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José Antonio Espada, ayer, en el adarve del Baluarte de la Trinidad. :: J.V. ARNELAS
«Hoy hace un año de mi traumático accidente, en el que volví a nacer»

«Hoy hace un año de mi traumático accidente, en el que volví a nacer»

El arqueólogo José Antonio Espada vuelve al Baluarte de la Trinidad, el lugar donde se rompió 20 huesos, para celebrar su 'renacimiento'

Miriam F. Rua

Martes, 28 de marzo 2017, 23:29

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El próximo día 8 de abril, José Antonio Espada, conocido como el arqueólogo de la Junta en Badajoz, cumplirá 54 años. Antes de esas velas, ayer sopló otras, la de su renacimiento tras la terrible caída en el Baluarte de la Trinidad, que le llevó a estar durante cinco días en la Unidad de Cuidados Intensivos luchando por seguir vivo.

Ayer hizo justo un año, en sus palabras: «Un año de mi traumático accidente en el que volví a nacer, porque fue de creer en los milagros el poder seguir vivo». Lo celebró, porque así lo quiso el azar, dando una conferencia sobre los hallazgos arqueológicos encontrados durante las obras del Baluarte de la Trinidad. «Ha sido mera coincidencia, era el día que estaba libre el salón de plenos de la Diputación», comenta. Antes de eso, por la mañana, aceptó la invitación de HOY de volver a su particular zona cero.

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«Cuidado papá no te acerques a Trinidad, no te acerques a ninguna obra, quédate en el despacho». Ese fue el mensaje de su familia antes de salir de casa. Pero Espada, que no es supersticioso y que piensa que por pura estadística no volvería a tener un accidente como el que tuvo, se enfrentó al relato de una caída, que ha tenido que reconstruir, porque sus recuerdos se pierden en el momento en el que decide entrar en el pozo de escucha, donde cayó.

Este es precisamente uno de los hallazgos que han sacado a la luz las obras en el Baluarte de la Trinidad. Una construcción, la única que puede verse hasta el momento en Badajoz, pensada para espiar al enemigo. A este pozo se llega tras descender una escalera de piedra y cuyos peldaños han llegado a nuestros días en un estado muy irregular.

«Tuve tres fracturas de cráneo con derrame cerebral y no me acuerdo de nada, por eso no me da ninguna impresión ni tengo ningún miedo de estar aquí», dice. Sí recuerda que ese día llegó al baluarte para supervisar la ejecución de las plataformas de las cañoneras. Siguió dando un paseo y vio que la puerta de acceso al pozo de escucha estaba abierta. Hasta entonces su acceso era imposible porque la puerta estaba colgada.

Fue precisamente la construcción de los muros de hormigón del contrafuerte, que son los que dan acceso al adarve, lo que le abrió el paso. «He entrado, estaba mojado y supongo que he pisado, me he deslizado y he caído rodando rompiéndome veinte huesos hasta que he parado antes de caer en el pozo, que me hubiera rematado», relata. «Mucha suerte», apostilla. Rodó durante veinte metros, el pozo estaba a tres metros más de profundidad.

Durante cinco días peleó en la UCI por salir adelante, aunque reconoce que fueron momentos de mucha incertidumbre. «Estuve muy mal, estaba entre allí y acá. En muchos momentos los médicos decían que no saldría del atolladero», explica. De ahí pasó a planta, donde estuvo ingresado 35 días más antes de que pudiera salir del hospital. Y, entonces, comenzó un proceso de recuperación en el que ha pasado por las manos de neurocirujanos, traumatólogos, rehabilitadores y otros especialistas, dice, «atendiendo a cada una de las indicaciones y cumpliendo a rajatabla con lo que me decían». 245 días de baja médica, «poco para lo que fue», valora.

Cuando mira para atrás su balance lo resume en una frase: «He vuelto a vivir. Estoy aquí otra vez pero ese día me tenía que caer». Esto lo dice porque cuenta que antes de ser funcionario de la Junta de Extremadura trabajó como arqueólogo en Bolivia, Perú y Chile. «Nunca me ha pasado nada sabiendo que era muy peligroso y aquí, que estás en tu casa, te caes». Pero se cayó también porque, como también reivindica, «en el desempeño de mi trabajo y cumpliendo con mi deber tuve un accidente que casi me cuesta la vida».

Ahora reconoce que está muy bien y que los propios médicos están sorprendidos de su evolución. Le quedan algunas secuelas, como los vértigos por sus lesiones cervicales y el dolor del nervio ciático, que intentará combatir yendo al gimnasio. Hay otra secuela que lleva peor, desde su reincorporación sus informes no los hace sobre el terreno, que es lo que le gusta, sino desde la oficina.

Espada ofrece una lectura de las obras del Baluarte de la Trinidad desde el punto de vista arqueológico, con las que combate el rechazo que el resultado final, desde el punto de vista estético, ha generado en la ciudad. La puerta medieval de Trinidad original, su amortización posterior como infraestructura hidráulica, parte de la cerca del siglo XIII y restos del convento de los Trinitarios ponen en primer plano el interés científico y pedagógico frente al estético. Este próximo sábado espera explicar estos hallazgos junto al profesor Julián García Blanco en la visita guiada que ha organizado Amigos de Badajoz.

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