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JAIME PANADERO
BADAJOZ.
Lunes, 16 de julio 2018, 07:58
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Los vecinos de San Roque llevan dos años conviviendo con dos 'semáforos ocultos' que ya se han vuelto famosos en el barrio.
Estas señales luminosas apenas se pueden ver debido a dos árboles que están pegado a ellos y que no dejan verlos con claridad. Se encuentran al final de la calle Isidro Pacense, casi haciendo esquina con la carretera de la Corte de Peleas. Todos los vecinos de la zona los conocen perfectamente.
Todo comenzó hace ya casi dos años, cuando se habilitó un carril bus de esta última avenida. Las obras obligaron a modificar la ubicación del paso de peatones que existía hasta entonces y, con ello, de los semáforos de ambas aceras.
Se habilitó otro paso de peatones, unos metros más abajo, con el objetivo de garantizar la seguridad de los alumnos del Colegio Virgen de Guadalupe. Fue lo que en ese momento se conoció como «camino escolar seguro», puesto que se habilitaba un itinerario para que por ahí pudieran salir los niños del centro educativo sin tener que atravesar el carril bus.
El problema es que los nuevos semáforos pasaron a ubicarse junto a sendos árboles que dificultan poder verlos. En la señal que está a la izquierda en sentido Corte de Peleas cuesta ver el luminoso para los peatones (ver imagen adjunta). En el que está enfrente, el riesgo es para los conductores que ingresan en esa avenida.
José Rodríguez, un vecino de la zona, confirma que para los conductores se hace muy difícil ver el semáforo. «Incluso hay veces, cuando los coches están esperando a que se ponga en verde, que el segundo de la fila tiene que pitar al primero para avisarle de que ya se puede pasar», asegura.
«No se ve bien ni para los conductores ni para los peatones, tanto en una acera como en la otra, porque los árboles los tapan», asegura Pilar Rodríguez, trabajadora de una frutería muy cercana. Y añade: «Deberían podarlos antes de que pase algo».
Según los vecinos, no ha habido ningún accidente todavía en esa zona, porque en la zona ya están advertidos de que deben tener cautela con ese semáforo.
«La primera vez que pasé por ahí con el coche no me esperaba que hubiese un semáforo a esa altura. Me lo pasé y tuve que retroceder unos metros», reconoce Eduardo Pagador, propietario de una carnicería cercana. Él no solo propone podar o talar el árbol, sino reubicar el semáforo a su posición original. «Ahora ya me he acostumbrado, pero si alguien pasa por aquí por primera vez, es probable que se lo salte. No te lo esperas», concluye. Además, el semáforo está en una posición con otro obstáculo añadido: se encuentra en mitad de curva donde además hay un cambio de rasante, por lo que no se puede ver hasta que se está muy cerca.
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