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Clifford en Jarandilla en 1858 a la izquierda y el puente de Alcántara fotografiado por Clifford en 1860, a la derecha. J.R.

Las fotos con chistera que hizo en Extremadura Charles Clifford hace 150 años

Sergio Lorenzo

Cáceres

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Domingo, 26 de noviembre 2017, 09:02

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Fue hace unos tres meses cuando el fotógrafo Salvador Guinea hizo el descubrimiento.

–¿Tú sabes que el gran Clifford, uno de los pioneros de la fotografía en España, estuvo haciendo fotos en Extremadura allá por 1860? – Me dijo un día que llegó todo alterado a la Redacción del Diario HOY en Cáceres.

Viendo la ignorancia reflejada en mi cara, me quitó del ordenador y buscó por internet, hasta mostrarme en la pantalla una hermosa fotografía en blanco y negro de una calle de Cuacos de Yuste. Era una foto extraña, porque en medio de una calle con pinta de abandono, con casas destartaladas a los lados, aparecían hombres elegantemente vestidos y un sacerdote orondo con un sombrero enorme, tipo canoa o de teja, que llevaban los curas en tiempos de la Guerra de la Independencia con los franceses. Me mostró otra foto hecha en el crucero de Jarandilla, con el mismo cura, rodeado de gente con chistera, y una tercera fotografía del puente de Alcántara, con gente elegante posando ante la cámara.

– Las hizo hace más de 150 años, cuando la fotografía estaba en pañales. Lo que más me gusta es la gente que aparece posando: los hombres con sombrero de copa, las mujeres con pesados vestidos de la época, el cura con su sombrero descomunal y hasta un hombre con una gorra de capitán de barco. Están todos colocados estratégicamente en la composición de cada imagen. Era el comienzo de la fotografía y tenían que estar bastante tiempo quietos, para no salir movidos en la imagen.

Desde entonces estuvimos buscando más fotos. Entreteniéndonos y alegrándonos con los hallazgos. Resulta que Charles Clifford nació en Gales en 1820 y poco se sabe de él antes de que llegará a Madrid en globo en 1850. En Madrid se afincó y se dedicó seriamente al milagro de congelar imágenes. Tuvo estudios de fotografía en la calle Montera, en la carrera de San Jerónimo y en la Puerta del Sol.

En un laborioso trabajo de Javier Piñar Samos y Carlos Sánchez Gómez, se señala que Clifford vino a España con una recomendación de la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901), y por eso acompañó como fotógrafo a la reina Isabel II (1830-1904) en sus viajes oficiales a distintos rincones de España, tuvo el mecenazgo de los duques de Osuna y de Frías, y mantuvo estrechas relaciones con arquitectos e ingenieros responsables de los programas de obras públicas de la corona, lo que le permitió hacer un gran reportaje fotográfico de las obras del Canal de Isabel II y del puente de Alcántara.

Realizó trabajosas expediciones a distintas zonas de España para retratar monumentos, llevando los 300 kilos de su equipo en una carreta que aparece en muchas fotografías.

A Extremadura hizo dos de estas expediciones: una en el año 1858 (pudo empezar en diciembre de 1857) y otra en 1860. En esos viajes le acompañaban mecenas, amigos y familiares, a los que usaba para colocarlos como actores en las escenas fotográficas. En total, según el estudio de Piñar y Sánchez Gómez, en el archivo total de Clifford hay 25 fotografías de Extremadura: 11 son de Alcántara, 5 de Mérida, 4 de Yuste, 4 también de Jarandilla y una de Plasencia (una puerta de la Catedral).

En 1858, acompañado por el duque de Frías realiza un viaje a Extremadura y Toledo, y fruto de ello es un álbum compuesto por 28 fotografías. En este viaje hace las imágenes del monasterio de Yuste y Cuacos de Yuste y Jarandilla; en la fotografía del crucero de esta última localidad aparecen 18 figurantes, varios de ellos con sombrero de copa.

En 1860 es cuando viaja a Alcántara, para hacer un reportaje sobre la restauración que había terminado ese mismo año en el puente romano. Un arco del puente fue destruido en 1809 durante la Guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas, y hasta 1818 no se sustituyó por una estructura de madera que fue incendiada en 1836 por las tropas isabelinas para impedir el paso de los carlistas.

Calle de Cuacos de Yuste en 1858 a la izquierda y gente posando en el templo del puente de Alcántara, a la derecha.
Calle de Cuacos de Yuste en 1858 a la izquierda y gente posando en el templo del puente de Alcántara, a la derecha. J.R.

Según investigadores el reportaje de Clifford, compuesto por 11 fotos, fue encargado por Alejandro Millá, el ingeniero director de las obras de restauración. Parece que es uno de los personajes que salen en las fotos, junto al arquitecto de las obras y la familia del fotógrafo.

Fue una pena que Charles Clifford se muriera tan joven, con 43 años (el 1 de enero de 1863), porque en los 13 años que vivió en España realizó un gran trabajo, dándole tiempo para hacer exposiciones que fueron muy valoradas, en Londres en 1854, en Bruselas en 1856 y en París en 1857 y 1863. Al morir, fue su viuda Jane Clifford, quien siguió durante un tiempo atendiendo el taller.

Hace unos días escuché maldecir a Guinea desde su ordenador.

– ¿Qué pasa? – le pregunté.

– Que quería bajarme de internet alguna fotografía extremeña de Clifford para encuardernarlas, y las que he encontrado no tienen mucha resolución. Las que deben de estar bien son unas que venden de Mérida y el Puente de Alcántara, pero cada una vale 2.000 euros; y las del monasterio de Yuste están a 2.100 euros. Me voy a tener que olvidar... ¡qué se va a hacer si semos pobres!

He estado buscando noche y día por mi cuenta, y he encontrado 11 fotografías extremeñas de Clifford que me he podido descargar gratis, con una enorme calidad. ¡Ya tengo el regalo de Navidad hecho para el compañero!

(Por cierto, si usted, amable lector, ha llegado leyendo este artículo hasta aquí, bien merece que le regalemos también estas láminas si está interesado. Mándenos un correo a slorenzo@hoy.es y se las enviamos sin problema.

No hace falta que nos dé las gracias. «Más vale dar, que recibir. ¡Más vale dar que recibir!». Es lo que me decía machaconamente, una y otra vez, mi entrenador de boxeo cuando veía las palizas que me daban). Y tenía razón.

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