez estamos más aislados y somos más analfabetos emocionales?

Somos analfabetos emocionales completamente y no nos damos ni cuenta. Pensamos que porque ponemos fotos de gatos y perros o 'Save the Children' en internet estamos llegando emocionalmente a la gente. Eso es falso completamente.

Pero ¿las redes sociales e internet no ayudan a comunicarse?

Internet se crea como arma de guerra. Lo inventó la CIA. Los gobiernos trafican datos con las empresas.

O sea, ¿el verdadero objetivo de internet es el control?

Por supuesto. Pero es un control dulce. Cómo es posible que con todo lo que ha pasado en España en los últimos tres años la gente no esté rompiendo escaparates todos los días, o no estemos todos en cada desahucio haciendo piña. ¿Por qué? Porque nos han dicho: «No salgas a la calle a quejarte, pero toma internet, que ahí puedes decir todo lo que tú quieras y no hay ningún problema».

¿La poesía tiene ideología?

Ha de tener ideología, entendida como pensamiento concreto y crítico. Toda emoción tiene ideología. Todos podemos ver una obra de teatro o película y sentirla de manera diferente.

¿Un poeta puede ser conformista?

No, un poeta que es conformista no es poeta, porque ni se escribe bien a la primera ni una obra madura de la noche a la mañana, tiene un proceso.

¿Un poeta puede ejercer un cargo público o político?

Un artista puede ser gestor político, pero se quema y se sale en seguida. En esa mentira constante en que se vive en política, no cuadra.

¿La cultura es más de izquierdas?

No lo veo así. Intelectualmente, la gente de izquierdas parece mejor formada hoy. Pero es un cliché. Cuando te enfrentas a una obra no puedes hacerlo pensando que el autor es de derechas o izquierdas. Eso es un error. Una cosa es el autor como persona y otra como referente cultural.

En un poema del libro, 'Soliloquio de un joven votante de la democracia', dice: «A veces me pregunto si no estaríamos mejor bajo el gobierno / de Darth Vader».

El que se hace esa pregunta es un joven que va a votar por primera vez. Y hay muchos jóvenes que hoy piensan que con una dictadura estaríamos mejor. El máximo dictador que hay ahora cinematográficamente hablando es Darth Vader, que produce mucha más empatía que cualquier político de hoy, porque por su hijo cambia, sufre una catarsis que parece que nuestros políticos no harán porque las pautas se las marcan las empresas para las que trabajan. Darth Vader sería la imagen muy arraigada de que la dictadura no fue tan mala. Porque en medios de comunicación importantes hay constantes referencias, explícitas o no, a eso. Parece que estamos adulando a ese hipotético dictador que va a venir y que va a solucionar todo. Cuando no nos damos cuenta de que realmente estamos viviendo en una dictadura velada. Pero no es culpa de los políticos, sino de las multinacionales, de los que manejan el FMI, gente que hace las leyes diariamente.

¿El auge de los populismos responde a esa necesidad que tiene el pueblo de un líder fuerte?

Se habla de ciertos populismos por una serie de gente que está intentando meter los codos porque piensa que aquí hay pastel para todos. Y el germen del que viene esa gente es el 15M, con el que muchos españoles lloramos pensando que iba a ver un cambio en España por fin. Y 'Los hijos de Ulises' nace de esa idea del 15M, del cambio que pudo haber sido y no fue porque en seguida se metieron los medios de comunicación a darle caña como perros de presa de los políticos.

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