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La casa de Moreno Zancudo antes de la obra y Julián Monge ante el edificio rehabilitado.
El antes y el después de El Silencio

El antes y el después de El Silencio

Natalia Reigadas

Lunes, 5 de octubre 2015, 11:39

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Uno de los mayores cambios del Casco Antiguo en los últimos años lo ha sufrido la esquina de las calles Moreno Zancudo y Encarnación. En la Noche en Blanco y en Almossassa el edificio llamado El Silencio, uno de los últimos en proceso de rehabilitación, fue una de las fotografías más repetidas por los pacenses que aplauden el cambio de imagen de una intersección importante, ya que da acceso a la Plaza Alta.

El responsable es Julián Monge con la ayuda de su hermano Diego. Este pacense nació en San Roque, pero ha pasado 27 años fuera de la ciudad. En este tiempo trabajó en París, Londres, Tokio, Nueva York o Milán como director de moda y director creativo de revistas y eventos, pero decidió volver a casa.

Compró el edificio de tres plantas y durante la obra ha descubierto, entre otras cosas, el esgrafiado antiguo del inmueble y varios arcos que ahora ya lucen en la fachada. Cuando terminen los trabajos quiere que sea un espacio público, por ejemplo, para la organización de eventos. Monge explica que ya hay proyectos para realizar catas de vino o celebrar cenas temáticas. «Se trata de crear un negocio versátil, polivalente. En Almossassa se convirtió en una tetería árabe, pero otro día puede ser Seúl con una cena con comida coreana, por ejemplo».

Para llevar a cabo lo que califica como un sueño ha frenado su carrera y ha invertido sus ahorros, pero está convencido de que el proyecto funcionará. También ha contado con el apoyo de la oficina del Área de Rehabilitación Integral.

En cuanto a la obra, explica que han ido poco a poco para ir descubriendo el valor del edificio. «Hemos ido escuchando a la casa, despacio. Viendo lo que iba necesitando». Se trata de un edificio con varios siglos de historia, aunque no han podido saber cuál es su origen. Según explica Monge, los papeles se perdieron, probablemente durante la Guerra Civil.

Este pacense admite que rehabilitar tiene sus dificultades, pero lo ha superado con ilusión. «Compré una casa, pero siento que me lo regaló Badajoz. Además en esta ciudad somos muy creativos. Hay una herencia real de cultura».

En cuanto al nombre, se le ocurrió al ver pasar a la Procesión de El Silencio por la calle Moreno Zancudo. Le impresionó y ha homenajeado ese sentimiento dándole título a su edificio. En breve estará listo y espera que sea un punto conocido del Casco Antiguo.

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