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A. GILGADO
Viernes, 9 de diciembre 2016, 07:32
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Como si fuera una tradición familiar más, cada vez que Lorenzo Fernández y Cándida Martínez pasan por el altar tiene que haber un periodista de HOY esperándoles en la puerta.
Ocurrió el ocho de diciembre de 1966 en la iglesia de San Roque. Se casaron ese día junto con tres parejas más de la ciudad. La concurrencia fue noticia y Pereira, fotógrafo del periódico entonces, retrató la singular escena. Ayer se cumplieron cincuenta años y Lorenzo y Cándida volvieron a la misma iglesia, por separado, como si tuvieran los 23 años de entonces.
La novia se bajó de en un chevrolet gris con adornos en la puerta. Llevaba un vestido atornasolado, un abrigo de raso color rosa palo, un tocado de pluma y un ramo de rosas blancas. El novio vino antes en un peugeot negro, igual que su traje, combinado con una corbata fucsia y una flor en la solapa del ramo de la novia.
Ambos se encontraron de nuevo en el altar. Renovaron los votos ante sus tres hijas (Maribel, Cándida y Raquel), ocho nietos y dos biznietos y al salir no les faltó su baño de arroz y pétalos.
Emocionado todavía y sin separarse del brazo de su mujer como si fuera un recién casado, Lorenzo reconoció que en cierto modo era un homenaje incompleto.
Intentó buscar a los otros tres matrimonios con los que compartieron ceremonia para acudir todos juntos, pero fue imposible. Incluso se planteó hacer un llamamiento por las redes sociales pero se contuvo porque temía que fuera inoportuno. «Ha pasado mucho tiempo y uno no sabe cómo le ha ido a cada cual. Podía meter la pata».
Su boda múltiple fue casi una casualidad. Lorenzo y Cándida reservaron la fecha después de que una hermana de ella se casara en marzo, pero a los pocos meses, el párroco les convocó a una reunión con otras parejas y les dijo que como todos querían casarse el mismo día y por la tarde, la única solución era hacerlo a la vez. Todos aceptaron. Hoy, cuentan, lo volverían a repetir. «Fue muy especial y emocionante».
Llama la atención que en estas seis décadas los cuatro matrimonios no hayan coincidido después de compartir un momento tan íntimo. «En esa época en Badajoz nos conocíamos casi todos, pero luego nos perdimos la pista». Aunque no pudieron repetir la foto de Pereira, Lorenzo y Cándida aprovecharon para desear que el resto también haya llegado hasta aquí. Aunque celebraron cincuenta años de matrimonio, Lorenzo y Cándida llevan en realidad toda la vida juntos. A los trece años ya eran novios; a los 23, matrimonio; y en este medio siglo han vivido en La Picuriña y en el Cerro de Reyes. Su boda la celebraron con doscientos invitados en el Salón de Bailes Tomás Fernández de la carretera de la Corte. Lorenzo tocaba allí la batería y su padre el acordeón y organizaban bailes para parejas los fines de semana. Con el tiempo dejó la hostelería y se hizo camionero y más tarde vendedor de seguros. «He hecho de todo en la vida, pero de lo que más orgulloso me siento es de haber llegado hasta aquí con mi mujer», una sentencia valiente, de alguien que no esconde que también hubo momentos difíciles. Hoy toca hacer maletas. Se avecina una luna de miel que no tuvieron entonces.
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