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Viernes, 23 de marzo 2018, 08:24
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«Estamos absolutamente sorprendidos», exclamaba Javier Sellers minutos después de las ocho de la tarde junto al Palacio de Moctezuma. El director del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica no podía ocultar la sorpresa que la organización de la Pasión Viviente se llevó por la respuesta del público. Fueron muchos los cacereños de todas las edades que no quisieron perderse el estreno de la recreación de las últimas horas de vida y muerte de Jesucristo.
El centro de Cáceres rezumaba ayer el ambiente de los días de las grandes procesiones. Los viandantes caminaban a paso ligero por San Pedro y la Plaza de San Juan con un único destino: la Ciudad Monumental. El recinto amurallado escondía una representación teatral hasta ahora nunca vista en la capital. La expectación estaba servida.
Las escalinatas del Arco de la Estrella daban la bienvenida con velas encendidas. La primera parada era la Plaza del Conde de Canilleros, convertida para la ocasión en el escenario natural del pasaje de la Oración en el Huerto. Entre los asistentes había ganas de ver algo diferente. «Las procesiones no me gustan y no suelo verlas. Pero esto es distinto. Espero ver un buen espectáculo», aseguraba una joven desde la primera fila, que prefirió no dar su nombre.
El reloj marcaba las 20.23 horas cuando Jesucristo, interpretado por el actor Jaime Costas y vestido de blanco, entró en escena. Se hizo el silencio en la plaza. Recreó ante la mirada del público el episodio evangélico ocurrido después de la Última Cena en el que se produce la traición de Judas. Andrés Mata, el director escénico de la Pasión Viviente, seguía desde la primera línea toda la secuencia. Llegaron también los primeros problemas de sonido, que no permitieron escuchar con nitidez las primera palabras de Jesús de Nazaret.
La Pasión Viviente ha nacido con la intención de utilizar toda la Ciudad Monumental como escenario. Es decir, la representación no fue estática. Los actores fueron desplazándose de una plaza a otra. Y esta particularidad hizo que, en algunos puntos, se vivieran situaciones algo caóticas, como el paso desde la Plaza de Santa María a la de San Jorge, ya que el espacio para el público y el de los actores no estaba delimitado. Hubo mucha gente que, tras ver el soberbio interrogatorio de Caifás a Jesús ante las puertas del Obispado, quiso contemplar la siguiente escena, ya en San Jorge, con la aparición de personajes como Herodes y Pilatos. No todos lo lograron.
A las 21.00 horas Isidoro Suárez y Marta Bravo accedieron al recinto intramuros con la idea de seguir el espectáculo. Tiraron la toalla. «Hay mucha gente y no se puede ver. San Jorge está hasta arriba. Pero no nos hemos disgustado. Es muy positivo que haya habido esta respuesta del público. Lo que tenemos que hacer el próximo año es venir con tiempo a coger sitio», apunta la pareja.
A esa ahora costaba encontrar ya hueco libre en el Arco de la Estrella y los adarves, como ocurre en la procesión del Cristo Negro, para seguir el vía crucis de Jesús hasta la Plaza de San Mateo, donde se representó la escena de la crucifixión, la más espectacular de la noche.
La Pasión Viviente tiene vocación de continuidad y cuenta con la implicación de colectivos muy diversos de la ciudad. La organización tuvo ayer suerte con la climatología. Las lluvias regresan hoy y, ante esta previsión, la cofradía de la Expiración se ha visto obligada a suspender su vía crucis.
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