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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
En casa de Manuela Cuenda, en la calle Piedrabuena, no hay aire acondicionado. Ayer, el mercurio de su termómetro marcaba 34º a las tres de la tarde.
Si Badajoz se derrite, en Las 800 se abrasan

Si Badajoz se derrite, en Las 800 se abrasan

La barriada de la UVA, de casas techadas con uralita, es la sartén de la ciudad

miriam. f. rua

Jueves, 28 de julio 2016, 00:29

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El calor ha dejado de ser una conversación de ascensor para saltar a todos los informativos nacionales porque desde hace dos días Badajoz es la ciudad más calurosa de España. No en vano, como ya anunció HOY, este mes de julio marcará un hito en las estadísticas meteorológicas porque todo apunta a que será el más caluroso de los últimos 35 años.

Con unas temperaturas máximas extremas y unas mínimas que no dan tregua ni en la madrugada, Badajoz se derrite. Pero en la ciudad hay un sitio donde el calor aún aprieta con más fuerza, la barriada de la UVA o de Santa Engracia, conocida como las 800, cuya tipología original de casas bajas se conserva casi intacta desde mediados del siglo pasado. Esto le convierte en uno de los barrios más singulares y con más personalidad de la ciudad, pero precisamente una de sus señas de identidad, sus tejados, son la pesadilla de los vecinos durante el verano. Las cubiertas de las casas son de chapa y uralita, materiales que no solo no aíslan el calor sino que convierten a las casas en auténticos hornos. De ahí que, cuando Badajoz se derrite, las 800 se abrasan.

Por eso es frecuente que por la mañana, durante las primeras horas, las puertas de las casas estén abiertas de par en par para que entre el fresco, que al mediodía lo único que se escuche sean el monótono ruido de los aparatos de aire, y por la noche saquen las mangueras para refrescar techados, fachadas y las propias calles. También hay rutinas más ingeniosas, como la de la vecina que con tres niños chicos ha sacado la piscina de plástico a la mitad de la calle.

Actualmente, las mayoría de las casas tienen aire acondicionado, pero hay quienes sobreviven a golpe de abanico y con un único ventilador, los que hay que tienen un aparato de aire en el salón y después está la excepción del que tiene hasta cuatro aparatos de aire acondicionado, que estos días es la envidia de las 800. En la misma calle Tentudía, una de las que salen desde la Avenida del Sol, se dan todos los casos.

Juan José Martínez es uno de los vecinos que tiene instalado en su casa, en la que vive con su mujer y sus dos hijos, un aparato de aire acondicionado sin el cual, dice, «aquí no hay quien pueda vivir». Todos en su casa están parados, por lo que los casi 200 euros de la factura de la luz se convierten en un problema: «Tenemos que sacar el dinero como sea para pagar la factura porque los de la luz no se casan con nadie, o la pagas o te la cortan» y añade: «el aire acondicionado aquí no es un artículo de lujo sino de primera necesidad».

Un poquito más abajo, justo de esquina, vive Manuel Pino con su madre. En su casa, techada con la chapa primitiva, tienen instalados dos aparatos de aire acondicionado que funcionan prácticamente todo el día. «Mi casa con este calor es como si estuvieras dentro de una lata, sin aire acondicionado te asas», relata. Pino cuenta que «hay días que si hace más fresquito, apagamos el aire a las cinco de la mañana pero a las diez o las once lo tenemos que poner otra vez y después hay días, como estos últimos, que lo tenemos puesto todo el día».

En el otro extremo está Manuela Cuenda, una vecina de 71 años, que sobrevive en verano con un único ventilador de techo en el salón. Su pensión, de 600 euros mensuales, no le alcanza para pensar en el aire acondicionado, ya que todos sus hijos están en paro y ella es la que tiene que darles de comer a ellos y a sus familias. «Fresquitos no estamos, pero el ventilador nos mata un poco el calor, aunque estos últimos días han sido insoportables porque estas casas son muy calurosas y llega un momento que mueve aire caliente». Cuenda confiesa que lo peor son las noches, cuando se le hace imposible dormir: «no me queda otra que estar toda la noche como la Marifé con el abanico echándome aire sentada encima de la cama».

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