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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
José María García Macías mira una de las gallinas que se salvaron del ataque
"¿Y ahora qué hago con los perros?"

"¿Y ahora qué hago con los perros?"

Un vecino de La Atalaya denuncia la falta de respuesta tras un ataque a su gallinero

Evaristo Fernandez

Sábado, 13 de febrero 2016, 00:57

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No es la primera vez que los perros entran en su gallinero, pero sí le ha dolido más que en otras ocasiones. Las dentelladas que dieron a sus animales dos canes sin dueño casi le han dolido tanto como la indiferencia que encontró cuando trató de buscar ayuda. «Me mandaban de un lado a otro sin darme una solución, no es forma de tratar a un ciudadano», se queja José María García Macías, propietario de una casa de campo en la urbanización La Atalaya.

A su propiedad se llega por un camino que tiene su origen en la carretera de Corte de Peleas, justo enfrente de Grúas Cabrera. La casa está en un alto desde el que se otea un encinar magnífico. Diez escalones más abajo se ubica el pequeño gallinero en el que correteaban hasta el jueves por la tarde una docena de gallinas. «Se ve que eran perros de pelea que llevaban tiempo sin comer. Tenían hambre y armaron una grande. Tuve que recoger cuatro gallinas muertas y otra más que estaba malherida».

Aunque los perros no eran de gran tamaño, sí habían superado el año de edad y tenían bastante fuerza, según relata el afectado, que decidió entrar en el gallinero para salvar a las aves que todavía estaban vivas. «Me daba un poco de reparo, porque habían probado sangre y temía llevarme un mordisco, pero conseguí colocarles unas correas que tenía a mano».

La primera parte de la historia había acabado. Pero este vecino de La Atalaya no sabía qué hacer con los perros y decidió telefonear a la Policía Local para solicitar que alguien se hiciera cargo de los animales. «Llamé por teléfono para explicar lo que había ocurrido y me dijeron que eso no era de su competencia, que debía llamar a la Guardia Civil», indica.

Fue lo que hizo y unos minutos después estableció comunicación con el 062, desde donde le pasaron con la Guardia Civil de Badajoz para que contara lo sucedido. «Les dije que dos perros acaban de entrar en mi gallinero y que necesitaba que alguien se hiciese cargo de ellos. Pero me respondieron que no era de su competencia, que eso correspondía a la Policía Nacional».

A José María García Macías le extrañó la respuesta, pero decidió contener la respiración y marcar el 091 para detallar por tercera vez lo que acababa de sucederle. «Cuál no sería mi sorpresa que el agente me dijo que eso no era de su responsabilidad, que debía llamar a la Policía Local para que se hicieran cargo».

Escuchar esa respuesta por tercera vez lo sacó de sus casillas, pero en lugar de iniciar una nueva ronda de llamadas comunicó al agente de la Policía Nacional su intención de denunciar los hechos. «No podía entender lo que estaba sucediendo, me pedían que volviera otra vez al principio, como si fuera un blucle», relata García Macías.

Con los galgos a la perrera

Cuando este pacense escuchó esa tercera negativa, recordó lo que le había ocurrido hace un par de años con dos galgos que se colaron en su propiedad.

Entonces también trató de pedir la ayuda de la Administración, pero no le dieron respuesta y tuvo que ser él quien subiera a los escuálidos animales a su coche para llevarlos a la perrera municipal. «Cuando llegué allí me encontré a los trabajadores sentados. Fue muy fuerte», recuerda.

El jueves, sus llamadas terminaron por dar resultado. Unos 20 minutos después de contactar con la Policía Nacional recibió la llamada de una agente de la Policía Local comunicándole que se iba a desplazar a su finca para recoger a los perros. «La policía se portó estupendamente, se interesó por mi situación y se llevó a los animales en su coche particular. Se ve que es una persona que realmente se interesa por este tipo de cosas».

José María García Macías es consciente de que la queja que ahora expresa en el periódico no salvará la vida a las cinco gallinas que perdió el jueves. Sabe que tampoco recuperará los cinco gansos que perdió años atrás por otro ataque de perros abandonados, ni el borrego que compró para criarlo y murió como consecuencia de otro ataque. «Pero si al menos consigo que la próxima vez que un ciudadano llame a la policía alguien le hace caso a la primera, algo habremos arreglado».

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