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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?

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En Carnaval, los pacenses vivimos el pico de patria álgida del año. Ya es una institución la polémica precarnavalera. En este periodo, de anuncios y preparativos de la fiesta es cuando sacamos a relucir nuestra identidad más miope.

Cuando se anuncia el cartel del Carnaval, empieza el carrusel de críticas. Todo el mundo tiene una peguita que sacarle: que si es feo, que si no tiene nada que ver con Badajoz, que si el autor no es de aquí… De mojón pa’rriba vamos. Y le siguen los expertos en el plagio, que son los que, a los diez minutos de conocerse el cartel, ya se han machacado en Google los carteles de todas las fiestas patronales y de guardar de España para dar con la copia. Aquelarre ‘faceboquero’, que desde Navidades venimos acumulando mucha ira.

Otro momento delicado es el anuncio del pregonero. Como a Carlos Latre no le hemos encontrado ningún tatarabuelo de Almendralejo, le hemos puesto fino. ¿No hay nadie de Badajoz que pueda dar el pregón que tienen que traer a alguien de fuera? ¿A ese le pagan 10.000 euros y a los de aquí le regalan un reloj? Catetos a babor y estribor se hacen las mismas preguntas. Resulta que un tipo que participa en uno de los programas más vistos de la televisión, con casi un millón de seguidores en Twitter y que es capaz de ponerse un body de látex para imitar a la Pantoja de Puerto Rico, no nos parece apto para subirlo al balcón del Ayuntamiento porque no le corre sangre pacense.

Este año además ya llevamos dos momentos apocalípticos y pintan bastos, porque parece que aún tendremos alguno más. La baja de dos murgas del Concurso, dejando las preliminares en la cuerda floja, y la ‘espantá’ de las comparsas llevándose la tamborada fuera de San Fernando, le han dado carnaza a los agoreros que cada año ven morir el Carnaval cada vez que se hace un cambio. ¡Se lo van a cargar! es el mantra de los cansinos de todos los años.

Y es que en Badajoz semos asina, menos mal que después de despellejar al ganador del Comba –otra tradición arraigada como el nenúfar– y de llorar porque no salimos en el telediario –que ríete tú de las plañideras de la sardina– aparcamos las redes sociales y nos ponemos el disfraz, para hacer patria grande, la de presumir de nuestro Carnaval.

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