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Vegetación y basura acumulada en el cauce
El mal olor del parque del Rivilla espanta las visitas

El mal olor del parque del Rivilla espanta las visitas

Los vecinos denuncian que la suciedad y el agua estancada en el cauce de los arroyos provocan un hedor que aumenta con el calor y atraen miles de mosquitos a la zona

Natalia Reigadas

Lunes, 27 de junio 2016, 00:36

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«Los mosquitos son como helicópteros. Ya no se puede ni pasear ni llevar a los niños a jugar porque pueden salir llenitos de picaduras». Así resume Victoria Álvarez la situación del parque del Rivillas y el Calamón. Los vecinos de la zona coinciden en que la suciedad y el mal olor han ahuyentado a los usuarios. «Apenas hay gente paseando y solo se ve a unos pocos ciclistas. Antes estaba lleno», se lamenta Álvarez.

La subida de las temperaturas ha multiplicado las molestias para quienes utilizan los parques del Rivillas y el Calamón. Desde hace dos semanas la afluencia de público se ha reducido. La basura y el agua estancada que se acumula en los cauces de los arroyos atraen muchos mosquitos y provocan mal olor.

Los vecinos y usuarios de estas vías verdes han pedido en numerosas ocasiones que se limpien los cauces. La responsabilidad es de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que actualmente está negociando con el Ayuntamiento de Badajoz para llegar a un acuerdo sobre quién y cómo asumir las labores de limpieza. No hay novedades sobre este acuerdo.

Los parques del Rivillas y el Calamón se inauguraron en 2008 tras una renovación completa de la zona motivada por la riada de 1997. El proyecto completo costó más de cuatro millones de euros. Esto solo para poner en marcha los parques. La inversión de la Confederación Hidrográfica desde que tuvo lugar la crecida que dejó 25 fallecidos fue de más de 60 millones para que la zona fuese segura.

Los parques cuentan con 14 kilómetros de paseo y 144.000 metros cuadrados de pradera. Hay varios conjuntos de juegos infantiles que están muy tranquilos a pesar de haber terminado las clases. «¡Como para venir con niños! Aunque no haga calor, hay mucho mosquito y mucha guarrería», concluye Victoria Álvarez.

Desde que se abrieron en 2008, el mantenimiento pasó a ser del Ayuntamiento, que recepcionó la zona. Por tanto, ahora es propiedad municipal. Hay una cuadrilla de parques y jardines dedicada a estas zonas y vigilancia, por lo que las zonas verdes están en buen estado.

Los cauces, sin embargo, se han ido deteriorando. Esta parte continúa siendo de la Confederación Hidrográfica, que no aporta una fecha sobre cuándo se puede llevar a cabo la limpieza. Desde 2008 no se ha realizado esta tarea.

Una negociación sin fin

En octubre del año pasado el alcalde de Badajoz, Francisco Fragoso, anunció que las administraciones estaban trabajando desde hacía un mes para solucionar el problema y anunció que la limpieza se llevaría a cabo en breve. Pero no se actuó. Hace un mes, tanto la Confederación como el Ayuntamiento confirmaron que seguían en conversaciones, pero no hay avances sobre cuándo llegarán a un acuerdo final.

En estos momentos la vegetación que sale de las aguas estancadas está descontrolada. «Parece una selva tropical con libélulas y árboles», bromea Paco Crespo, vecino de San Roque.

Algunos arbustos han crecido tanto que llegan a la altura de los puentes de madera que se construyeron para cruzar de una orilla a otra. Los residentes de los barrios cercanos también están preocupados porque la vegetación podría obstaculizar el paso del agua en caso de crecida. «Ya vimos una vez lo que pasa con una riada y estamos dejando que se convierta en un peligro», lamenta Pedro Mata, de Pardaleras, quien confirma que antes solía pasear por este parque. «Pero ahora no apetece».

También hay mucha basura procedente de los desagües. Con las lluvias se desbordan, así que hay zonas donde el olor es insoportable porque se acumulan los restos de aguas fecales. En los cauces también se ven latas, envases de plástico, botellas, bolsas de plásticos y todo tipo de desechos.

Antonio Macha, por el contrario, sigue usando este parque para practicar ciclismo. Explica que muchos compañeros de afición prefieren ahora el nuevo parque del río Guadiana, pero que él sigue usando el del Rivillas porque resulta tranquilo. «Sucio está, aunque pasando en bici no molesta tanto. Pero a mis nietos no los traería», concluye.

Manuela García, de 64 años, pasea a diario con su perro y sigue fiel a esta zona. «Es verdad que viene menos gente. A primera hora y a última es insoportable por los mosquitos y con el calor no es agradable. Una pena con lo bobonitos que están los jardines».

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