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Lutero no pasó por Cáceres

Lutero no pasó por Cáceres

El modelo social y económico de Trento sigue vivo en la ciudad

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Martes, 21 de noviembre 2017, 07:13

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Les voy a contar dos casos que hemos conocido de cerca en las últimas semanas porque se han contado en estas páginas. Uno es el de una importante industria azucarera que pretende instalarse en Mérida. En el plazo de pocos meses, la burocracia emeritense ha agilizado los trámites para evitar los obstáculos que pudieran espantar a los empresarios de la factoría azucarera.

El otro caso es el de Javier Rolo-Page, 37 años, tres másteres, una licenciatura en Económicas y estudiante de Historia y el de su socio, Ramón García-Ontiveros, 36 años, licenciado en Biblioteconomía y Documentación. Estos dos emprendedores decidieron montar una pequeña industria en Cáceres. Hicieron números y se plantearon abrir una fábrica de cerveza artesana. Fue entonces cuando sus ilusiones y sus números chocaron con la dura realidad de la burocracia cacereña.

«Teníamos el local y todo lo necesario para empezar a producir, pero las trabas que encontramos en Cáceres fueron tan kafkianas y de tal calibre que probamos suerte en Trujillo, donde todo fueron facilidades», contaba Javier. En Trujillo, se encontraron con Innova, un concepto municipal de apoyo a los emprendedores que, desde el punto de vista práctico, se resume en que los pusieron en contacto con bancos e inmobiliarias, les facilitaron todo el papeleo y no empezaron a cobrarles impuestos hasta que ya estaban en funcionamiento y vendiendo. Hoy, Javier y Ramón triunfan con su cerveza 'Belona'.

Podría contarles más casos: el de una empresa de fiestas infantiles, el de un comercio de alimentación especializada, el de una iniciativa de juegos y aventuras... En todos ellos, han acabado quejándose de lo difícil que es abrir una empresa en Cáceres, por culpa del laberinto burocrático local, frente a lo sencillo que es hacerlo en el resto de la región.

¿Es cierta esta apreciación o se trata de un rumor sin fundamento? Durante la pasada semana, he hablado del tema con empresarios, con políticos, con economistas y he llegado a la conclusión de que Cáceres es la ciudad más contrarreformista de Extremadura. Sí, ya saben, Francia aportó al mundo la Ilustración, Gran Bretaña aportó la Revolución Industrial y nosotros, la Contrarreforma, que, más allá de sus postulados religiosos, marcó una impronta social y económica.

En España, expulsamos a los moriscos, que destacaban por la actividad industrial agrícola, y a los judíos, hábiles en el comercio, la banca y las ideas y la cultura. Con ello, no solo desapareció la industria y la agricultura de primor, sustituida por las grandes extensiones ganaderas, sino también cualquier elogio de la empresa, el riesgo y la iniciativa frente al triunfo de una sociedad de letrados, burócratas y rentistas.

Desde La Mesta a la banca, España ha menospreciado la actividad industrial y comercial en beneficio de la renta pasiva y ha minusvalorado el tejido productivo para ensalzar a la élite improductiva vinculada a la administración. Los cristianos del norte de Europa, tras la reforma luterana, imitan a los judíos al valorar el avance comercial y económico. En España, la Contrarreforma perseguirá todo lo que signifique novedad ideológica o ansia de progreso y evolución: ni leer, ni pensar, ni destacar... Ni emprender.

El modelo social y económico, que resulta de este pensamiento dominante, provoca que la mejor manera de emprender y ganar dinero en España sea conseguir el apoyo del aparato administrativo y burocrático, es decir, tener buenos contactos en la administración. No importan las ideas, sino los contactos.

Esta impronta secular contrarreformista sigue muy viva en Cáceres, donde los inmigrantes, que llegaban de los pueblos de la provincia en los 80 y los 90 del siglo pasado, intuían enseguida que debían meterse en política como única manera de agilizar sus relaciones con la administración. Algunos, además, intentaron cambiar este modelo contrarreformista. Todos fracasaron.

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