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NATALIA REIGADAS
Domingo, 26 de marzo 2017, 08:28
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Magdalena Luna tiene 72 años y está sentada en primera fila en su clase de inglés. Presta atención y repite la frase 'estoy corriendo' en pasado, presente y futuro. «I will go running», concluye. Lleva unas semanas acudieron a estas lecciones porque su hijo vive en Inglaterra. Es funcionario en Bristol, así que no espera que regrese a España. Ella suele acudir a visitarlo con su marido y «cuando estamos solos nos arreglamos regular, solo por señas. Además, ahora mi hijo tiene novia y tendré que hablar con ella».
Magdalena no está sola en su empeño de aprender un idioma extranjero. Forma parte del grupo de 19 personas mayores de 60 años que cada miércoles y viernes se desplazan al Centro de Mayores de María Auxiliadora para practicar la lengua de Shakespeare. Es la primera vez que el Área del Mayor del IMSS (Instituto Municipal de Servicios Sociales) ofrece este curso.
La idea surgió, según explica Rosario Gómez de la Peña, concejala de Servicios Sociales, por petición de los propios mayores. Hicieron un curso en la Escuela de Verano y tuvo mucho éxito, por lo que decidieron extenderlo a otras fechas. Así, este seminario ha arrancado hace unas semanas y se extenderá hasta junio. La edil destaca que los gustos de los mayores van cambiando y desde el Consistorio quieren adaptarse.
Los asistentes cuentan con un profesor nativo. Se trata de Norberto Martín, que lleva 16 años afincado en Badajoz pero que nació en Brighton, por lo que es bilingüe.
Norberto está muy contento con sus alumnos. «Son muy estudiosos y, además, entre clases se buscan recursos por su cuenta para seguir practicando». Este docente explica que la principal motivación de estos estudiantes es la curiosidad. «Tienen ganas de aprender cosas nuevas. También son conscientes muchos de ellos de que el ejercicio de aprender un idioma es muy bueno para el desarrollo mental. Algunos lo hacen por necesidad, por ejemplo, para hacer algún viaje».
No comer comida sorpresa
En este punto se encuentra una de sus alumnas, Charo de la Cruz. Tiene 61 años y quiere aprender inglés para ejercitarse, pero también para manejarse con soltura si decide viajar fuera.
«Para cuando viajas es muy bueno. Al menos no comes sorpresa. Antes cuando viajabas comías sorpresa. Ahora ya sabes. O para moverte, en tren o en autobús», bromea esta estudiante. «Y para mí, sobre todo, para la memoria. Con la edad se va perdiendo un poco y es un ejercicio de activación de memoria», añade.
De la Cruz también destaca que las clases son muy entretenidas. De hecho, todos resaltan la buena labor del docente y añaden que apenas faltan a las citas, salvo casos de emergencia. «Yo estoy muy contenta. Es un profesor estupendo y el método es muy bueno. Es todo sobre la marcha, son frases y hay que hablarlo, darle la entonación»
Norberto Martín explica que se trata de un método para aprender inglés de forma natural. «A diario aprendemos español porque aprendemos palabras nuevas. Esto es lo mismo, pero en inglés. También damos gramática porque es necesario, pero todo de una forma natural». Siguiendo este estilo, las clases avanzan charlando, repitiendo conversaciones y familiarizándose con el inglés poco a poco.
Manuel Nieto, otro de sus alumnos, destaca que hay muy buen ambiente entre los estudiantes. En su caso ha optado por estas clases a sus 74 años para entretenerse, pero de una forma productiva. «Estar aquí es por emplear el tiempo. Yo creo que en la vida lo mejor es estar trabajando aunque sea en calidad de aficionado, pero al fin y al cabo, empleado».
«Hay mucha gente de mi edad a la que le gusta ir a echar la partida a diario. A mí me parece aburrido y no aprendes nada», añade.
Además, espera que estas lecciones le resulten útiles para estar al día. Le gusta utilizar Internet y explica que se encuentra muchos textos en inglés que le gustaría poder leer. De hecho, su próximo objetivo es saber más sobre la Red porque «para mí eso es preferente si nos queremos reciclar un poco».
Su compañero Francisco Ortega, de 66 años, participa en el curso porque para él es una asignatura pendiente. Recuerda que en el año 1962, cuando estudiaba en el instituto Zurbarán, había 50 escolares que impartían francés y solo 2 inglés. «No se por qué motivo porque ya se sabía que iba a ser internacional y la lengua necesaria», se lamenta. Ahora quiere resarcirse.
No es su primer intento. Recuerda que hace unos años se compró unos fascículos para aprender en casa, pero quiere dar el siguiente paso. «Aquí estoy aprendiendo gramática. A conjugar los verbos. Una cosa programada y con profesionales. Merece la pena».
Los estudiantes coinciden en que les gustaría seguir con este curso en el futuro. Por el momento las clases continúan hasta el verano, pero estos alumnos están dispuestos a esforzarse hasta hablar inglés por su memoria, para visitar a sus hijos, para entender canciones, para leer Internet y para desafiarse a sí mismos.
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