Borrar
¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Antonio León y Antonio Sáez han estado destinados en Perú. :: Pakopí
La Diócesis Mérida-Badajoz tiene 63 misioneros repartidos por 26 países

La Diócesis Mérida-Badajoz tiene 63 misioneros repartidos por 26 países

Este domingo se celebra la jornada del Domund para recoger donativos que ayuden a las misiones en el extranjero

Antonio Gilgado

Badajoz

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Sábado, 21 de octubre 2017, 09:03

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En términos cuantitativos, la labor misionera de la Diócesis Mérida-Badajoz se resume en unos pocos números: 63 misioneros repartidos por 26 países extranjeros y algo más de 230.000 euros recaudados en iglesias, colegios y cofradías en la jornada del Domund del año pasado.

Este domingo vuelven las clásicas huchas para los donativos a las parroquias y más que detenerse en los números, la cita sirve también para conocer la experiencia de algunos de los sacerdotes que se han dedicado a la misión.

Antonio León es el párroco de Suerte de Saavedra y Antonio Sáez el de Cerro de Reyes. Aunque ahora se dedican a sus comunidades de Badajoz, los dos tienen un pasado común en Perú, el país donde más misioneros españoles están destinados (845).

Antonio Sáez se fue a Cajamarca, en la sierra norte peruana, en el año 2000 y regresó hace nueve meses. Mantiene un discurso valiente y agradecido. Habla de la preocupación por la naturaleza, de la organización comunitaria y de la dimensión social de la fe.

«La persona que realmente ha apostado por Jesucristo no se queda encerrada en su comodidad, tiene una sensibilidad especial hacia los más necesitados. Es un gesto valiente».

América Latina, recuerda, encierra las mayores desigualdades y corre el riesgo de ahogarse en la indiferencia de Europa, por eso pide la colaboración con los misioneros.

En Perú, explica, hay tres zonas muy diferenciadas que podrían ser casi tres países distintos: la sierra, la costa y la selva. El estilo de vida y la organización social cambia de un sitio a otro. «La tarea no es solo centrarte en el culto y en las celebraciones, sino implicarte en la vida del pueblo».

En esa implicación, cuenta, tienen muy presentes las condiciones sanitarias, educativas y sociales. Sáez vivió de cerca la lucha social de los mineros peruanos. «Nosotros podemos ir allí y no encontramos fronteras para sacar sus riquezas naturales, pero sí levantamos fronteras para que las personas de allí vengan aquí. Eso es una injusticia flagrante».

En Cajamarca está la mina de oro más grande de América Latina y la segunda del mundo y los peruanos son muy críticos con las multinacionales que la explotan.

En su etapa en Cajamarca vivió el final de la dictadura de Fujimori y el paso a gobiernos más democráticos, aunque también salpicados por muchos casos de corrupción. «La corrupción no es un tema exclusivo de España». A pesar de todos estos inconvenientes, el país ha ido avanzando en la red escolar o en infraestructuras sanitarias.

Mejorar condiciones de vida

Los misioneros, explica, también trabajan para mejorar las condiciones de vida de las comunidades.

«La gente se fía porque todo el dinero que se da a través de la iglesia llega en su totalidad al destino. Allí lo acogen con sumo agradecimiento. El pueblo peruano es muy agradecido».

Antonio León llegó de Perú en 2009. Desde el seminario tenía inquietud por pasar algunos años de misionero pero esperó antes de marcharse. «En 1987, cuando me fui, aquí había bastantes sacerdotes y allí hacían falta».

El concepto de parroquia es distinto en un sitio y en otro. En Perú es mucho más amplio. «En el Amazonas, por ejemplo, llevábamos casi treinta pueblos entre tres».

También se dedicó a salvar las carencias. En muchos pueblos, recuerda, habían un pequeño puesto de salud, pero no tenían medicinas y se limitaban a orientar a los vecinos en temas de higiene para prevenir las enfermedades. «De las primeras cosas que tuve que hacer al llegar fue llevar a una chica que había abortado a un hospital de la capital. Estaba a menos de noventa kilómetros, pero tardamos casi tres horas porque todo era un camino en mal estado».

Los dos misioneros de Badajoz coinciden en que Perú es uno de los países que más ha progresado en las dos últimas décadas, aunque las dificultades no se han superado y ponen como ejemplo la comunicación. En los noventa era habitual pasarse meses sin contactar por teléfono con la familia porque las líneas estaban solo en las capitales o en zonas muy restringidas, mientras que hoy el panorama ha cambiado con el desarrollo de la telefonía móvil.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios