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Manuela Matas, enfermera del centro de salud de San Roque. :: Casimiro Moreno
«Los chicos deben aprender a rechazar con naturalidad  el sexo sin protección»

«Los chicos deben aprender a rechazar con naturalidad el sexo sin protección»

Manuela Matas, enfermera del Centro de Salud de San Roque, lleva cuatro años coordinando clases de educación afectiva y sexual en la Escuela Virgen de Guadalupe

Antonio Gilgado

Domingo, 7 de mayo 2017, 00:24

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Manuela Matas acumula ya veinte años de experiencia en el centro de salud de San Roque. Fue una de las promotoras del Proyecto Comunitario El Rivillas. Sanitarios, docentes y asociaciones vecinales de San Roque, Cerro de San Miguel, Suerte de Saavedra y Cerro de Reyes trabajaron conjuntamente para mejorar las deficiencias de los barrios. De esa primera experiencia, aparcada por la crisis, permanecen los contactos y las sinergias. El último ejemplo es la colaboración del centro de salud de San Roque con la Escuela Virgen de Guadalupe. Las clases de tutoría de secundaria se aprovechan para que los médicos y los enfermeros hablen de relaciones sexuales y afectivas a lo chicos. Manuela se encarga de coordinar el proyecto y el SES le ha entregado el premio Educación para la Salud porque contribuye a reducir los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión entre los adolescentes. En realidad, la experiencia va mucho más allá. Tratan temas tan sensibles a los trece años como la autoestima o la igualdad de género.

¿Cómo nace este proyecto?

Todo surge porque en un momento determinado, la Escuela Virgen de Guadalupe nos demanda una intervención concreta con los chavales. La idea inicial era trabajar sobre métodos anticonceptivos en los jóvenes, pero decidimos plantear un proyecto más completo. Afrontar de forma íntegra la educación afectivo y sexual en toda la etapa secundaria. Se convirtió en una asignatura más porque trabajamos durante todo el curso con ellos.

¿Cómo se organiza?

Empezamos hace tres años con primero de la ESO, al curso siguiente, primero y segundo, ahora llegamos hasta tercero y la idea es trabajar en toda la secundaria. Ya tenemos nueve clases desde los doce a los catorce años. Parece que lo de la educación para la salud es siempre de enfermería, pero este año ya tenemos dos médicos residentes. Más las cuatro enfermeras residentes. También los profesores imparten algunas clases.

¿En todo este tiempo, han detectado ya algunos cambios?

En conocimientos, por supuesto, en actitud es algo que se verá con el tiempo, pero ya hay muchos puntos claves que se notan. A los padres les damos una nota de los temas que vamos trabajando y coinciden casi todos en que esto les allana el camino. Hay temas que ellos antes no sabían abordar, pero si lo trabajamos en clase se encuentran con muchas barreras rotas que les ayudan. Temas como la menstruación o el inicio de las relaciones sexuales siguen siendo tabú entre padres e hijos.

Seguimos sin superarlo.

El problema es que quienes educamos a los chavales somos todavía de otra generación. Los chicos tienen acceso hoy a mucha información, pero también hay mucha información errónea.

Más allá de los conocimientos, en actitud, ¿qué debe cambiar?

Los chicos deben aprender a rechazar con naturalidad el sexo sin protección. El problema es que eso hay que trabajarlo. La asertividad es algo que no se trata habitualmente, por eso incidimos nosotros.

¿Se puede aplicar este modelo de trabajo a otro centro?

Nosotros tenemos aquí en el barrio otro instituto y nos encantaría trabajar allí. Este proyecto parte de una necesidad concreta en un centro concreto, pero es evidente que esa necesidad también la tienen otros colegios e institutos de la ciudad. El centro de salud tiene una presión asistencial muy alta. Cada vez que salimos fuera tiene que quedarse gente sin que se note en las consultas. La implicación de los médicos y enfermeros residentes es crucial para poder abordarlo.

¿Cómo afrontan los adolescentes este tipo de temas?

Con naturalidad. Se ha establecido una relación fantástica entre los profesionales del centro de salud y los chicos. Ya no asocian a los sanitarios y al centro con la enfermedad. Lo más perceptible es que está cambiando la relación entre ellos mismos con sus compañeros. Empiezan a tener más autoestima, a apreciarse más ellos mismos. Por eso digo que no es solo cuestiones relacionadas con los anticonceptivos o con las enfermedades de transmisión sexual, vamos más allá. Es importante que a esta edad se empiecen a trabajar aspectos relacionados con la igualdad de género.

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