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David y Carlos durante su expedición en la cordillera del Pamir. :: cedida
Solidaridad de altura

Solidaridad de altura

Dos alpinistas cacereños escalan el Pico Lenin para recaudar fondos para combatir la fibromialgia

AMANDA PRADO

Lunes, 29 de agosto 2016, 07:38

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«A menos de 24 horas de pisar la cima tuvimos que irnos a casa. Cuando escalas una montaña grande no debes ir con la mentalidad de llegar a la cumbre, pero inevitablemente después de un año de tu vida entrenando esta decisión escuece. Yo ya he 'congelado' dos veces, casi me cortan los dedos de los pies. Hay que tener bien claro que puedes morir si no eres sensato». Así cuenta Carlos Rovira, en un caluroso día de agosto en Cáceres, el duro momento que supuso renunciar, junto a su compañero de escalada, David Higueras, a hollar la cumbre del pico Lenin, en la cordillera del Pamir en Kirguistán.

La expedición de este dos profesores cacereños tenía fines altruista para colaborar en la obtención de fondos que destinar a la lucha contra la fibromialgia.

Carlos, más conocido como 'Kake', y David, de 51 y 43 años respectivamente, ejercen como profesores de Secundaria en el instituto Al-Qázeres, pero hay algo más que une a ambos: su vocación de alpinistas. Juntos imparten el ciclo formativo de Conducción de Actividades en la Naturaleza. Ahí es donde realmente creció su amistad. «Aparte de nuestro trabajo como profesores de educación física, en el ciclo, formamos a personas que quieren ser 'guías' de media montaña». Hace ya más de una década que se conocen y han realizado muchas expediciones, tres realmente duras: El Atlas marroquí, la Cordillera Blanca en Perú y en esta última ocasión el pico Lenin.

Los dos alpinistas cuentan a este diario que eligieron como destino la cordillera del Pamir para lograr alcanzar su cumbre a 7.134 metros . Además les resultó un lugar interesante y desconocido. «Lo usual es ir a lugares como Asia y Sudamérica, donde están las grandes montañas del mundo», explica Carlos.

«Al Pamir», añade, «se debe ir en verano. Otras montañas como el Everest solo se pueden escalar en otoño o invierno. Otra característica del Lenin es que es una montaña muy alta pero que no necesita ser escalada continuamente, casi todo el trayecto vas andando; al Everest le ocurre lo mismo. A veces la altura de una montaña no implica que requiera complejidad técnica escalando», relata .

Cuando ambos alpinistas tuvieron claro su objetivo se embarcaron con el proyecto solidario. David cuenta que a través de una amiga aquejada de fibromialgia observó que existía gran conexión entre los alpinistas y los que sufren esta enfermedad.

«El alpinismo requiere mucho esfuerzo, un gran trabajo mental y exigencia física. Una persona que sufre fibromialgia se esfuerza al máximo en la simple tarea de vivir. Coexisten con un dolor crónico, le echan muchas narices a la vida al levantarse cada mañana y continuar. Ambos tenemos en común la misma filosofía: afrontar el reto a sabiendas de que va a doler. La gran diferencia es que nosotros podemos elegir si ir a la montaña y ellos no».

Iniciaron la expedición el 10 de julio y tras 17 días de duro esfuerzo, después de nueve meses de entrenamiento, terminaron la aventura.

«No hemos hecho cumbre. El día antes de atacar la cima nos tuvimos que dar la vuelta debido a las condiciones climatológicas: mucha nieve, fuertes vientos y penuria absoluta. Siempre tienes en mente que esto pueda pasar pero es duro abandonar la meta a menos de 24 horas. De otro lado te consuela pensar que no es tu culpa, no se trata de falta de preparación o ganas. Físicamente estábamos bien pero la montaña te expulsa de allí y contra la naturaleza no se puede echar un pulso».

De su experiencia los dos alpinistas cuenta que no se han venido de vacío, aparte de ayudar a la asociación, han visitado un lugar increíble y han hecho grandes amistades. Ambos coinciden en que «el alpinismo es un deporte con un punto muy íntimo de motivaciones y sensaciones que choca mucho con la tendencia hoy en día de tener que publicitarlo todo», cita Kake.

«La montaña», opinan, «es una escuela de vida. Es una cura de humildad, no somos nada comparados con la naturaleza».

No obstante, David advierte que «últimamente noto que prima lo deportivo, como si la montaña fuera un polideportivo o estuviera ahí para que nosotros la ascendamos, cuando la realidad es que la montaña tiene seguramente cinco mil millones de años».

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