Borrar
La autovía conecta la ciudad de Badajoz con Elvas.
Cruzar la frontera lusa a diario

Cruzar la frontera lusa a diario

Muchos pacenses compraron su casa en Elvas cuando el metro cuadrado estaba por las nubes aquí

J. López-Lago

Domingo, 10 de enero 2016, 00:27

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cuando a algún forastero le explican que hay pacenses que atraviesan a diario la frontera de Portugal para llegar a casa, lo normal es que se sorprendan. Los pueblos españoles más cercanos a Badajoz capital son La Albuera, Talavera la Real y Olivenza, todos ellos a poco más de veinte kilómetros, pero en realidad la población más próxima es Elvas, en Portugal, a doce kilómetros, la única desde donde se ve claramente Badajoz.

Más información

Todavía hoy, la Eurociudad Elvas-Badajoz es un proyecto que se está cimentando y que hay que llenar de contenido. Pero al mismo tiempo es una realidad, como se deduce de muchos testimonios que siguen a continuación. Confesiones que desprenden tanta ilusión como decepción y, sobre todo, dudas administrativas.

Elvas tiene 23.000 habitantes y destaca por la conservación de su patrimonio histórico. La proximidad geográfica explica que muchos pacenses hayan tomado la decisión de instalarse en Portugal y cruzar la frontera varias veces al día, pues apenas tardan un cuarto de hora en cambiar de país. Los hay que hacen sus prácticas laborales todas las tardes, como María Matilla, de 24 años y que trabaja con una beca en una clínica veterinaria en Elvas, encantada con ir a trabajar al país de al lado cada tarde, aunque le haya costado adaptarse a la hora de diferencia (una menos en Portugal). También existe un nutrido grupo de sanitarios que trabajan en Elvas, e incluso una empresa de teleoperadores con sede en Badajoz ha abierto en esta localidad vecina, donde la mayoría de empleados son pacenses y cobran bastante menos que en España.

Pero además de este tráfico diario de profesionales a un lado y otro de la frontera, hace años que muchos dieron un paso más allá y adquirieron un piso, como David Jerez, pacense de 35 años que en 2007 se compró su casa en Elvas. «Me gustó el pueblo y tomé la decisión. Me atrae su cultura, la tranquilidad y el carácter de los portugueses. Es gente muy fiel. Hice amistad con mi vecino y ya parecemos amigos de toda la vida. A los cinco meses me invitó a su boda, y nos hemos ido juntos a Lisboa a ver un partido de Champions porque soy del Atleti y él es del Benfica. En realidad trabajo y vivo en Badajoz, pero voy a Elvas todo lo que puedo y paso allí los fines de semanas. Es una desconexión total y en un futuro no me importaría escolarizar a mis hijos allí», cuenta.

Queda claro que la distancia no es un contratiempo, y en otras cuestiones prácticas, como buscar cobertura española en el móvil, a algunos les basta con moverse hasta un rincón determinado de la casa. Además, los canales de televisión españoles siguen estando a mano aplicando alguna triquiñuela.

Como ventajas, todos destacan la tranquilidad y la posibilidad de practicar otro idioma, incluido el inglés si se sintonizan películas en la televisión portuguesa, que no dobla las producciones de Hollywood.

No obstante, lo más importante, lo que les animó a tomar la decisión, fue el precio de la vivienda, sobre todo hace seis o siete años, cuando en España el metro cuadrado estaba por las nubes. Todos los compradores pacenses subrayan además la calidad de los materiales.

Algunos ejemplos: por 144.000 euros M. J. S. compró hace cinco años una casa de 120 metros cuadrados con tres habitaciones, la cocina amueblada, armarios empotrados, primeras calidades en la construcción y dos plazas de garaje. Por su parte, F. M.L. pagó unos 210.000 euros por una vivienda de 200 metros cuadrados. P. J. M. adquirió por 140.000 euros en 2007 una casa de 134 metros cuadrados, trastero, tres plazas de garaje, tarima flotante, hilo musical y todo amueblado. En su caso, allí ha tenido dos hijos y ambos han sido escolarizados en el sistema público de Elvas. «Mi idea es quedarme aquí porque los pequeños ya tienen amigos portugueses y mi mujer y yo también. Elegimos que fueran aquí a la escuela porque estamos encantados con la calidad humana de los profesores, ambos ya son bilingües y aquí se le da mucha importancia al inglés. El problema es que mi mujer y yo trabajamos en Badajoz, así que nos tiene que echar una mano mi suegra. Por lo demás, estoy encantado con la calidad de vida de Elvas».

Muchos están regresando

Flavia Franco trabaja en Condap, una empresa portuguesa que actúa como administradora de fincas en Elvas. En los últimos quince años han gestionado viviendas de unos cien españoles que acudieron a Elvas a vivir.

Según explica, la mayoría suele elegir viviendas con más de un dormitorio, hay una alta concentración de ellos en la urbanización Villas del Acueducto, dice, y el perfil que predomina es variado, con jóvenes, jubilados y casados con hijos. Otras barriadas con gran presencia extremeña son la urbanización Europa y Olival de Moreno, una coqueta zona residencial a las afueras con conexión casi directa a la autovía que conduce a España.

No obstante, Flavia Franco ha observado una tendencia reciente, y es que muchos españoles han empezado a regresar a su país.

Anteriormente se citaba a varios propietarios solo con sus iniciales. Tiene una explicación, y es que la mayoría de los pacenses contactados por este diario son reticentes a divulgar que residen en Elvas. Prefieren mantenerse en el anonimato para evitar problemas con el fisco español o el portugués.

Otros ocultan su identidad porque son funcionarios y esta condición les impide residir en otro país que no sea España, cuestión sobre la que algunos se han percatado cuando ya era tarde, y ahora que se han acomodado en el país vecino se resisten a abandonarlo. En realidad, el funcionario debe residir, según la Ley, en su lugar de trabajo, si bien a día de hoy es una norma interpretable y dadas las circunstancias actuales sobre la facilidad de movilidad al mejorar carreteras, no hay problema para residir dónde se quiera. Pero no son éstas las únicas dudas legales que deben afrontar.

Luis Fernando de la Macorra, profesor en Económicas de la Universidad de Extremadura, es un pacense enamorado de Portugal que decidió irse a vivir a Elvas. No en vano, es el ideólogo y promotor de un concepto denominado Eurociudad Elvas-Badajoz, descrito por él en el año 2006 por primera vez y que posteriormente los políticos de ambos lados de la Raya han invocado cada vez que comparecen juntos. De hecho, ya existen eurociudades como Bayona (Francia) y San Sebastián (País Vasco), Ayamonte (Huelva) y Vila Real De Santo Antonio (Portugal), o Tui (Galicia) y Valença do Minho (Portugal).

«Al divorciarme me planteé experimentar cómo se vive allí, pues me queda a doce minutos del trabajo. Cuando vivía en Las Vaguadas (una urbanización a las afueras de Badajoz) tardaba más».

Sin embargo, De la Macorra cree que aún queda mucho camino por recorrer hasta cohesionar la relación entre pacenses y elvenses. Se refiere a cuestiones administrativas, fiscales, relacionadas con la matrícula del coche, del carné de conducir o un proceso a priori tan simple como abrir una cuenta bancaria en Portugal. Como reto mucho más sencillo de abordar habla de los dos carnés que él ha de tener para usar sendas bibliotecas públicas, la de Elvas y la de Badajoz. «Hasta que no tenga un solo carné unificado no se podrá empezar a hablar de una Eurociudad real», declara.

En su opinión, «no se nota que estemos en Europa y creo que habría que clarificar algunos trámites administrativos, por eso sería necesaria una oficina que oriente, algo así como una sección de algún organismo oficial que se coordine con el otro país para cuestiones burocráticas, porque al final cada país interpreta la ley a su manera, ambos países buscan cobrarte y los que vivimos aquí parecemos proscritos, nos sentimos como delincuentes potenciales», dice.

Por lo demás, todo de Portugal le gusta, desde la variedad gastronómica a la tranquilidad que se respira debido a que la educación es mayor y la gente menos ruidosa. «Yo no me siento español ni portugués, sino ibérico», señala este malacitano que llegó a Badajoz en 1988 y se mudó a Elvas en 2009.

En cualquier caso, por éstas y otras circunstancias un fenómeno constatable es el regreso de muchos de los pacenses que decidieron instalarse en Elvas. David Jerez dice que en su urbanización había muchos españoles. «Hace tres o cuatro años han empezado a volver a Badajoz y ya solo quedan la mitad. Muchos lo han hecho porque han tenido hijos y no podían contar con la ayuda de los padres y los suegros».

P. J. M., el pacense que vive en Elvas con su suegra para poder atender a los hijos, los dos escolarizados en Elvas, dice que lo que peor lleva es que «solo por haber comprado una casa en Portugal parecemos delincuentes». Este pacense tiene la de Elvas como segunda residencia, pues la primera la tiene en un pueblo de Badajoz.

Se considera por lo tanto residente español y reconoce que lo hace para conservar la prestación sanitaria española para él y su familia. «Pago mis impuestos en España, pero al final si Hacienda quiere buscarte la cosquillas te las busca. En mi caso declaro la segunda residencia de Portugal, y pago por ella más de 200 euros al año. Mi declaración de la Renta también es en España, mientras que el Impuesto de Bienes inmuebles (IBI) lo abono en Elvas». No hace mucho, relata como ejemplo, su mujer tuvo un accidente de tráfico en territorio portugués cerca de la frontera. Pidió que la llevaran a un hospital de Badajoz, más cercano. Pero solo fue posible tras una hora de espera hasta que contactaron con Lisboa para ver si esto era posible. Por suerte, dice, no era una urgencia.

La prestación sanitaria es por tanto el asunto que más preocupa a estos vecinos extranjeros de Elvas.

La otra cuestión sobre la que muchos españoles no saben qué hacer es la matriculación del vehículo. Él, como tantos otros pacenses, han optado por dejar la E española. «En Portugal dice el impuesto de matriculación es altísimo».

Esto puede acarrear una multa, lo cual ha minado la moral de algunos pacenses. En la urbanización donde reside cada vez quedan menos compatriotas. «Al principio éramos quince españoles y tres portugueses. Había un gran ambiente y quedábamos para comer en la calle o con la excusa de cortar el césped hacíamos alguna pequeña fiesta. Ahora ya solo somos cuatro españoles. La mayoría se ha vuelto en cuanto han empezado a tener hijos porque si van a España es un lío para organizarse con el colegio, las actividades extraescolares y todas esas cosas».

Jorge Rodríguez es uno de estos casos. Ahora tiene 35 años, pero cuando en 2007 empezó a pensar en comprar casa le hablaron de Portugal. «La relación calidad/precio era mejor y no había tantos requisitos por parte de los bancos, al menos en mi caso no me pedían aval como en España. Les bastaba con mi tipo de trabajo, bombero».

Compró lo que él llama un «pisazo»: 125 metros cuadrados, tres plazas de garaje, trastero, chimenea y y una domótica de última generación, todo ello en una de las zonas más nuevas de Elvas. Jorge vivió en esta ciudad portuguesa desde finales de 2007 hasta principios de 2013, más o menos cuando nació su primer hijo, que está a punto de cumplir los tres años. «En mi bloque éramos seis vecinos y cinco de ellos españoles, pero con el tiempo no queda ninguno. La mayoría porque hemos ido teniendo niño. Ir y venir al colegio se les hacía pesado, sobre todo quienes tenían jornada partida».

Como a todos, a este pacense le llamó la atención la tranquilidad de su barrio, sin bares, sin tiendas, sin gente por la calle. «Era como vivir en el campo, para mí fue una etapa con gran calidad de vida». Pero reconoce que ha abandonado el país vecino «con mal sabor de boca». Lo dice porque llegó a hastiarle que los guardinhas portugueses (el equivalente a la Guardia Civil) le dieran el alto prácticamente a diario. «Me decían que tenía que tener allí el coche matriculado, me exigían la carta verde del seguro, que es algo que no es obligatorio tener ya, pero ellos me ponían la multa, yo la recurría, me daban la razón y así continuamente, lo cual llega a cansar».

«Es todo muy complicado»

Desde el otro punto de vista, el de una portuguesa, también hay ganas de que el concepto de Eurociudad lo empiecen a notar los ciudadanos lusos. Isabel Vinagre es veterinaria, la jefa de María Matilla, que abría el reportaje. Cuenta que hace años se planteó abrir su clínica en Badajoz, donde vive su hermano.

Pensó en esta ciudad española porque es adonde muchos elvenses van al médico. Ella misma tiene un seguro privado en España, y en las salas de espera coincide con vecinas suyas de Elvas y Campomayor (Portugal).

«A nosotros para muchas pruebas médicas nos mandan a Évora o Lisboa, en Elvas no hay urgencias pediátricas y yo tengo un hijo. Mi idea era que los portugueses que van al médico en Badajoz también supieran que hay un sitio donde llevar a sus perros y gatos. Me llegué a interesar por ayudas para emprender un negocio que no existían en Portugal y sí las había en España, pero al final era imposible acceder a ellas por vivir en Elvas. Hace casi diez años que se habla de una Eurociudad, pero la realidad es que para los ciudadanos de uno y otro lugar sigue siendo todo muy diferente y muy complicado», sentencia.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios