Borrar
Directo Directo | Con la Crucifixión termina el Vía Crucis en el Cerro de Reyes de Badajoz
Usuarios del comedor social reciben prendas que proceden de la donación de particulares:: JORGE REY
Ropa que llega a un segundo dueño

Ropa que llega a un segundo dueño

El exceso de consumo de productos textiles provoca avalanchas en estos centros, alguno de los cuales limitan la entrada de este material

Cristina Núñez

Domingo, 3 de julio 2016, 09:26

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A estas alturas, y con los termómetros totalmente entregados a la causa veraniega, ya quedarán pocos que no hayan acometido el forzoso trámite de mudar los armarios, sacar todo lo de verano y guardar lo de invierno. Y en ese tránsito, alguna prenda deja de ocupar espacio y termina en una caja de cartón o una bolsa de plástico, lista para vivir otra vida. Se compra más ropa de la necesaria, ya que las nuevas condiciones globales han abaratado la adquisición de las prendas y ya, más que una necesidad, comprar se ha convertido en un hobbie. Las temporadas se suceden de forma fulminante y no es raro que sintamos desactualizada una prenda de la temporada anterior. Comprar, tirar, comprar, es un bucle infinito al que nos entregamos sin pensar en las consecuencias éticas o medioambientales.

El itinerario que puede sufrir una prenda cuando ya no nos gusta o no nos sirve es muy variado, aunque el primer pensamiento en la cabeza del que quiere desprenderse de ella es ser solidario y que pueda valerle a alguien más. Varias parroquias o instituciones religiosas, así como entidades de carácter humanitario recogen prendas.

A eso de las doce de la mañana hay ya media docena de personas esperando para almorzar en el comedor social de la parte antigua, que gestionan las hermanas de la Caridad. Cuentan que les sirve «mucho» todo lo que llega. «Este pantalón es de Pedro del Hierro y se nota la calidad», describe uno de los usuarios de este comedor. Al abrir las puertas, tienen preparados unos cuantos paquetes de ropa que estos examinan. Un joven tienen preparadas unas zapatillas deportivas nuevas. «Tengo los pies muy mal, y éstas me las han comprado», explica.

También se ocupan de este asunto en la parroquia de Fátima, en donde llevan más de 15 años haciendo de correa de transmisión entre la gente que necesita donar su ropa y la que la necesita para vestirse. Los dos voluntarios que trabajan en este servicio, que gestiona Cáritas, son Valentín Benito y José Mirasierra. Al principio se instaló en un pequeño cuarto, pero luego pudieron optar a una cochera cedida por la parroquia, en donde almacenan, clasifican y organizan todos los elementos que les van llegando.

Los lunes, miércoles y viernes de 11 a 13 son los días específicos en los que reciben las bolsas de los donantes, aunque la enorme afluencia de los últimos días les ha hecho decidir no recibir más durante julio y agosto, aunque sí le darán salida los lunes y viernes, ya que el miércoles es el día que le dedican a entregar alimentos. «Hay tres equipos de mujeres que son las que se encargan de organizar y clasificar». El estado de la ropa es una de las cuestiones que más inquieta a estos voluntarios, ya que, sin poner paños calientes, describen como «piltrafas» algunas de las cosas que ciertos usuarios traen, lo cual hace cuestionar el verdadero sentido solidario que mueve estas acciones. Sobre los que reciben estas prendas, también hacen alguna puntualización. «Solucionamos el problema de muchas personas que no tienen, aunque se ha despertado cierta picaresca de algunas personas que revenden estas prendas», destaca José. «Pero bueno, si les estamos solucionando la vida a esas personas y sacan algo de venderlo, está bien». También notan cierto desfase entre lo que requieren las personas necesitadas y lo que la gente lleva. Los cambios de temporada hacen que cuando más calor hace lleguen un mayor número de prendas de invierno, y al revés.

Ante la avalancha de prendas la parroquia de Fátima cede a un taller que dirige una monja carmelita de Badajoz una buena parte de la ropa que recibe. El párroco de Guadalupe, Tino Escribano, explica que, aunque ellos también recogen ropa, toda ella va dirigida a este punto en el que la lavan y la reciclan y la ponen a la venta. Sirve también para emplear a mujeres que atraviesan por distintas dificultades sociales. Cada quince días sale una fugoneta llena. Escribano explica que cualquiera que lo desee puede acercar ropa hasta la parroquia Virgen de Guadalupe, también en verano. Ellos lo almacenan en un local cedido por el Instituto Municipal de Asuntos Sociales (IMAS). Otras organizaciones como Acisfj o los Hermanos de la Cruz Blanca también llevan a cabo esta tarea.

María José Castro es voluntaria de la organización Red Madre, que ayuda a mujeres gestantes o que acaban de ser madres a cubrir parte de sus necesidades materiales. Una de ellas es la ropa. «Aceptamos todo tipo de ropa, no solamente de bebé sino también de niño, porque va dirigida a familias, y puede haber muchas necesidades», explica Castro. Igual que sucede en otras organizaciones sociales, esta oenegé han cesado la recogida de ropa duramente los meses de verano por falta de voluntariado. Harán una entrega grande próximamente y después emplazarán a las usuarias a los meses de septiembre. Castro ruega a las personas que decidan ceder la ropa de sus hijos, que la entreguen en buenas condiciones, porque en ocasiones llegan cosas sucias o rotas, que resultan inservibles.

Se cuida con especial mimo lo que se entrega en la canastilla de la primera puesta, la ropita para el bebé que acaba de nacer. «En ese caso nos llevamos la ropa a casa, la blanqueamos y la colocamos».

También recogen ropa en la Casa de la Mujer, en donde se da cobijo a féminas que han sido víctimas de malos tratos. Puede entregarse ropa también de hombres. Todo se recibe por la mañana.

En la Plaza de la Concepción hay una tienda de ropa de segunda mano, pero explican que se adquieren las prendas en bloque a empresas que las distribuyen, no a particulares.

Las iniciativas de trueque que de tanto en tanto se celebraban en la ciudad han ido perdiendo fuelle, aunque estaban dedicadas no solamente al sector textil, sino a otros objetos.

En las redes sociales pueden encontrarse páginas dedicadas a poner en contacto a personas que deciden cambiar unos objetos por otros. Hay una dedicada exclusivamente al trueque. De vez en cuando salen vestidos o calzado de niños, además de otros muchos objetos que hacen pensar que vivimos rodeados de una avalancha de lo material.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios