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MIGUEL VERÍSSIMO
Domingo, 3 de julio 2016, 08:30
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Los caminos de dos italianos y una guatemalteca se han unido en Badajoz. También pasan por la ciudad los de una argentina y una colombiana que finalmente no acuden a la cita. «Tienen un curso y no saben si se podrán escapar», se excusa Lucía Gómez, presidenta de la asociación ESN (Erasmus Student Network -Red de Estudiantes Erasmus-). La vida de los alumnos de Erasmus que pasan por la Universidad de Extremadura (UEx) tiene fiesta, pero también estudio.
«En la vida de estudiante, ya sea con o sin intercambio de países, la fiesta está presente. Es algo que siempre se suele compaginar, los estudios y la vida social», explica Gómez.
Esta alumna de Ingeniería Mecánica está a la cabeza de la asociación ESN en la UEx. A través de esta institución, buena parte de los 386 estudiantes internacionales que han llegado a la universidad este año, tanto de dentro como de fuera de la Unión Europea, conocen Extremadura. «Nuestra función consiste en hacer que se integren en la sociedad extremeña», asegura.
A Vito Zaccagnino no le hizo falta un periodo de adaptación a su vida de Erasmus. «En Badajoz se vive bien, la gente es muy amable. Desde el primer día uno se siente en casa», confiesa este italiano de 26 años.
Italia y México son los países que más alumnos internacionales aportan a la UEx. En su caso, Zaccagnino continúa en Badajoz con los estudios de Administración y Dirección de Empresas que realiza en la Universidad della Basilicata de Potenza. Llegó en septiembre y su periodo en la capital pacense está a solo unas semanas de terminar.
Junto a él llegó Rocco Pergola, de 22 años. Misma ciudad, misma universidad, mismo destino y hasta el mismo piso que Zaccagnino: un apartamento en Valdepasillas convertido en un pedazo de Italia. «Vivo en un piso donde todos somos italianos. Me dicen que estoy loco porque así no aprendo español, pero cuando voy a la universidad, al gimnasio o a jugar al fútbol hablo siempre en español», asegura. Su compañero de piso opina todo lo contrario. «Si llegase otra vez creo que viviría en un piso compartido con extremeños», se lamenta.
El piso de Ximena Ureta se ha convertido en una especie de embajada de Guatemala en Badajoz. «Vivo con otros dos guatemaltecos, pero en las clases y en los eventos de ESN conocemos a gente de otros países, así uno no pierde el contacto con otras culturas», explica esta alumna de Ciencias Ambientales que ya considera Badajoz como su segunda ciudad. «Me ha gustado mucho el trato de la gente, es muy amena. He estado en otras ciudades de España y siento que aquí es donde me han recibido mejor», añade esta joven de 20 años.
Durante los diez meses que llevan en España han realizado numerosas actividades organizadas por ESN. Han viajado a Toledo, Sevilla y Granada, pero sobre todo han conocido algunos de los puntos más representativos de la región. «Cuando llegamos fuimos a Mérida y les enseñamos la ciudad entera. Este sábado viajamos a Los Pilones, en el Jerte. Hicimos una ruta y estuvimos bañándonos. También fuimos a Cáceres y los Erasmus de allí han venido a conocer Badajoz. Nuestra intención es que conozcan lo máximo posible de Extremadura», explica la presidenta de la asociación.
La diversidad natural de la región ha conseguido encandilar a Ureta. «Los paisajes me gustan. La naturaleza es muy diferente a la de mi país», afirma. De todos los rincones de Badajoz, la joven guatemalteca se queda con el nuevo parque del Guadiana. «Es muy pacífico. En los atardeceres uno puede ver cómo se va moviendo la vida entre los puentes, cómo se van encendiendo las luces de los edificios. Es muy relajante», asegura.
Los italianos prefieren el centro, especialmente la Alcazaba. «Badajoz es una buena ciudad para vivir. No hay el caos o el tráfico de una ciudad grande. Y hay lugares para los jóvenes donde encontrarse con mucha gente», señala Zaccagnino.
Una experiencia inolvidable
El mes pasado, Sofia Corradi, 'mama Erasmus', fue premiada en Yuste con el premio Carlos V por su labor como impulsora de esta beca de intercambio internacional para universitarios. Corradi suele destacar en sus intervenciones que el Erasmus cambia la vida de los estudiantes. «Te hace mejor persona», declaró en su entrevista a HOY.
Al igual que sus compañeros en Badajoz, Ureta coincide con la 'mamma Erasmus'. «Es una experiencia que cambia vidas. Te hace darte cuenta de lo pequeño que es el mundo. A pesar de que seamos de diferentes países, la amistad que tenemos con gente tan diversa te hace ver que tenemos los mismos sueños y las mismas ilusiones», explica. «El Erasmus te abre la perspectiva del mundo, te enseña que es más que tu ciudad o tu nación», añade Zaccagnino.
Dentro de la vida académica, Pergola desmonta el mito y asegura que los Erasmus también tienen que sufrir para aprobar. «No es una vida fácil. Se dice que los Erasmus no hacen nada, pero no es verdad porque nosotros tenemos que estudiar mucho, igual que los españoles», comenta ante las risas de su compañero de piso. «Estamos aquí para estudiar, claro, pero además nos gusta disfrutar de la experiencia porque en España hay un gusto por divertirse», añade.
Con la mochila llena de experiencias y la fecha de regreso marcada en el calendario, coinciden en que quieren volver a la que califican como su segunda casa. Para regresar, Zaccagnino pide que la próxima vez se lo pongan más fácil. «Llegar a Badajoz es demasiado complicado. El aeropuerto de Badajoz casi no funciona, hay que ir a Lisboa o Sevilla. Puede ser complicado para un futuro si uno quiere volver», asegura.
Su amigo Rocco Pergola concincide. «En Badajoz se llora dos veces: cuando se llega porque por los transportes es complicado; y cuando te vas porque conoces mucha gente, te has acostumbrado a ella y la echarás de menos. Pero volveré», concluye.
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