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Dos visitantes bajo la lámpara de la Catedral. :: josé vicente arnelas
Del Congreso a la Catedral de Badajoz

Del Congreso a la Catedral de Badajoz

La lámpara que cuelga del crucero del templo pacense se trajo desde Madrid en el año 1879, ya que la Cámara Baja no aguantaba su peso

Tania Agúndez

Lunes, 11 de enero 2016, 07:35

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Es grande, majestuosa y de ella cuelgan 136 años de historia. La lámpara principal de la Catedral de Badajoz llegó ahí de casualidad, y aunque a veces pasa desapercibida entre los visitantes, sus características la hacen única. El interior de este edificio histórico está lleno de objetos artísticos de gran valor y la inmensa lámpara que decora el centro del templo es uno de ellos. La principal curiosidad de esta obra es que se realizó para alumbrar y decorar el Congreso de los Diputados, pero debido a un problema de peso su destino fue muy distinto al inicialmente planeado.

DATO A DATO

  • toneladas pesa esta pieza. Mide siete metros de alto y cuatro metros de ancho.

  • puntos de luz tiene la lámpara en forma de velas. Hasta el año 1907 se utilizaban velas de verdad para iluminarla, pero debido a la dificultad de encenderlas, se cambiaron por bombillas.

  • cajas se utilizaron para transportar la lámpara desmontada desde Madrid a Badajoz. Se trajo en ferrocarril hasta la ciudad.

  • reales costó hacer la lámpara. La viga que se instaló en la Catedral de Badajoz para poder colgarla de la cúpula valió 7.000 reales.

Según explica Alberto González, cronista oficial de Badajoz, la monumental pieza se hizo en Madrid, en la época de Isabel II, entre los años 1865 y 1870. La lámpara de bronce dorado macizo fue elaborada en los talleres de un artesano llamado Pedro Cuadrado y costó 18.854 reales. «Se trataba de mucho dinero para la época. Fue una gran inversión», indica González.

Esta imponente obra de arte fue un encargo para el Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados. El diseño, voluminoso y de mucho peso, pretendía dar a la principal sala de la Cámara Baja la luminosidad y solemnidad que requería. La lucerna pesa 3,5 toneladas (300 arrobas en la época en la que fue fabricada). Mide casi siete metros de alto y casi cuatro metros de ancho.

Sin embargo, su peso pronto se convirtió en un inconveniente. De hecho, fue el principal obstáculo para poder colgarla del techo del Congreso de los Diputados. «Era tan grande y pesaba tanto que temieron que pudiera ceder y desprenderse de la bóveda en la que iban a colgarla», especifica Alberto González.

Esta fue la razón por la que finalmente decidieron no utilizarla. La anécdota marcó su futuro y determinó su camino hacia la capital pacense.

La pieza fue desmontada, embalada en diferentes cajas y guardada en el Congreso. Lo que nadie pudo intuir entonces es que acabaría expuesta a 400 kilómetros de Madrid.

En 1879, hace ahora 136 años, la lámpara recaló en la Catedral de San Juan Bautista de Badajoz a instancias del entonces presidente del Congreso de los Diputados, el pacense Adelardo López de Ayala.

«Era un extremeño que dejó de serlo, porque nació en la localidad de Guadalcanal, que aunque en la actualidad se encuentra en la provincia de Sevilla pertenecía a Extremadura en aquella época. Se preocupó al ver una obra de este calibre arrinconada y sin uso, así que propuso llevarla a Badajoz», puntualiza el cronista de la ciudad.

El traslado conllevó algunas dificultades que finalmente se superaron. Debido a sus dimensiones, la lucerna se llevó desmontada y repartida en 20 paquetes. «El dinero fue otro inconveniente. Traerla era muy caro, pero se pudo transportar gracias a la ayuda de la compañía de ferrocarriles», subraya González.

Una vez en la capital pacense surgió un nuevo problema relacionado con la estructura de la Catedral. Ante el temor de que la bóveda de la iglesia no resistiera su peso, el tejado de la nave central tuvo que ser reforzado. Así, se instaló una gran viga de hierro en la cubierta del transepto (la nave transversal que cruza la zona central). La lámpara se colgó de unos cables de alambre acerado. La viga costó 7.000 reales y está cubierta a su vez por un habitáculo que la oculta para que pase desapercibida. «Esta operación la llevó a cabo el ingeniero Manuel Cervera, que por aquellos años estaba realizando también obras en el Puente de Palmas».

La lucerna se colocó el 20 de noviembre de 1879. «Sin embargo, el obispo Fernando Ramírez Vázquez quiso esperar al 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, para encenderla por primera vez», señala González.

De velas a bombillas

Tiene 109 brazos con sus puntos de luz correspondientes. Durante los primeros años la lámpara se iluminaba con velas, lo que resultaba muy trabajoso y complicado de mantener. Por ese motivo sólo se encendían en ocasiones muy especiales. «Había que bajarla con unas poleas o subir con escaleras», manifiesta González. En el año 1907 las velas se sustituyeron por bombillas.

Debido a su tamaño y dificultad para acceder a ella, el mantenimiento continúa siendo laborioso. Según afirma el fabriquero de la Catedral, Gabriel Cruz, la pieza se suele revisar una vez al año. Para ello necesitan disponer de una pequeña grúa pluma con la que suben los operarios que se encargan de cambiar las bombillas fundidas o limpiar la obra.

La lámpara cuenta con algunas peculiaridades. Su decoración, por ejemplo, no es religiosa. Como fue diseñada para que estuviera en el Congreso exhibe símbolos vinculados a la realeza y la heráldica. Está adornada con escudos, efigies o flores de lis. «Es una pieza única en España por sus características y cuando llegó a Badajoz causó mucha admiración. De hecho, en el gracejo popular la gente utilizaba el refrán 'Si luz tenemos a Ayala se la debemos'», recuerda González.

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