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Una nave en alquiler en el Polígono Industrial El Nevero :: c. Moreno
Más de cuarenta naves libres en El Nevero

Más de cuarenta naves libres en El Nevero

A la Entidad de Conservación llaman sin embargo cada vez más empresarios interesados en alquilar o comprar

Antonio Gilgado

Domingo, 7 de diciembre 2014, 08:10

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Basta echar un vistazo desde el ordenador a través de Google o darse una vuelta por El Nevero para conseguir un amplio catálogo de naves libres. Carteles de 'Se vende' o 'Se Alquila' cuelgan de muchas persianas.

En las 180 hectáreas que ocupa el polígono industrial más grande de Extremadura se han levantado más de 900 naves, pero en la parte nueva, urbanizada en el año 2004 cuando la antigua, ACO 36, llegó al cien por cien de su capacidad, la mayoría de estas construcciones industriales están hoy casi sin estrenar. La crisis coincidió con la ampliación y las expectativas de una ocupación del cien por cien y saltar al otro lado de la carretera de Campomayor en 2010, se diluyeron.

A las pocas ventas que se materializaron en esta fase hay que sumar el despoblamiento de los últimos años en la antigua, donde muchos operadores han cerrado por falta de actividad.

Los números del 2008, cuando se hablaba de 900 empresas y 7.000 personas que trabajaban allí todos los días quedan muy lejos. Los empresarios más veteranos calculan que en estos momentos El Nevero tiene algo más de un tercio de espacios libres.

Isidro Álvarez, presidente de la Entidad de Conservación, (un órgano similar a una comunidad de inquilinos) no se atreve a aventurar una cifra sobre el nivel de ocupación. «Es muy difícil hablar de precios, alquileres o ventas, es más una cuestión de las inmobiliarias y los propietarios de los terrenos. Algunos tienen más y otros menos. En la parte nueva todavía hay muchas sin ocupar».

Cuenta Isidro que la Entidad recibe con frecuencia llamadas de empresarios interesándose por naves y terrenos. «Nosotros les decimos que se pongan en contacto con los propietarios, que la Entidad no se encarga de alquilar ni vender nada».

En las calles más próximas a las viviendas de San Fernando, donde operan los más veteranos, se mantienen las constantes vitales, pero al adentrarse en las calles cercanas a la autovía se van perdiendo y en los rincones resulta complicado no toparse con varias persianas cerradas seguidas.

Solo en la calle Nevero Nueve, la penúltima del fondo, hay una decena de locales que se ofrecen para ocupar, entre ellos un amplio edificio de varias plantas que desde el exterior se ve completamente diáfano, vacío.

El despoblamiento se nota igualmente en los bares y restaurantes que viven del movimiento que generan los operadores. A los trabajadores que entran y salen hay que sumar proveedores o visitantes. En los bares, los camareros reiteran el mismo panorama. Como mucho, ahora sirven la mitad de menús del día y de desayunos que daban antes.

Miguel García conoció los años de expansión y ahora nota una especie de mutación del polígono hacia un un talante más comercial.

Primero fueron los grandes bazares asiáticos, más tarde las superficies para mayoristas y en los últimos meses la apertura de la multinacional francesa del bricolaje Leroy Merlin han ido sumando público que va a comprar y acude los fines de semana. Los pocos bares y restaurantes, también se han reinventado para ofrecer servicios de hostelería más sofisticados que el menú del día para trabajadores. «En muchas ciudades quedan ya polígonos industriales puros, en la mayoría han ido ganando servicios. En Madrid, por ejemplo, hay polígonos que tienen varios hoteles para aprovechar el tránsito de viajantes que se dedican a visitar las empresas».

Poco a poco, en El Nevero han empezado a mirar a la ciudad para atraer público y sobrevivir al despoblamiento industrial. Su posición estratégica, con varios accesos desde la ciudad por la Margen Derecha y otro a la autovía a través de la Carretera de Campomayor, le convierte en un polo por el que ya no solo se interesan industriales, sobre todo desde que abrió a pocos minutos en coche el centro comercial más grande de Extremadura, El Faro.

Familias los domingos

En El Nevero funcionan ahora ocho bares. En un principio vivían de los desayunos de trabajadores porque pocos vendían menús. No hay mucha distancia con la ciudad y la mayoría de los trabajadores comía en casa. Ahora, por los bares pasan transportistas, directivos y familias que se reúnen para comer los sábados y domingos.

La misma estrategia han seguido los almacenes y distribuidores de mayoristas. Primero vendían sólo a profesionales, más tarde compaginaron la venta mayorista con la minorista y ahora hay quien ya tiene más actividad por los particulares que por los distribuidores.

A un almacén de carnes y embutidos que funciona en una esquina se acercan tenderos que regentan tiendas de barrio o empresarios de hostelería, pero también particulares de la provincia, que ven en locales como éste un ahorro para su economía. Es el otro negocio de un polígono cada vez menos industrial.

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