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Cartel que avisa de las consecuencias de agredir a los funcionarios de los centros de empleo.
Alta tensión en los centros de empleo

Alta tensión en los centros de empleo

Carteles, cámaras de vigilancia, seguridad y un protocolo son las armas con las que las antiguas oficinas del Inem y del Sepe se blindan para prevenir insultos y amenazas

miriam f. rua

Lunes, 16 de enero 2017, 00:15

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«Se informa que ante cualquier amenaza o agresión física o verbal hacia su personal, la Dirección General de este Organismo cursará, en su caso, la pertinente denuncia por la vía penal».

Este es el aviso que recientemente el Ministerio de Empleo ha colocado en las oficinas del Sepe (antiguo Inem) de Badajoz y en las del resto de la provincia. El cartel es cuanto menos disuasorio y eso es exactamente lo que buscan, prevenir las conductas que la larga crisis y la lacra del desempleo generan en las oficinas de empleo, convertidas desde hace unos años en centros de alta tensión.

Personas que agotan su prestación y con ella su medio de subsistencia. Personas que olvidan sellar la tarjeta del paro y se les penaliza. Personas que no son seleccionadas para el empleo en el que creen que dan el perfil. Personas que en los centros de empleo reciben un golpe de realidad que dan, no los que deciden las leyes ni los que aprueban las ayudas para los desempleados o para la contratación de parados, sino los funcionarios que atienden en los centros de empleo.

La tensión campa a sus anchas en estas oficinas y, en ocasiones, deriva en salidas de tono, gritos o insultos hacia los trabajadores. Para prevenir situaciones de este tipo, el Sexpe, dependiente de la Junta de Extremadura, ha diseñado un protocolo de actuación, ha instalado cámaras de vigilancia y ha puesto personal de seguridad que, de momento, están surtiendo efecto.

«Los trabajadores de los centros de empleo somos los primeros que oímos a una persona exigir una solución a su problema de desempleo. Puede que antes hayan acudido a los servicios sociales, pero una mejilla y parte de la barbilla la ponemos nosotros», explica José Navarrete, gerente provincial del Sexpe.

El aumento de la conflictividad en los centros de empleo comienza, fecha Navarrete, en torno al año 2011. «Es verdad que la crisis empieza antes y que entonces también ya se perdía empleo, pero durante los primeros años la gente estaba cubierta con las prestaciones u otras ayudas hasta que llega un momento en que todo eso se va acabando», relata.

Así si antes los problemas que se vivían en un centro de empleo eran comunes a los de cualquier servicio público como las quejas por las colas y los tiempos de espera, ahora reconoce el gerente del Sexpe en Badajoz «en este periodo los problemas son los personales de cada demandante, que en muchos casos es un problema serio de supervivencia». En estas circunstancias, reconoce Navarrete, «el carácter nos sale a todos».

Momentos críticos

Especialmente críticos son dos momentos del trabajo en los centros de empleo. Uno es cuando se aprueban las ayudas para los parados de larga duración. «Aunque no nos corresponde a nosotros, lo normal es que los trabajadores del Sexpe sean los primeros en atender a los usuarios. El problema viene cuando hay que decirles que no tienen derecho a las ayudas porque no cumplen algún requisito. Esto genera una frustración enorme», cuenta.

El otro momento crítico es durante los procesos de selección de candidatos para ofertas de empleo público como el PER, el programa Experiencia o el Plan de empleo social. «Si nos piden, por ejemplo, diez jardineros, solo hay trabajo para los diez que se ajustan más al perfil y eso muchas veces no se entiende porque al final no podemos cubrir el cien por cien de las expectativas de todas las personas que vienen a los centros de empleo».

En Badajoz, las situaciones de tensión nunca han llegado a mayores pero sí se han producido salidas de tono, insultos o broncas que en algún caso ha desembocado en denuncia. Para frenarlas, el Sexpe ha dotado de personal de seguridad a los tres centros de empleo de la ciudad. Lo mismo ha hecho en el resto de ciudades grandes extremeñas. Sin embargo, Badajoz no ha solicitado la instalación de cámaras de vigilancia que sí se han instalado en otras oficinas de la provincia.

Además, junto con la Delegación del Gobierno en Extremadura, se ha diseñado un protocolo de actuación para respaldar a los trabajadores explica el gerente del Sexpe con recomendaciones sobre cómo deben actuar en caso de que se produzca alguna de estas situaciones críticas. Y, más recientemente y a través de la Escuela de Administraciones Públicas, los trabajadores han recibido formación específica sobre cómo atender en situaciones conflictivas.

Y a estas medidas se ha venido a sumar el aviso del Ministerio de acudir a la vía penal para perseguir los insultos o las agresiones físicas.

De momento, las medidas están teniendo un efecto disuasorio, y se han rebajado las amenazas a los empleados y las incidencias en los centros de empleo. Entre ellas hay una más que aporta Mari Ángeles Becerra, jefa de negociado del centro de empleo de Juan Carlos I: «Se necesita mucha pedagogía, ser empáticos y pacientes con la gente». Para ella, la crisis no está detrás de los malos comportamientos de algunos usuarios sino el carácter de cada uno. «Yo creo que el que es agresivo lo es en una oficina de empleo y al volante, aunque sí es verdad que hay gente que viene enfadada y a la que intentamos calmar explicándole las cosas muy bien».

«Hay mucha gente que viene a desahogarse prosigue y aunque el trabajo que vienen demandando no podemos sacarlo del cajón y dárselo, lo que sí podemos es darle un buen trato y ayudarle en lo que podamos, bien revisando su historial de demanda o enseñándoles dónde buscar las ofertas de empleo», detalla Becerra.

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