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Punto de control situado entre Santa Clara y la Puerta de Mérida. :: armando méndez
Las cámaras de Cáceres se relajan

Las cámaras de Cáceres se relajan

Vecinos y comerciantes reconocen que el Ayuntamiento ha ido flexibilizando la medida con la anulación de sanciones si se reclama

Manuel M. Núñez

Viernes, 24 de febrero 2017, 07:24

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Ayer se cumplió un año de la entrada en vigor del control de acceso de vehículos mediante cámaras al casco histórico, en lugar de pivotes. Vecinos y comerciantes han completado el proceso de adaptación a esa nueva realidad. Les ha costado, se han llevado disgustos en forma de multa, pero admiten que el Consistorio ha ido flexibilizando su postura y corrigiendo sobre la marcha algunos aspectos que eran mejorables. Entre ellos incluyen la anulación de sanciones si se reclama a la Policía Local y se documentan posibles errores. También con los hoteles se da esa misma situación, si los viajeros que han pasado por esos establecimientos se 'colaron' de forma accidental en el área restringida.

«Te cuelas casi sin darte cuenta. Me ha pasado a mí, que soy de aquí. Imagínate si no conoces la zona», confiesa Cristina Duque. Vive en la Plaza del Socorro y trabaja en Ribera de Curtidores. Antes pasaba por Santa Clara, afirma, y ahora cuando lo ha hecho le ha costado caro. «Me han llegado a poner cinco multas en una semana», rememora.

Guadalupe Martín, trabaja en la Plaza de Santiago y reside en Caleros. Es una de las afectadas que se queja de los permisos restrictivos. «No puede ser eso de tener un punto de entrada y salida. En cuanto te despistas, te cae la multa». En su casa hay tres vehículos autorizados: una furgoneta, del negocio de alimentación que regenta, una moto de su hijo y un coche. «La furgoneta es la única que nos permite movernos libremente. Se utiliza para el reparto. También nos han puesto multas por error. En ese caso, te toca ir a reclamar y normalmente se soluciona. Se lo dije al propio policía, no puedo estar aquí todas las semanas», lamenta.

Guadalupe sugiere «mejorar la señalización», una demanda que también hacen suya otros vecinos. En Pizarro, vía aledaña a la Plaza de Santa Clara o Plaza Marrón, donde se ubican dos de las cámaras, aparece una placa de limitación a 30 por los suelos. La que figura en Santiago no se da por suficiente. Se cuentan casos habituales de quienes sin pretenderlo se meten en una calle sin poder hacerlo. Cuando el Consistorio presentó el nuevo sistema tenía sobre la mesa cerca de 2.000 peticiones sobre la mesa.

Por ahora no hay datos oficiales sobre el número de personas que pueden pasar por cada uno de los once puntos de control por cámaras. Tampoco sobre las sanciones impuestas. El Ayuntamiento no las ha hecho pública pese a que le han sido requeridas por este diario. De haberse mantenido el ritmo de la primera semana de funcionamiento se habrían superado las 10.000 en estos primeros 12 meses.

«La adaptación ha sido buena y no ha habido grandes problemas. En parte porque el jefe de la Policía Local ha sido dialogante y se ha mostrado comprensivo con nuestras demandas», detalla Óscar Polo. Trabaja en la Plaza del Duque y pone un ejemplo. El horario de reparto de siete a 11 «se ha ampliado cuando explicamos que no dábamos de sí. Era imposible», asegura. Otros comerciantes contradicen esa versión. «Si repartes después de las 11 a partir del jueves estás perdido», apunta una empresaria.

Sobre el asunto de la señalización también repara Senén Escudero, de la Imprenta Tomás Rodríguez, en Santo Domingo. Esa calle quedó cerrada con la ubicación de la cámara en la parte alta de la Concepción. «No todo el mundo sabe que no puede entrar. Le han puesto multas a clientes y hemos tenido que justificar que venían aquí». Comenta que han tenido que elaborar un gráfico explicativo, con las flechas y direcciones de paso, para que los clientes lleguen sin ser multados.

Senén opina que con los cambios sale perdiendo: «No tengo autorización, aunque la pedí. No me la dan. Ahora pierdo 20 minutos en aparcar». Mucho más optimista es Manuel Franco (Bar Poppy), en la Concepción. «Ha sido un cambio estupendo. Se ha reducido el tráfico, han despejado la zona y ahora tenemos la terraza donde antes había camiones». Afirma que el «único» problema era el de Margallo. «Y se arregló con varias autorizaciones por vivienda». Los residentes en esa calle protestaron e incluso entregaron 737 firmas para mover la cámara de sitio. El Ayuntamiento optó por conceder permisos a quienes los solicitasen pese a que la vía no estaba en la zona inicial. Empresarios como Sara Fernández (Multitienda Pumuky) reclaman que las autorizaciones no dependan de si se está o no empadronado.

Las limitaciones de acceso se multiplicarán con la entrada en vigor en los próximos meses de la nueva zona azul. Incluye un área de 50 calles (señalizada de amarillo) que restringirá el aparcamiento: solo residentes.

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