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Dos fotógrafas en la Extremadura de 1928 y el hijo pródigo

Desde la moto de papel ·

Ruth Matilda Anderson hizo seis grandes viajes por encargo de la Sociedad Hispánica de América, y en tres de ellos estuvo en Extremadura

Sergio Lorenzo

Cáceres

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Domingo, 12 de noviembre 2017, 09:01

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Ahora, cuando hay españoles que no quieren serlo, que enmierdan en Bruselas el nombre de nuestro país (que es también el suyo), quizá esté bien recordar que hay extranjeros que aprecian nuestra manera de ser y nuestra cultura, como los que forman la Sociedad Hispánica de América, con sede en Nueva York, que fundó en 1904 el multimillonario Archer Milton Huntington (1870-1955). Este hombre, que heredó una de las fortunas más grandes de los Estados Unidos, dedicó toda su vida a España, un país al que amaba. El culto multimillonario atesoró en la biblioteca del museo de la Sociedad más de 15.000 libros anteriores a 1700, auténticas joyas de papel, y numerosos cuadros, muy valiosos, de destacados pintores españoles.

Archer M. Huntington, que hasta escribió poesía en español, potenció que el mundo conociera más las belleza de España encargando a Sorolla que mostrara la riqueza de sus regiones, haciendo su Visión de España, en la que no faltó ni Extremadura, ni Cataluña. Huntington fue pionero en el empleo de mujeres y se rodeó de valiosas fotógrafas que envió a España a retratar, sobre todo, su rico folklore.

Una de las más destacadas fue la norteamericana Ruth Matilda Anderson (1893-1983), que recorrió España con su ayudante y gran amiga la fotógrafa Frances Spalding, que tenía tres años menos que Ruth y se murió en 1979.

En la tesis doctoral de Noemí Espinosa Fernández, publicada en diciembre de 2010, que dedica a la Sociedad Hispánica de América y a Ruth Matilda Anderson, señala que Ruth hizo seis grandes viajes por encargo del museo neoyorkino, y en tres de ellos estuvo en Extremadura. En 1923, cuando tenía 30 años, hizo un viaje por España con otras cuatro compañeras de trabajo. En el año 1924 y parte de 1925 ya viajó como fotógrafa principal. Recorrió Galicia y Asturias, acompañándole su padre, que era fotógrafo profesional.

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Los otros cuatro grandes viajes ya los hizo con su amiga Spalding. El tercer viaje comenzó el 8 de diciembre de 1925 cuando llegaron en barco a La Coruña. Eran valientes y decididas. Consiguieron un coche y las dos solas recorrieron Galicia y León durante siete meses. En León las llamaron ‘Las atrevidas’. Ruth escribió que a los españoles les extrañaba que condujeran un coche, que viajaran solas, sin que las protegiera un hombre y… que no llevaran pendientes. Un periódico gallego escribió de ellas: «En España donde la mujer célibe, la señorita, cualquiera que sea su edad, precisa convalidar en la vía pública su personalidad, con la compañía de familiares, institutrices o domésticas, parece algo peregrino el simpático alarde de autonomía individual de estas dos damas extranjeras, que provistas de automóvil propio y sin más compañía que una hermosísima máquina fotográfica, cruzan los pueblos y las aldeas gallegas, encomendadas al fuero exótico de hospitalidad y a la cultura de las localidades que visitan». Ruth tenía 33 años y Frances 30.

El 29 de diciembre de 1927 es cuando llegaron por primera vez a Extremadura y aquí estuvieron hasta el 28 de abril de 1928. Su objetivo principal era fotografiar sobre todo trajes regionales, adornos y peinados, centrándose en la zona de Las Hurdes y Montehermoso. Para ir a esta localidad tuvieron que dejar el coche en Carcaboso y continuar el viaje a lomos de mula. Usaron Plasencia y Cáceres como zona de descanso. A Ruth parece que le gustó más Plasencia. «Cáceres parece una gran metrópoli, con todas sus comodidades – escribió –. Es un alivio tener habitaciones separadas y comer cosas que nos gustan. Cáceres promete menos que Plasencia, aunque, por supuesto, todavía es temprano para juzgar». En Cáceres hizo una curiosa fotografía de numerosas personas cogiendo agua en Fuente Concejo, también hay una foto de una niña con un gran perro en La Dehesa de los Arenales, camino de Malpartida de Cáceres. En Plasencia fotografió a gitanos que estaban acampados junto a la iglesia de San Lázaro y se dedicaban a la venta de burros.

A Ruth le gustó Extremadura, de la que dijo que había pastores en todos los sitios, reconoció «estar enamorada de esta tierra de conquistadores». Le gustaba mucho su naturaleza. Describió Las Hurdes como un sitio bucólico, y cuando vio el documental Tierra sin pan (1933) afirmó que su recuerdo de Las Hurdes no coincidía con el sufrimiento que reflejó Luis Buñuel. Hizo fotos, entre otras localidades, en Casar de Palomero, Aldeanueva de la Vera y Jerez de los Caballeros.

El quinto viaje de Ruth a España lo hizo en 1929 y 1930, con su amiga Spalding, después de viajar por Marruecos y Portugal. Estuvieron en Canarias, Andalucía, León y Salamanca, pasando por Fregenal de la Sierra para ver al pintor Eugenio Hermoso (1883-1963), que les enseñó el cuadro que estaba pintando, el de La Boda.

En los años 1948 y 1949 Ruth viajó a Brasil, Portugal y España, encontrándose con Frances en Madrid. En Extremadura estuvo varios meses, aprovechando para entrevistarse con el folklorista placentino Manuel García Matos (1912-1974). Entonces pagaba 25 pesetas a cada modelo.

Ruth adquirió cierta fama tras publicar en 1951 un libro sobre el traje en Extremadura titulado Spanish Costume: Extremadura. Ella era una mujer muy meticulosa y en cada fotografía detallaba el nombre del modelo y numerosos datos, que están en cuadernos en la Sociedad Hispánica de América. En ellos también hacía dibujos, entre ellos la manera en la que se hacían los chozos en los que vivían por entonces bastantes extremeños. En el museo de Nueva York se guardan 2.542 fotos que hizo de Extremadura. La mayoría (1.911) son de su viaje de 1928. Un verdadero tesoro.

Por cierto, el pasado mes de enero el museo neoyorkino cerró sus puertas hasta 2019, por obras de remodelación que van a costar 15 millones de dólares. Por ese motivo algunas de sus obras más valiosas, 200, están viajando por el mundo. Del 4 de abril al 10 de septiembre de 2017 se han expuesto en el Museo del Prado. En Madrid se ha admirado el ‘Retrato de la Duquesa de Alba de negro’ de Goya, ‘La Piedad’ del Greco, y cuadros de Velázquez, Alonso Cano, Zuloaga, Rusiñol...

La exposición irá a otros países, en donde apreciarán la cultura española. Quizá sería buena idea que durante unos meses estuvieran estas magníficas 200 obras de arte en Barcelona. Quizá allí pudieran buscar más significado y ver con más detenimiento una gran cuadro de Murillo titulado El hijo pródigo. Ya saben, aquella parábola contada por San Lucas, del mal hijo que se marcha de casa del padre de mala manera, para terminar muerto de hambre, comiendo algarrobas con los cerdos...

¿Se acuerdan?

¡Cuánta sabiduría hay en las parábolas... y qué poco caso se les hace!

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