Los uniformes de los colegios generan en la ciudad un mercado de venta de segunda mano

La impulsora de la iniciativa de los uniformes de segunda mano ha sido una cacereña, que prefiere mantenerse en el anonimato. El martes estaba en la calle San Pedro de Alcántara cuando llegó la Policía. «No hubo denuncia como tal porque no hubo ni venta, ni delito», matiza. Aclara que no había ningún grupo de madres vendiendo uniformes en la calle. Estaba ella, junto a su coche estacionado, esperando que algunos padres de las Carmelitas le entregaran prendas usadas. «Yo actúo de intermediaria entre los padres. No compro nada, recojo los uniformes en depósito», aclara.

Se trata, añade, de una experiencia piloto que ha puesto en marcha después de que una de sus amigas, con cuatro hijos, tuviera que hacer frente a la compra de cuatro equipaciones de cara al próximo curso escolar. «No tengo intención de hacer mal a ningún colegio. Ellos venden uniformes nuevos; estos son usados. El mercado de segunda mano es algo normal, igual que se vende un coche o un bolso», reitera. «Los padres me dan las gracias por la iniciativa», apostilla. El ahorro para la economía familiar parece garantizado, aunque no da precios.

Esta iniciativa no solo se ha llevado a cabo en el colegio de Las Carmelitas. A finales del pasado curso, la impulsora de la idea repartió octavillas informativas en las puertas de otros centros concertados, como el Licenciados Reunidos o las Josefinas. En las hojas se ofrecía la posibilidad a los padres de vender o comprar uniformes de segunda mano. Una veintena de familias ha respondido a la convocatoria. El mecanismo es el siguiente: los interesados en vender uniformes usados se ponen en contacto con la intermediaria, que los guarda en depósito hasta que surge un comprador. «Entre ellos realizan la venta», concluye.

Al margen de esta experiencia piloto, también es posible encontrar uniformes usados en portales de internet, como el que ha colgado Laura en Segundamano.es. «Se venden polos de manga corta, polos de manga larga, chándal completo, pantalón de uniforme, sudaderas del uniforme, falda del uniforme y zapatos», detalla. Sus hijos estudiaron en Las Carmelitas. Y ve en el mercado de segunda mano una forma de dar salida a una ropa que permanece sin uso en el armario.

Quejas

Los padres de alumnos de colegios concertados suelen quejarse del elevado coste de los uniformes nuevos. Hace años se vendían en establecimientos de ropa de niños o en tiendas de deportes. Pero la mayoría de los centros, salvo excepciones como las Josefinas o el San Antonio, han optado por retirar las prendas del mercado libre y venderlas en exclusiva dentro de sus instalaciones. El colegio Licenciados Reunidos fue uno de los primeros en hacerlo. «Tenemos que buscar recursos para afrontar los gastos de funcionamiento del centro que no cubre en su totalidad la administración», explica Francisco Álvarez, el director. «En nuestro caso, todo el dinero que conseguimos, lo reinvertimos», apostilla e indica que el centro acaba de adquirir 42 pizarras digitales. «Son recursos que la administración no nos cubre», enfatiza. Además de los uniformes, los centros también suelen vender libros de texto y material escolar, una práctica que ha motivado las quejas de los libreros.

En un escaparate de la ciudad se puede ver expuesto el uniforme de las Josefinas: el jersey de pico cuesta 34 euros, el pantalón 36, la falda 49 euros y el polo, 20.