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Vecinos de El Tono transportando el globo SABATTIER

Los masones extremeños que ayudaron al conde que cayó del cielo

DESDE LA MOTO DE PAPEL ·

Sergio Lorenzo

Cáceres

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Domingo, 22 de octubre 2017, 08:56

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El compañero Salvador Guinea tiene colgada en una pared de la Redacción de Cáceres, una vieja fotografía de dos parroquianos en una terraza de un bar francés, que se disponen a tomar gigantescas copas de cerveza mientras se secan el sudor de la frente con unos pañuelos. Sobre la foto tiene puesto: Bar Psicopompo. El Psicopompo es un curioso bar librería que se encuentra en la Plaza Marrón de Cáceres, lugar al que el fotógrafo Guinea suele encaminar sus pasos por la noche, como atraído por un poderoso imán, cuando termina su trabajo. Allí tiene tertulia con poetas como Joaquín Benito de Valle y Luis Corrales, el tenor Alonso Torres, el director de cine Jero García Castela y los pintores Federico Plasencia y Julio Díaz.

Alguna mañana llega con la hora pegada a la reunión del periódico, contando algo de lo tratado en su tertulia entre estrellas de Galicia que de la barra van llenas y vuelven vacías.

-¡Oye, juntaletras! – me dijo el otro día el chispacero cuando llegó al trabajo -, me ha contado Jero García una cosa que igual te puede interesar. Buscando información para un documental sobre accidentes de aviación en Extremadura, encontró en internet esta página del ABC de hace más de un siglo. Me dijo que te la diera por si querías investigar un poco.

El ABC del 4-XI-1905
El ABC del 4-XI-1905 S.E.

La página es del 4 de noviembre de 1905 y en ella se reproduce, a buen tamaño, una curiosa fotografía de numerosas personas posando ante un globo aerostático. El pie de foto indica: «El globo Elfe, del conde De La Vaulx, en el momento de ser socorrido por el vecindario de El Torno, próximo a Plasencia (Cáceres)». El texto que hace referencia a la curiosa imagen es escueto. Dice así: «El globo Elfe, tripulado por su dueño el conde Henry de la Vaulx y M. Paul Tissandier, descendió el día 28 en las inmediaciones de El Torno, pueblo próximo a Plasencia, donde los viajeros fueron socorridos y agasajados espléndidamente por el vecindario, que, además de ayudar a los aeronautas a recoger el globo, les dio una cena en la cual se cruzaron brindis muy afectuosos».

¿Quién era ese extraño conde que hace más de un siglo recorría Extremadura en globo?

Henry de La Vaulx fue un destacado aventurero francés, uno de los padres de la aviación en su país, que en 1898 fundó el Aero Club de Francia, con otras nueve persona, entre las que se encontraba Julio Verne. Nacido en 1870 vivió en el castillo Rozoy-Bellevalle, de donde salía para descubrir lugares de la tierra desconocidos y vivir aventuras increíbles, algunas de las cuales contó en sus libros. Escribió trece.

El conde De La Vaulx
El conde De La Vaulx S.E.

Cuando era joven, antes de querer conquistar las nubes, el conde fue un saqueador de tumbas de la Patagonia. Lo cuenta José Luis Alonso Marchante en su blog Menéndez Rey de la Patagonia. Con 26 años se fue al extremo sur de Argentina y Chile, donde convivió con las tribus nativas más de un año. A escondidas violentaba tumbas recientes, cociendo los cadáveres para llevarse los esqueletos. Marchante afirma que el botín que se llevó a Francia, «ascendía a 96 cráneos y diez esqueletos completos, además de un impresionante ajuar compuesto por centenares de valiosos objetos: estribos, monedas, joyas, anillos, pendientes, medallas, vasijas. La mayoría fueron a parar a los sótanos del Museo de l’Homme de París, mientras que otros terminaron en manos de coleccionistas privados». Escribió el libro Viajes por la Patagonia, indicando en el libro el prologuista: «La antropología es vuestra única pasión. Os tienta, os obsesiona, os posee y os lleva a cometer los actos más repudiables. Profanáis la tierra de los muertos, violáis sus tumbas, sin ningún escrúpulo, provocando terror en los indios que os tienen por brujo y un poco vampiro».

Menos mal que dejó la antropología a los 28 años, cuando montó por primera vez en un globo aerostático. Se obsesionó en batir récords de distancia y permanencia en el aire. En 1900 estableció el récord de distancia al recorrer 1.985 kilómetros desde Francia a Ucrania en 36 horas. En periódicos antiguos vemos que en 1901 batió el récord de duración, al permanecer en los aires 41 horas y 5 minutos. En 1909 tuvo un grave accidente al tirarle un huracán de la barquilla cuando iba a tomar tierra en un paraje de Francia. Se recuperó y llegó a batir el récord de 48 horas en el espacio. Fue el primero en atravesar el Mediterráneo, aterrizando en África. Llegó a dar la vuelta a Europa. También fue piloto de dirigibles y de los primeros aviones. En 1929 voló de Toulouse a Santiago de Chile, pasando por Río de Janeiro y Buenos Aires, regresando a Francia. En 1930 murió. Viajaba en un aeroplano de Albany a Nueva York, cuando se incendió al tocar un cable de alta tensión. Murió carbonizado junto a los otros tres ocupantes.

Competición de globos aerostáticos en Madrid
Competición de globos aerostáticos en Madrid S.E.

Intentando saber qué le ocurrió en Extremadura, hemos encontrado que el conde francés participó en una curiosa competición que se inició en Madrid. Organizado por el periódico La Correspondencia de España, once globos intentaron batir un nuevo récord. Ascendieron todos la mañana del 27 de octubre de 1905 y había 40 coches preparados para intentar seguirles y auxiliarles. Llama la atención que de los once pilotos de las aeronaves, ocho eran militares (5 tenientes y 3 capitanes). Un globo no pasó de Carabanchel, otro recorrió 27 kilómetros al descender en Brunete; un tercero recorrió 32 kilómetros (llegó a Valdemorillo); un cuarto terminó el viaje a los 34 kilómetros; un quinto llegó a El Escorial (39 kilómetros), y un sexto globo descendió en Fresnedilla (44 kilómetros). Sólo hubo cinco que recorrieron más de cien kilómetros. Uno aterrizó a 114 kilómetros y otro a 147. El tercero en recorrer más distancia fue el globo del Conde De La Vaulx bautizado con el nombre de El Elfe, que cayó en El Torno tras recorrer 204 kilómetros. El segundo puesto fue para otro francés, para mister Cartón que aterrizó en Portaje (a 13 kilómetros de Coria), después de viajar 258 kilómetros con Fugitif. Ganó un español, el capitán Kindelán, que con el globo Alfonso XIII aterrizó en Setúbal, completando una distancia de 500 kilómetros.

Lo curioso de la aventura del conde De La Vaulx es que además de publicar una fotografía en ABC, es que él contó su aventura en L’Ilustratión Journal del 25 de noviembre de 1905. Hemos conseguido un ejemplar que nos ha ayudado a traducir el profesor Jesús Benito de Valle Galindo. En la revista cuenta que con el Elfe recorrieron «la monotonía y la tristeza de las llanuras de Castilla», avisándoles un automovilista de que se dirigían a Ávila. Dice que pasaron sobre picos de 2.500 metros, y que aterrizaron accidentalmente a las cinco de la mañana al pensar que habían llegado al mar. Pero no, estaban en la montaña Fuente Lengua, en El Torno, a 23 kilómetros de Plasencia. Cuenta que los habitantes de El Torno, «encantadores y serviciales», les ayudaron a trasladar el globo, y que cuando les habló de remunerarles, el jefe, el anciano Don Felipe Alonso García, se negó rotundamente. En el pueblo les agasajaron con una comida que debió de ser un frite, llamándole la atención que la gente tiraba los huesos al suelo, «pareciendo nuestra habitación una fosa común».

También le extrañó que en los platos estuviera escrito ‘¡Viva la República!», y que el médico del pueblo, el doctor Casimiro García López y García, «brindó por la liberty, equality y fraternity. Habíamos descendido al corazón del republicanismo, perdido en el medio de Extremadura». Asegura que en El Torno todos sus habitantes eran masones, enseñándole Felipe Alonso una tarjeta de visita en forma de triángulo, con su nombre escrito de igual modo.

El conde De La Vaulx habla de El Torno como una paradisiaca Arcadia, en donde, al despedirse, el doctor Casimiro García les dijo: «Les hemos recibido en nombre de la humanidad. ¿No somos todos hermanos?».

Hay veces que da pena que pase el tiempo.

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