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J. J. González
Lunes, 27 de marzo 2017, 07:28
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Ni la lluvia, ni el viento, ni el calor, por muy sofocante que sea, pueden con ellas. Ni siquiera el paso del tiempo, que todo lo desgasta y diluye. Se pueden contar con los dedos de la mano los días en que Rosa Mogollón y Montserrat Vidaondo, funcionarias de la Junta de Extremadura, han faltado a su cita con la concentración en contra de los recortes que se lleva realizando semanalmente, cada viernes, desde hace casi cinco años. Lo que empezó siendo una manifestación de protesta con decenas de participantes, incluso varios centenares en alguna ocasión, ha acabado con tan sólo dos empleadas públicas, dos mujeres: son las últimas de la pancarta.
En el mes de mayo de 2012 el Gobierno central levantó una ola de protestas entre los empleados públicos de toda España por los recortes aplicados en materia de retribuciones y de días libres. Fue el año en que se suprimió la paga extra de Navidad para todos los trabajadores de las administraciones. El movimiento reivindicativo fue impulsado en todo el país por una plataforma denominada 'Viernes negros,' que en la capital cacereña ha protagonizado concentraciones desde el principio, primero frente a la Subdelegación del Gobierno y después a las puertas del edificio Múltiples, en la avenida Primo de Rivera, con cortes de tráfico durante la media hora de la manifestación, de 11 a 11,30 de la mañana. Tras cerrarse esta vía por la obra del parking en julio de 2015, la concentración se trasladó a una esquina del Paseo de Calvo Sotelo, junto al Quiosco de Avelina, que es donde continúa celebrándose cada viernes, gracias al tesón de Rosa Mogollón, funcionaria de la Consejería de Economía, y Montse Vidaondo, de la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales.
Religiosamente, todos los viernes, cuando dan las 11, estas dos empleadas públicas cogen sus pancartas y bajan a la calle a concentrarse, mientras sus compañeros se van a tomar el café. Ellas utilizan ese tiempo libre en exhibir viva la protesta contra los recortes. Lo hacen desplegando sus pancartas durante esa media hora, hasta las 11,30. Después, recogen, y hasta el viernes que viene. A ellas les acompañan a veces otros compañeros, de manera puntual, pero son apenas dos o tres más.
¿Por qué se mantiene la protesta después de tanto tiempo, casi cinco años, y tras haberse recuperado la paga extra y otros derechos recortados en 2012? Rosa Mogollón tiene claro que todavía persisten las causas que originaron el movimiento: «la situación no ha mejorado y los recortes persisten», afirma para subrayar que a pesar de haberse recuperado la paga extra y los días de permisos, «los empleados públicos hemos perdido poder adquisitivo desde la época de Aznar». Explica que también se trata de alzar la voz contra las privatizaciones de servicios públicos y de defender «una atención al ciudadano acorde con el siglo XXI para que se eviten montones de trámites». Frente a los argumentos que señalan la ventaja de los funcionarios, Rosa Mogollón desmiente que el sueldo medio de los empleados públicos supere los 2.000 euros netos al mes: «el sueldo medio está entre 1.000 y 1.500 euros», dice.
Pancartas
Con el paso del tiempo, ha ido creciendo el número de pancartas y sus lemas, de tal manera que se fueron sumando reivindicaciones de otros sectores laborales y sociales. Aunque se mantiene la principal con su 'No a los recortes,' se han ido añadiendo otras específicas en defensa de la sanidad pública, la educación pública, la dignidad, etcétera.
Pero con el paso del tiempo, también ha decaído la participación y ahora se puede decir que Rosa Mogollón y Montse Vidaondo son las únicas que mantienen viva la cita de los viernes. Durante los primeros tres años se celebraba incluso los viernes de agosto. Desde hace dos, en ese mes de vacaciones no hay concentración de los viernes, pero sí el resto del año y estas dos funcionarias, irreductibles, apenas han fallado cuatro o cinco veces y siempre por motivos justificados, como por enfermedad de alguna de ellas.
Delante de sus pancartas pasan muchas personas y se han encontrado con reacciones de todo tipo. «Un turista de Asturias nos dejó una poesía», recuerda Rosa Mogollón, quien resalta que han recibido la solidaridad y apoyo de visitantes de todas las regiones del país, aunque también reconoce que algunas personas les han increpado por no estar de acuerdo con sus reivindicaciones: «Hay personas mayores que nos animan a que sigamos porque ellos han luchado mucho por los derechos que hay que seguir defendiendo».
A esta funcionaria no le importa que la llama de la protesta la mantengan encendida sólo ella y su compañera. ¿Son las últimas de Filipinas? Rosa Mogollón acepta con humor la comparación y repara en que ella es, precisamente, de Miajadas, el mismo pueblo del militar Saturnino Martín Cerezo, líder de la resistencia española en el sitio de Baler.
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