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La cara este de la torre más baja es la que más ha sufrido el impacto de las guerras. :: casimiro moreno
La historia que cuenta la primera catedral

La historia que cuenta la primera catedral

Pinturas sacras y grafitis profanos, huellas de las guerras, un escudo de los Reyes Católicos o el único vestigio de arte mudéjar son algunos de los descubrimientos

Domingo, 7 de enero 2018, 09:38

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La torre de Santa María se conservará como yacimiento arqueológico, porque además del atractivo popular de las vistas desde su terraza más alta, dentro atesora la historia del que es el edificio en pie más antiguo de la Alcazaba y el vestigio más importante del Badajoz medieval.

Los siglos que acumula, las diversas manos que lo han ocupado y la propia esencia de Badajoz como plaza fuerte conforman la historia de esta torre con un interior laberíntico y lleno de secretos, curiosidades y muchas incógnitas.

Las obras de restauración han arrojado luz sobre la historia de la primera catedral de Badajoz, pero sus distintas etapas constructivas son muy difíciles de desenmarañar. Fue primero mezquita palaciega durante el periodo musulmán, tras la conquista cristiana se convirtió en la primera catedral de la ciudad y más tarde en iglesia. A mediados del XIX se adaptó como hospital militar y finalmente quedó incrustada y sin uso dentro de la Biblioteca de Extremadura.

HOY ha recorrido el interior de la torre acompañado de Carmen Cienfuegos, arquitecta responsable del proyecto de restauración, para enseñar antes de que abra al público lo que esconden sus muros.

¿Qué queda de la catedral?

La Catedral de Santa María del Obispo o de la Sée (siglo XIII) se configura en un primer momento adaptando la mezquita palaciega al culto cristiano. Para ello, junto a la sala cuadrada de columnas de la época musulmana (de la que se conservan restos de sus basas en el interior de la Biblioteca de Extremadura) se anexan tres capillas semicilíndricas.

En la sala del Evangelio se han descubierto pinturas murales del XVIII de temática religiosa. :: c. m.
En la sala del Evangelio se han descubierto pinturas murales del XVIII de temática religiosa. :: c. m.

De esto da testimonio un plano militar de 1803 elaborado por José de Gabriel, que ha sido uno de los documentos más manejados durante los trabajos de restauración de la torre.

De estas tres capillas, solo ha llegado hasta nuestros días una, la del lado del evangelio, que se piensa que estaría dedicada al Espíritu Santo. Las otras dos las destrozaron los militares cuando hicieron el hospital. De ellas solo queda la huella de los ábsides de la capilla mayor y de la capilla de la epístola. Los curiosos pueden buscar en el suelo de la Biblioteca de Extremadura las trazas, ya que están marcadas en el suelo con terrazo negro.

Sin rastros del minarete

La entrada de arqueólogos dentro de la torre de Santa María, cerrada desde que los militares salieron de ella, había despertado las expectativas de dar con el minarete (torre desde donde se llama a la oración) de la mezquita palaciega de Ibn Marwan, construida entre los años 875 y 889 y ampliada después por la dinastía almohade en torno a 1169. No ha sido así. Estos trabajos no han dado ninguna pista.

«Es posible que no tuviera demasiada relevancia porque era para el uso privado de la corte. No obstante, creíamos que podríamos encontrar algo, pero no ha parecido nada que nos diga con claridad que aquí estaba el minarete. Puede ser que esté enmascarado porque hay por lo menos tres torres y cada una tiene distintas etapas o puede ser que no esté», comenta Carmen Cienfuegos.

Lo sacro y lo profano

Los trabajos de restauración sí han logrado recuperar pinturas murales de temática religiosa, localizadas fundamentalmente en la capilla del evangelio. La que mejor se identifica es la figura central de lo que parece un ángel o arcángel, que tiene a sus pies un hombre con turbante, una figura que llora y una mujer reclinada.

Al lado, también se intuye otra pintura que parece representar el martirio de algún santo, probablemente San Sebastián. En este espacio, también se han conservado una serie de florones. Este conjunto de pinturas, del siglo XVIII han pervivido, comenta Cienfuegos, «pese al entusiasmo de los militares que cuando ocuparon esto como hospital militar picaron los revestimientos, los lucieron e incluso en algunos casos, alicataron».

Las pinturas religiosas conviven con otras profanas. Se trata de grafitis e inscripciones realizadas por los militares y que en estas obras de restauración se han decidido conservar.

Hay testimonios en la propia capilla del evangelio, pero sobre todo en la estancia que hay encima de ella, que fue hecha por los militares, quienes la llamaban la cripta por lo oscura que era. En esta dependencia hay inscripciones (en una de ellas se lee la palabra 'coño'), dibujos, escudos y muchos agujeros de andamiajes antiguos.

El epitafio recuperado

La restauración de la torre de Santa María ha devuelto a su lugar original un epitafio del siglo XV o más probablemente del XIV que durante 20 años ha estado custodiado en el Museo Arqueológico de Badajoz. Se trata de una inscripción sepulcral pintada que dice: 'Sánchez de la Rosa en el año 1412 de la Era Hispánica'. Esta es una forma de datar tomando como referencia el 1 de enero del 38 a.C., lo que significa que son 38 años menos respecto del año común.

El epitafio estaba colocado en una de las paredes de la capilla del evangelio, pero cuando se hicieron las obras de la Biblioteca de Extremadura, se decidió levantarlo y depositarlo en el Museo Arqueológico, hasta ahora que ha vuelto a su lugar original.

Epitafio del siglo XV o XIV que durante 20 años ha estado depositado en el Arqueológico. :: c. m.
Epitafio del siglo XV o XIV que durante 20 años ha estado depositado en el Arqueológico. :: c. m.

Se ha descubierto parte de la fachada, de estilo mudéjar, de la primitiva catedral. :: hoy
Se ha descubierto parte de la fachada, de estilo mudéjar, de la primitiva catedral. :: hoy

El mudéjar, la revelación

Una de las grandes sorpresas que ha deparado la restauración de la torre de Santa María han sido los restos de decoración mudéjar en la capilla mayor y en la fachada de la primitiva catedral. Hasta el momento, los únicos que hay en Badajoz. «Toda la catedral tiene una decoración mudéjar, por lo menos en su primera etapa», asevera Cienfuegos.

Se trata de la llamada decoración con ladrillos de esquinilla, típica del mudéjar de los siglos XII y XIII, de la que hay algunos exponentes en España como las iglesias de San Tirso de Sahagún, de San Gervasio y San Protasio en Santervás de Campos o Nuestra Señora de la Asunción en Galisteo, que es el único ejemplo que se conserva en Extremadura de este tipo de decoración mudéjar.

Lo que queda de este estilo en Santa María es una muestra, pero de libro. En la antigua fachada, que quedó tapada cuando en la reforma del siglo XV se le anexó la sacristía, se ha descubierto un módulo completo: dos pequeños contrafuertes, el zócalo y la ménsula de granito y después las mochetas de ladrillo mudéjar.

También ha aparecido en estas obras parte de la fachada de la capilla del evangelio, decorada con arquillos ciegos entrelazados, pero han perdido el relieve porque en algún momento fueron raspados para dejar la superficie lisa.

En la torre más baja se ha encontrado un escudo, posiblemente de los Reyes Católicos. :: c. m.
En la torre más baja se ha encontrado un escudo, posiblemente de los Reyes Católicos. :: c. m.

El escudo de los Reyes católicos

En la cara sur de la torre más baja que se conserva de Santa María han aparecido dos escudos gemelos, que podrían ser de los Reyes Católicos. Las pistas las da el escudo de la izquierda, donde se distinguen las barras de la Corona de Aragón y el amarillo de la corona real. El escudo de la derecha es prácticamente imperceptible, pese al laborioso trabajo de recuperación con bisturí que han hecho los arqueólogos.

«Si es el escudo de Aragón, es real y hay dos, es muy probable que a la derecha estuviera el escudo de la corona de Castilla, porque ya se sabe: tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando», comenta la arquitecta.

Los impactos de las guerras

La torre de Santa María es el edificio más alto de la Alcazaba y ha sido a lo largo de los siglos blanco de las guerras que ha sufrido la ciudad. En la torre más baja es donde se han descubierto los mayores daños por el impacto de la fusilería e incluso de la artillería. En ella impactaron las bolas de cañón de la Guerra de la Independencia, que estuvieron a punto de derribarla.

Los militares decidieron salvarla, con una fábrica de ladrillo muy mala y cubriéndola con un revestimiento de falsa sillería. Durante la restauración, se decició protegar la cara este de la torre, dejándola lisa y quedando únicamente a la vista algunos elementos originales. En el siglo XX, la torre también sufrió daños durante la Guerra Civil.

'Fake' militar

Que la torre de Santa María tenga aspecto de castillo es culpa de los militares, quienes le quitaron toda la identidad al edificio cuando lo convirtieron en parte del hospital militar. La huella más visible de este estropicio es la torre más alta, que hasta entonces era un campanario, con una cubierta a cuatro aguas y una espadaña. A mitad del siglo XIX, deciden rematar la torre con almenas, para darle aspecto de fortificación militar, pero nunca fue una torre defensiva.

Fue un verdadero 'fake' militar sin ninguna función más que la estética. Sirvan de ejemplo no solo los altos y estrechos merlones que recubrieron con pintura roja, también los cordones magistrales que lucen las dos torres. Estos cordones (que se colocan entre el paramento y el peto) servían como elemento defensivo para evitar que los enemigos pudieran superar las murallas subiendo con una escala. En este caso y teniendo en cuenta la altura de las dos torres, los cordones no tienen más función que la decorativa.

Dos descubrimientos

Las obras de restauración también han arrojado otros dos descubrimientos. Se trata de un alféizar hecho con una pieza visigoda reutilizada, que se ve desde el exterior en la ventana de la dependencia superior de la sacristía, pero que se contempla mucho mejor desde el interior. Es una pilastra visigoda con decoración floral que está partida, seguramente en el transcurso de una obra de ensanche de la ventana. La aparición de piezas visigodas no es novedosa, ya que en la Alcazaba se han encontrado muchas piezas de este periodo histórico.

Bajo el suelo de la sacristía ha aparecido un hueco, que podría ser un aljibe, y que es anterior a la llegada de los militares. El descubrimiento se dejará a la vista, lo que ha obligado a replantear el proyecto inicial que era cubrilo y dejarlo a la misma cota que el resto del suelo de esta dependencia.

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