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Aleksei junto a sus padres Sergei y Svetiana y su hermano. :: cedida
Aleksei, de Kiev a Cáceres para curarse

Aleksei, de Kiev a Cáceres para curarse

El pequeño de cuatro años, refugiado en un barrio de Kiev desde 2014, padece un problema congénito sin solución en su país

Cristina Núñez

Domingo, 16 de octubre 2016, 08:38

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Aleksei roza ya casi con los dedos la edad de cuatro años, ese momento en el que los niños dan muestras de una progresiva independencia, eligen su ropa y aprenden a separar las figuras por formas y tamaños, hitos que marca una de de las muchas guías pediátricas que se encuentran en Internet. No deberían preocuparse los niños más que de crecer y jugar, pero la vida a veces lo desordena todo y cambia el guión de lo esperado.

El niño nació con una malformación congénita y numerosos trastornos en la garganta y en el sistema digestivo que le han hecho pasar ya por seis operaciones. En mitad de eso, un giro que tensa más la cuerda. Este menor vivía con su familia en la ciudad de Lugansk (800.000 habitantes) cuando se desencadenó la guerra al este de Ucrania, que tuvo lugar tras las protestas prorrusas y la declaración de independencia de Donetsk y Lugansk. Con su barrio bombardeado y destruido, toda la familia tuvo que irse a vivir a los alrededores de Kiev, como refugiados de guerra, sin trabajo y con la ayuda de organizaciones internacionales como Cáritas. El menor necesita otra operación, que no pueden realizarle en Ucrania.

¿Qué tiene que ver toda esta historia con Cáceres? Pablo Vivas, un cacereño, conoció el caso de Aleksei cuando viajó a la zona. Fue a visitar a niños de acogida ucranianos que han pasado veranos con él dentro de programas de ayuda que pretenden que niños de zonas desfavorecidas del planeta tengan acceso a ocio, médicos y alimentación. En este caso se brinda esta oportunidad a niños que sufran las secuelas de Chernóbil. El objetivo de Pablo es recaudar dinero para poder traer a Aleksei a España y que pueda ser operado de la garganta. «Actualmente Aleksei necesita una operación o varias, que le reconstruyan el esófago, las cuerdas vocales, la laringe, que le quiten la traqueotomía y le permitan tener una vida normal y desarrollarse como un niño de su edad», apunta Pablo, que ha comenzado a llamar a todas las puertas para recaudar el dinero necesario para poder tramitar los visados. Cuenta que se ha puesto en contacto con Cáritas y con la oenegé Accem, especializada en refugiados, aunque le han dicho que una vez que estén aquí podrían brindarle ayuda. También se ha puesto en contacto con la consejería de Asuntos Sociales de la Junta e incluso con los bomberos de Cáceres.

«La historia más grave de esto es que estos niños son del Este y con la guerra tuvieron que salir por piernas, son refugiados en su propio país y donde viven no les reconocen como compatriotas», explica Pablo. «En esas tierras no hay trabajo ni economía». Según detalla, esta familia sobrevive con asistencia social y con el trabajo muy precario del padre, bajo cuerda y en negro. «Llegaron a la aventura en 2014, sin más». En el hospital situado su lugar de origen es donde está el historial de Aleksei, y en Kiev le revisan y le mantienen «no va a peor pero tampoco a mejor». Los médicos le han recomendado buscar ayuda fuera. «Yo allí he ido a un hospital con uno de los niños de acogida de con 40 grados de temperatura y nos dieron una lista con todo lo que teníamos que llevar, desde gasas, medicinas, inyecciones, jeringuillas...el hospital daba pena verlo, no hay medios y los médicos están muy mal pagados, en Kiev no le pueden operar».

Requisitos

¿Podría Aleksei recibir asistencia en España? Pablo asegura que sí, que acompañado por uno de sus padres sí que podría estar bajo el paraguas sanitario. Se ha puesto en contacto con hospitales que puedan tratar el problema de Aleksei en Sevilla y en Madrid. «Los hospitales no te dan una consulta si no ven al niño, el niño tiene que estar aquí, la ley española facilita la sanidad a los menores de 18 años». La idea de Pablo es incluirlo en su tarjeta sanitaria. «Parece ser que no es tan raro encontrar a niños con la malformación en la garganta que tiene Aleksei», precisa Pablo con la convicción de que la solución pueda ser relativamente fácil si vienen a España. Cognitivamente el niño está en plenas facultades. Le cuesta alimentarse, «pero es un niño alegre, él está contento». No se descarta que sea una malformación producida también por el accidente nuclear de la central de Chernóbil, que tuvo lugar hace 30 años.

Pablo ha intentado también traer al niño acogido en Navidades, pero al ser menor de ocho años el sistema no se lo permite. Este cacereño ha esbozado la suma del dinero requerido. Cuenta que para poder solicitar el visado que les permita viajar, necesitan contar con una cuenta corriente con más de 3.000 euros, es la exigencia que les pone el Consulado Español. «Los billetes creo que se pueden encontrar por 250 o 300 euros, el visado son 100 y luego haría falta una cantidad para su manutención, aunque yo en principio les ofrezco mi casa», apunta este autónomo, que se dedica a la fabricación de máquinas y es padre de una hija. Dice estar abierto a la colaboración de cualquier entidad para que se organicen acontecimientos solidarios que faciliten el viaje de Aleksei y sus padres. El niño cuenta con un hermano mayor, Aleksandr. «He abierto una cuenta bancaria a nombre del niño para hacer aportaciones, estoy abierto a todo e iniciado la difusión a través de los medios. El número es ES90 2108 2649 96 0030002214, de Caja Duero. ¿Por qué se ha embarcado en esta aventura? Pablo responde con palabras profundas. «Porque no puedo permitir que un niño se me pudra, hablando en plata, a mí me han pedido ayuda y yo tengo que buscar la manera de hacerlo, si dices que sí te tienes que meter hasta el fondo, no puedes estar escurriendo el bulto», señala este cacereño solidario.

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