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G. C.
Domingo, 17 de junio 2018, 10:03
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En años de servicio, acumulan anécdotas y sensaciones. A Juan Francisco lo que se le viene a la cabeza es cuando van a recoger a una persona mayor a su domicilio y se despide de su cónyuge. «Ves esas miradas, cómo se tocan las manos para despedirse, porque no saben si se volverán a ver».
Fernando les pone música en la ambulancia a los usuarios cuando no son urgencias. Un pequeño gesto que agradecen y recuerdan. Siempre hay casos que hacen estremecer a estos técnicos experimentados, como son los casos con niños.
A Rafa le afectó el caso del socorrista que se mareó en la piscina, con la mala suerte de que cayó al agua y entró en parada cardiorespiratoria. Pudieron salvarle.
Pedro recuerda los minutos que vivieron cuando se les avisó porque un niño se había precipitado al vacío desde un cuarto piso y luego resultó ser una falsa alarma.
A Pedro sí le afectó mucho psicológicamente la agresión que sufrió en el hospital y que le obligó a estar dos meses de baja.
Pero lo que les queda son frases como la que una señora le dedicó a Paco. «Me dio las gracias por la atención tan profesional y tan cariñosa». Era una paciente que había atendido hacía meses por un ictus.
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