Phonbiosis, el virus del móvil

Las comuniones, los cumpleaños e incluso las vacaciones de verano, ocasiones en las que se les regalan a los niños su primer terminal, se convierten en puntos de partida de esta adicción. Los riegos son tan importantes que desde la asociación Protégeles recomiendan que, al menos hasta los 13 años, el uso de los móviles se haga en compañía de los padres. Pero no sólo los más jóvenes son propensos a caer en esta patología, cualquier usuario de teléfono móvil puede sufrirla, incluso aquellos que se inician como adultos.

Los jóvenes con dificultades para controlar sus impulsos, los que tienen problemas de autoestima y timidez, o los que son adictos a otras cosas y utilizan los móviles para acceder a ellas, son los más propensos a caer en esta adicción. El descontrol en su uso crea «móvil-dependientes», un trastorno que ha pasado a formar parte de las denominadas adicciones psicológicas o adicciones sin drogas. Nuevos síndromes como el de las «vibraciones fantasma», cuando los usuarios sienten que vibran sus dispositivos y no es así, o el del «doble check» en Whatsapp, en el que la persona siente ansiedad al ver que el destinatario no responde a su mensaje, están haciéndose un hueco en el panorama psicológico.

Perspectiva psicológica

José María Fernández Chavero, especialista en psicología clínica en Badajoz, percibe el uso abusivo del móvil como un problema que cada vez es más frecuente. «Entre un 8 y un 10% de los universitarios españoles padece esta dependencia con todos sus síntomas: taquicardia, preocupación, sudoración, y la sensación de que se queda un poco desnudo y solitario si no lo tiene cerca».

Entre los adolescentes cree que estos porcentajes aumentan, aunque no hay datos muy claros al respecto. Una prueba del descontrol en el uso del teléfono es que «los españoles vemos el móvil al día una media de 150 veces porque tenemos la necesidad de responder rápidamente», apunta Fernández Chavero, quien cree que esto se debe a que «introdujimos los dispositivos móviles como una herramienta que nos facilitaba el día a día, pero poco a poco les hemos ido dando parte de nuestras vidas».

En su opinión, esto ha provocado un retroceso de la comunicación no verbal: la comunicación de las miradas, de los gestos, del tono de voz, lo cual lleva a un empobrecimiento social.

Las estadísticas dicen que incluso en período de crisis, durante el año 2013 los españoles se gastaron 1.115 millones de euros para renovar sus aparatos móviles, el doble que en 2012. Aun así, Fernández Chavero cree que «ahora somos más conscientes del uso que le damos a nuestros smartphones que hace cuatro años, aunque también es cierto que cuando el problema es de todos parece que no llama la atención».

En cuanto al uso que dan los menores a sus dispositivos, Fernández Chavero ve necesaria la implicación de las asociaciones de padres y madres, así como de los profesores. También propone incluir todos los años en los colegios charlas sobre los peligros del uso del teléfono.

Atabal

Desde la Asociación para la Atención de Dependencias y Adicciones en Badajoz (Atabal) se trabajan sobre todo los trastornos que afectan al comportamiento. Por esta razón, recibe desde hace diez años casos de adicción a los móviles.

Beatriz Rivas, trabajadora social del centro, asegura que «no hay conciencia social suficiente, por eso aún hay menor demanda. Sin medidas de contención y prevención, los casos de adicción al teléfono irán en aumento».

Incluso el smartphone está provocando que otras psicopatologías, como la ludopatía o la compra compulsiva, amplíen fronteras. Para Fátima Román, psicóloga de la asociación, tratar la dependencia al móvil «es más complicado porque, a diferencia de las adicciones con sustancias, que tras un tratamiento las puedes dejar de tomar, con los teléfonos no sucede así, ya que hoy día son necesarios para muchas gestiones. Por este motivo, se lleva a cabo un programa más enfocado a la reeducación en las nuevas tecnologías».

FaceUp

La inclusión de los teléfonos móviles en el día a día está tan extendida que es muy habitual que las personas no sean conscientes de hasta qué punto están absorbidas por sus dispositivos. Con esta premisa surgió FaceUp bajo el lema «la vida es lo que pasa mientras miras la pantalla de tu móvil». Se trata de una aplicación móvil que intenta frenar la adicción al teléfono a través de un test que mide nuestro nivel de «enganche» y que nos dirá sin tapujos en qué grado nuestra vida está ligada al Smartphone.

A partir de ahí se puede participar en un programa para lograr superar la adicción mediante retos: no utilizar el teléfono en comidas donde haya más gente o con tu pareja, ni tampoco desde la cama; jugar a PhoneStack con tus amigos, un juego que evita que te ignoren mientras estáis juntos y donde quien utilice el móvil antes de lo pactado paga la ronda; y seguir tu evolución como usuario para analizar el uso que le das al móvil.

También hay terapias que combinan la hipnosis clínica, EMDR (desensibilización o reprocesamiento por movimientos oculares), EFT (técnica de liberación emocional) e incluso un «coaching» especializado que enseña a hacer un uso razonable del móvil.