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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?

El Supremo confirma la condena de 10 años a un agresor sexual de su hija

También le condena a indemnizarla con 30.000 euros, se le inhabilita para el ejercicio de la guardia y custodia durante seis años, y se le prohíbe aproximarse o contactar con ella durante 16

S. LORENZO

Martes, 8 de noviembre 2016, 07:33

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El Tribunal Supremo ha considerado culpable a un hombre residente en una localidad cercana a Navalmoral de la Mata de haber agredido sexualmente a su hija menor de edad, desde los ocho a los 13 años.

El Supremo ha confirmado la condena que el pasado 12 de abril le impuso la sección segunda de la Audiencia Provincial de Cáceres: 10 años de prisión por un delito continuado de agresión sexual.

También le condena a indemnizar a su hija con 30.000 euros, se le inhabilita para el ejercicio de la guardia y custodia respecto a su hija durante seis años, y se le prohíbe aproximarse o contactar con ella durante 16. No puede acercarse a menos de 100 metros de su domicilio, su instituto de educación o cualquier otro lugar que frecuente.

Según recoge el texto de la sentencia, el padre sometía a tocamientos obscenos a su hija en las semanas en la que ella y un hijo pequeño tenían que convivir con él, al tener la custodia compartida. Cuando la niña estaba en su casa él dormía con ella, aunque ésta no quería.

La madre se enteró de las agresiones que sufría la niña, cuando leyó una carta dirigida a la niña por unos amigos. En esa carta los amigos le decían que contara a su madre que el padre se metía por las noches en su cama. Ella fue al instituto, le preguntó a la hija si no tenía nada que contarle del padre y entonces ella se derrumbó y le dijo lo que pasaba.

La madre llamó al abuelo paterno de la niña, quien le preguntó a la nieta y ella contó que desde hacía varios años el padre le hacía tocamientos obscenos.

El Tribunal Supremo considera probado que el padre le daba manotazos en la cara si ella no le dejaba entrar en su cama, y le amenazaba con no dejarla salir a la calle o a quitarle el teléfono móvil, «teniendo perfecto conocimiento de la dependencia que la niña tenía de ese aparato».

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