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MIRIAM F. RUA
Martes, 20 de septiembre 2016, 08:01
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El capítulo del Cubo ha finalizado. Por lo menos en lo que se refiere al aspecto académico. Casi 600 alumnos de la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación comenzaron ayer las clases en la Alcazaba, con una semana de retraso respecto al resto de facultades de la Universidad de Extremadura y en una situación aún de provisionalidad. Hasta finales de mes tendrán que convivir con la obra derivada del derribo del Cubo.
Las clases ayer se desarrollaron con normalidad, ya que los trabajos para demoler las dos plantas del Cubo y los lucernarios que sobresalían de la muralla de la Alcazaba no han afectado a las aulas docentes. Estas obras, que comenzaron a mediados del mes de julio, ya han concluido pero sus consecuencias aún colean.
La desaparición de este espacio, ocupado por el profesorado, ha supuesto la eliminación de 24 despachos. La solución que se le ha dado, a través del protocolo firmado por la Junta de Extremadura a tres bandas: Universidad, Diputación y Ayuntamiento de Badajoz, ha sido la cesión de la planta superior trasera de la Biblioteca Regional, separada del edificio del Cubo por la capilla del antiguo hospital militar.
En total, 130 metros cuadrados donde se están llevando a cabo los trabajos de adecuación y optimización de los despachos de los profesores de Documentación y Comunicación. Por su parte, el Ayuntamiento se comprometió a reubicar a la Asociación de Bibliófilos de Extremadura, cuya sede está también en la Biblioteca Regional, y la Diputación a acoger a la Biblioteca en el edificio del antiguo Hospital Provincial cuando comience su recuperación. En definitiva, se trataba de liberar espacios para evitar que la eliminación del Cubo obligara a la Universidad a duplicar la sede de la facultad o peor aún, a su traslado de la Alcazaba.
Ese temor de la Universidad también lo compartían los propios alumnos. Desde hace una más de una década planeaba la amenaza del derribo del Cubo, sembrando la incertidumbre sobre el futuro de la facultad en la Alcazaba. Así lo expresaba ayer Alicia Mateos, alumna del cuarto curso de Comunicación: «Desde el primer año que entramos en la facultad estamos con el tema del Cubo y lo han tirado después de cuatro años aquí. Por lo menos hemos podido empezar en nuestra facultad que era lo que queríamos». Esta joven de 21 años, contaba ayer que muchos compañeros vivían en el Casco Antiguo por la proximidad a la facultad y que un cambio de sede habría sido un contratiempo.
Las obras de adecuación de los despachos del profesorado en la Biblioteca Regional tienen que concluir el 30 de este mes, ese día finaliza el plazo de ejecución de la empresa adjudicataria. Y la previsión es que se cumpla este plazo. «Entiendo que la empresa hará todo lo posible para llegar a tiempo, incluso nos han pedido permiso para poder trabajar los fines de semana», confirmaba ayer el decano de la facultad, Vicente Guerrero.
Hasta entonces, los profesores son los que se están llevando la peor parte. Los que han perdido su despacho han tenido que ser reubicados en aulas. Así, contaba ayer el decano: «Hemos habilitado un aula donde están ocho profesores en un aula de informática. Esta situación es provisional pero, de momento, la atención que puedan dispensar a los alumnos no es tan personalizada como será en los despachos definitivos».
Otro de los inconvenientes derivado de las obras es que el acceso de los alumnos a su biblioteca está clausurado, porque está en la zona afectada por la reforma de los despachos. «Las obras concluyen a finales de mes, después habrá que limpiar lo volúmenes, colocarlos y eso tardará algún tiempo más», reconoce Guerrero. Pese a todo, el decano se siente satisfecho: «Si esta primavera me hubieran dicho que el curso iba a empezar una semana más tarde no me lo hubiera creído, pensé que se iba a retrasar mucho más», y añade: «Me parece un absurdo que se hayan tirado dos plantas de un edificio construido, pero una vez que se han tenido que tirar estamos bastantes satisfechos con el resultado».
Un futuro de crecimiento
Una vez que la normalidad regrese a la facultad, sus perspectivas futuras son muy buenas. El traslado de la Biblioteca Regional le permitiría ocupar íntegramente el espacio el antiguo hospital militar, dándole la posibilidad de albergar a más alumnos y ampliar las titulaciones. Respecto a esto último, el decano comentaba ayer que «hay demanda relacionada con las titulaciones que aquí se imparten, como periodismo. De hecho hay alumnos que nos vienen a Comunicación Audiovisual pero que en realidad lo que desean es cursar periodismo».
El inicio del curso para los alumnos de la Alcazaba no venía ayer solo con inconvenientes. Los alumnos pueden ahora acceder desde la cafetería directamente al yacimiento arqueológico abierto recientemente y subir a esa parte de la muralla.
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