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Miguel Fernández Campón, comisario de la muestra, junto al artista Andrés Talavero, que expone hasta el 12 de juio en Belleartes. :: a. méndez
Más que lágrimas, un renacimiento

Más que lágrimas, un renacimiento

Andrés Talavero firma una nueva exposición que se nutre de la experiencia vivida durante la enfermedad de su pareja

Cristina Núñez

Domingo, 5 de julio 2015, 10:28

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Año 2013, una enfermedad se asoma a la vida de Sonia Ponce, la pareja del artista Andrés Talavero. «Decía Louis Bourgeois que las obras solo salen cuando tienes un problema o sufres de ansiedad, que la gente feliz no tiene historia, solo el dolor es creativo». Miguel Fernández Campón, comisario de esta exposición plantea este argumento en el catálogo de 'Renacimiento', la muestra de Andrés Talavero que puede verse hasta el 12 de julio en la sala de arte BelleArtes (calle Donoso Cortés, de 19 a 24 horas). Y es cierto que el dolor asoma en las obras que componen esta muestra, pero también, y sobre todo, hay espacio para la vida, para ese renacer que se plantea cuando uno se enfrenta y supera una enfermedad. «Más que una exposición esto es un manifiesto de gracias a la vida, a los médicos, a las personas», compacta Talavero.

El hilo conductor estético es la muesca en la madera de un árbol, una herida que se convierte en una especie de lágrima y que se reproduce a lo largo de las diferentes obras. En uno de sus frecuentes paseos por el bosque, Talavero vio un árbol con una especie de señal provocada por los cambios en la madera. Ese 'leit motiv' articula todo el conjunto. «Hay un elemento simbólico que habla del alma, de la herida, llanto, de la herida de una persona, y a nivel estético hay una mayor depuración», resume el autor.

Hay varias exposiciones en esta muestra, muchas lecturas y múltiples formatos. Porque Talavero da rienda suelta a su creatividad y ofrece pintura, fotografía, instalaciones, videoarte. También hay dos poemas de Santos Domínguez. Y todo es uno, sin compartimentos estancos, cada obra retroalimenta a la otra como vasos comunicantes. Le gusta intervenir sobre el espacio en el que trabaja. La sala Belleartes permite varias contemplaciones. Abre sus puertas por la tarde (a las 19 horas). Uno puede pasear dentro de la galería, detenerse en cada obra, sentarse, ver desde lejos o ver desde cerca, el detalle. Pero también puede quedarse fuera para mirar, desde la calle y a través de las ventanas, que se convierten en un elemento más de la exposición, ya que esa huella localizada en un árbol se reproduce también en los cristales.

Tirando de su imponente corpus teórico, el artista cacereño explica algunos de los pivotes sobre los que se cimenta esta muestra que es arte, pero que también, y sobre todo, es vida. «Nunca he tenido interés por el arte en el sentido de correspondencia con la realidad de la naturaleza, he buscado partes feas, pero no a propósito, yo me acerco a el bosque porque que en su tronco se halla la edad en su corteza se observa vida, heridas, realidades palpables a nivel textural, lo otro solo data una temporalidad, pero por nuestras arrugas, nuestro cambio de color apreciamos esa parte del cambio del tiempo. Con esa corteza hablo de la verdad de un paso del tiempo y de la degradación de una vida que queramos o no se nos escapa, nunca me he acercado al arte con un criterio preciosista».

Historia personal

El periodista cae en la tentación de buscar detalles que hablen de Sonia en los cuadros y que den mensajes claros, pero no es tan obvio. «Yo no es que quisiera ilustrar lo que ha ocurrido con Sonia, sino que cuando hemos decidido hacer la exposición hemos decidido que todo este bagaje, que todavía hayamos podido seguir trabajando, haciendo arte pese a la crueldad de la enfermedad y la tristeza es mérito también de ella, porque ella ha tenido siempre un espíritu de no entorpecer una vida normal, ella no ha derramado una lágrima, a pesar de todo lo que ha padecido». Por lo tanto, más que de lágrimas, esta muestra está hecha de un renacer y un sobreponerse.

Miguel, el comisario de la exposición, interviene sobre muchos de los comentarios que hace Andrés Talavero, puntualiza y afina, como en el extraordinario texto que acompaña el catálogo. Y da detalles que hablan de un enorme nivel de comprensión de la obra. Sería la persona ideal para ofrecer una guía de esta exposición, porque su lectura es imprescindible.

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