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El ramo se subasta por 1.500 euros en la romería de Bótoa

El ramo se subasta por 1.500 euros en la romería de Bótoa

El rosario se ha vendido por 550 euros

Antonio Gilgado

Domingo, 3 de mayo 2015, 10:16

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La tradicional subasta de la romería de Bótoa ha alcanzado los 1.500 euros por el ramo y 550 por el rosario. La devoción ha llevado de nuevo a los pacenses a 17 kilómetros de la ciudad, aunque se notaba menos gente que otros años.

Cuando Henri Viguie salió de Perpiñán hace más de un mes para homenajear a su difunta esposa su destino era la aldea del Rocío de Huelva. La devoción que compartían ambos llevó a Henri a partir hasta Huelva y unirse a un grupo de rocíeros franceses.

Pero como buen peregrino, sabe que en el camino no sólo se encuentran flores y tuvo que dejar el grupo para seguir en solitario. Aunque el Facebook ha querido que el último tramo, el de Badajoz-Huelva, lo haga acompañado por la Hermandad del Rocío de Badajoz, que tiene en la explanada de Bótoa su punto de partida. Allí llevan dos días con sus dos noches y Henri es uno más de la treintena de peregrinos.

En francés cuenta que cumplir la promesa a su mujer reconforta los tres meses fuera de casa. Como Henri, la ermita la llenaron ayer fieles que cumplen con su ofrenda ante la otra patrona de Badajoz. La de Verónica Fariña era un hermoso ramo de rosas y margaritas que dejó a los pies de la imagen a la siete y media de la tarde. Le acompañaban Julia y Misell, sus dos hijas.

Desde que nacieron las niñas, Verónica acude cada primer fin de semana de mayo a cumplir, como también lo hacen los miembros del Club del Caminante de Badajoz. Partieron a la cuatro de la cabecera del Puente de Palmas y tres horas después ya estaban de vuelta. Rafael Sarrando fue uno de los más de cuatrocientos caminantes que llenaron los caminos.

Pasaron calor en el primer tramo y hubo algunos valientes que se atrevieron a volver andando y obviar el autobús que a esa hora ya volvía abarrotado desde el cruce de la carretera lleno de promesas cumplidas.

Como la de María José Martínez, que se tatuó en un hombro la imagen de Bótoa después de que su padre pasara por el quirófano. Ayer llegó a tiempo para dejar el ramo antes de que Don Ramón empezará la misa al aire libre, bajo las encinas. Hoy hay otras tres eucaristías por la mañana antes de la precesión hacia la encina donde según la leyenda se apareció a un pastor que rezó a la virgen para que lloviera.

A última hora de la tarde, tras el rezo del rosario, el entorno de la ermita se llenó de público. En el epicentro coincidían los que volvían a Badajoz tras pasar por el templo, los caballistas de Valdebótoa y Gévora que viven la fiesta como su principal romería y los que venían para pasar la noche. En la dehesa se dan la mano durante este fin de semana la fe y la fiesta. Cada vez más grupos y familias decide acampar entre las encinas. Samuel, Sergio o María, por ejemplo, lo llevan haciendo tres años. Empezaron acompañando a sus padres y ya se han independizado. Tienen su propia tienda y en el equipaje no falta una caja flamenca para animar la fiesta nocturna.

Los grupos dispersos por la tarde acaban juntándose de madrugada alrededor de alguna hoguera.

Aunque no se preveía mucho frío, los campistas se apresuraban a amontonar troncos y ramas de encina. Y en una atmósfera tan campestre, tampoco faltó el inconfundible olor a carne a la brasa. Más intenso cuando se adentró la noche y ya se habían cumplido muchas promesas.

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