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Espido Freire, ayer por la mañana en una de las casetas de San Francisco con su libro. :: J. V. Arnelas
Espido Freire rescata a la última zarina

Espido Freire rescata a la última zarina

'Llamadme Alejandra' se ha llevado el premio Azorín por novelar la Revolución Rusa contada por la mujer del emperador

Antonio Gilgado

Viernes, 26 de mayo 2017, 07:36

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Al principio choca que alguien llame al zar Nicolás II como 'Nikki', pero en el contexto en el que se desenvuelve 'Llamadme Alejandra' (Planeta) entra dentro de lo apropiado.

PROGRAMA PARA HOY

  • 13.15 horas

  • uPresentación. 'El vigilante jurado (testigo inoportuno)', de Manuel Gil Muñoz.

  • 18.00 horas

  • uPresentación. 'Olvidaré tu nombre', de José María González Campillejo.

  • 18.30 horas

  • uPresentación. 'El dossier de las mujeres sin rostro', de Ángel Arribas.

  • 19.00 horas

  • uPresentación. 'La X en la palabra', de Fermín Castro.

  • 19.30 horas

  • uPresentación. 'Aprehenderse. Diálogos entre poesía y pintura', de Montserrat Villar y Juan Sebastián.

  • 20.00 horas

  • uConferencia. Trayectoria editorial, de Olga de Dios.

  • 20.30 horas

  • uConferencia. Fantasy West a cargo de Carlos Díaz Correia y Jacobo Márquez, premio mejor cómic publicado en España.

  • 21.00 horas

  • uConferencia. 'Todo esto te daré', de Dolores Redondo. Premio Planeta 2016. Firmará libros a las siete y media de la tarde.

Espido Freire cuenta la fascinante historia de los Romanov para convertirlos, precisamente, en una familia normal, en su intimidad.

La escritora dibuja a una madre preocupada por el futuro de sus hijos, muy tímida y enamorada de su marido. El relato, contado en primera persona, fue galardonada con el Premio Azorín de la Diputación de Alicante en marzo. Los premios, explica la autora, permiten darle más vida a los libros.

Espido Freire pasó ayer por San Francisco para hablar de un personaje que les fascina desde siempre.

La novela llega justo cuando se cumplen cien años de la Revolución Rusa, pero no es fruto de la oportunidad. Espido Freire reconoció ayer que llevaba mucho tiempo intentando construir el libro. Con el telón de fondo de la Revolución Bolchevique, cree que sirve para recordar de que tanto a poderosos como a no poderosos, la vulnerabilidad está gravemente penada en la sociedad.

Más allá de quedarse en el boato de la mujer del zar, el relato guía hacia una mujer de poco más de cuarenta años, madre de cinco hijos con el más pequeño enfermo de hemofilia, recluida en un pueblo de Siberia desde que su marido renunció al trono y que en mitad de la madrugada le despiertan.

Ella, en ese momento, no sabe que la van a fusilar por orden de los bolcheviques. Espido Freire describe a un personaje contradictorio, con una sensibilidad casi patológica, a la que le da todo el peso en estos acontecimientos. «Sus hijos y su marido la adoraban, pero tenía una imagen pública muy deteriorada. Ser alemana jugaba en su contra».

La primera persona permite acercarse a la época a través de sus protagonistas. En estos cien años se han escrito muchos libros sobre la Revolución Rusa, pero muy pocos parten de los acontecimientos desde los ojos de la zarina y su familia. Un experimento para mostrar el contraste entre como nos vemos a nosotros mismos y como nos ven los demás. «Desde el círculo más íntimo hasta los millones de personas que la conocían como la mujer del zar, había Alejandras muy distintas».

Siempre le fascinó

Espido Freire llegó a Alejandra hace mucho tiempo. Decidió escribir una biografía novelada, pero como entendió que era muy fácil juzgarla, al final lo hizo en primera persona. Cartas, diarios, biografías, documentos... todo lo que ha caído en sus manos estos años ha ido moldeando la narración final.

El contraste de Alejandra también se da en su marido. Al zar le apodaron 'Nicolás el sanguinario', pero en su familia le veían como una persona muy débil.

El matrimonio que formaron nunca fue de conveniencia. Nicolás y Alejandra se conocieron de adolescentes y se enamoraron. Los padres de Nicolás eran padrinos de Alejandra y nunca vieron a su ahijada como la mejor candidata para su hijo. La historia de amor entre ambos es otra de las aristas en las que también se detiene Espido Freire.

La reina Victoria, abuela de Alejandra, o Rasputín completan el cuadro de personajes. Con la reina, explica la escritora, tuvo una relación muy estrecha y con Rasputín no faltaron los rumores de todo tipo. «Alejandra confiaba mucho en Rasputín, sobre todo porque le ayudaba con la enfermedad de su hijo, cuando lo asesinaron fue un antes y un después para ella».

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