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El hospital se hace mayor e imprescindible

El hospital se hace mayor e imprescindible

Cumplidos los diez años, el Tierra de Barros demuestra con sus cifras que era necesario

GLORIA CASARES

Domingo, 30 de abril 2017, 10:23

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La pasada semana se celebraron los primeros diez años de vida del Hospital Tierra de Barros.

EL HOSPITAL EN CIFRAS

  • uPresupuesto. La inversión anual es de 29 millones de euros.

  • uPlantilla. Tiene 16 médicos, 57 enfermeros, 47 auxiliares y 16 técnicos de rayos y laboratorio.

  • uUnidades. Está dividido en cuatro unidades urgencias, hospitalización, consultas externas y cirugía mayor ambulatoria.

Nada más entrar, el visitante se da cuenta de que este centro es diferente. El ambiente que se respira en el interior parece más el de una ciudad en miniatura que no duerme, en la que la actividad es incesante e incluso frenética. Se trata de un hospital de alta resolución diagnóstica. Está dividido en cuatro barrios (las unidades), muy distintas pero muy unidas. La de urgencias, la de consultas externas o especialidades médicas, la de estancias hospitalarias y la de cirugía mayor ambulatoria.

Sólo el año pasado hubo 49.600 consultas médicas. Desde que abriera sus puertas, la instalación ha visto crecer su cartera de servicios con nuevas especialidades. La última, este mes, endocrinología.

Su presupuesto anual es de 29 millones de euros y en él trabajan 16 médicos, 57 enfermeros, 47 técnicos en cuidados de enfermería (auxiliares) y 16 técnicos de rayos y laboratorio.

Para muchos, la verdadera razón de este hospital es la cirugía mayor ambulatoria (CMA), que ha permitido descongestionar las listas de espera en el hospital de Mérida. Aunque para los responsables de la sanidad pública el corazón del hospital es la CMA, que permite a los pacientes ser examinados, diagnosticados, operados y regresar ese mismo día a sus casas, para los profesionales del hospital el riego sanguíneo es el servicio de urgencias.

Y lo es por varias razones, porque se atienden muchas (180.000 en diez años, 47 cada día); porque en muchos casos son patologías críticas (cardiopatías o ictus); y porque los profesionales están obligados a saber un poco de todo. «Tenemos que estar formados en cuidados críticos, con un nivel pluridisciplinar grande. Además, los flujos de pacientes deben estar muy bien estructurados y nosotros tener unos conocimientos específicos y técnicos. La verdad es que el servicio de urgencias es muy docente, te enamora porque tienes que aprender sí o sí», al carecer de especialistas, argumenta el coordinador general del hospital, Manuel Rabazo.

Formación constante

Sin embargo, esos condicionantes hacen que para los profesionales sea un verdadero acicate, que les anima a estar formados continuamente; y sea motivo de orgullo y satisfacción. «Aquí hemos salvado muchísimas vidas», señala Rabazo. Se refería a infartos, politraumas o septicemias, entre otras dolencias 'tiempodependientes', en los que salvar una vida es una lucha contra el reloj. Pero en las que el 'periodo ventana' es fundamental para evitar secuelas y en las que aplicar la medicación correcta en menos tiempo es determinante. Además, tienen que atender muchas urgencias pediátricas, a pesar de que no hay especialistas pediatras.

Este enfermero almendralejense, recién nombrado coordinador general, es un ejemplo de la plantilla del personal sanitario del centro. Lleva en él desde que se abrió, pero conoce los catorce hospitales de Extremadura, así que puede comparar.

Y sentencia: «Yo animo a los profesionales a que vengan a Almendralejo a aprender de cómo funciona nuestro servicio de urgencias».

El motivo, que los profesionales que trabajan en él, a falta de especialistas cardiólogos o de UCI, «tenemos que hacerlo todo nosotros». «Aquí hemos tenido muchísimos partos» en urgencias, sobre todo, dice con orgullo Rabazo, en época de recolección, porque «mires para donde mires hay viñas, así que les atiendes sí o sí».

«La sala de parada ha ido in crescendo tanto que ahora somos pioneros en algunas cuestiones. Incluso damos un curso en la Escuela de Ciencias de la Salud, que es el organismo de formación de los sanitarios, sobre actuación de equipos multidisciplinares en sala de parada, por ejemplo».

Para Rabazo la clave está en la preparación de los profesionales y en el compañerismo que hay y que les sirve para aprender unos de otros. «Por eso estamos pendientes de la formación y siempre pendientes unos de otros».

En el servicio de urgencias los profesionales atienden a los enfermos por lo que se conoce como 'triaje avanzado', que no había en otros hospitales. Ese sistema establece que al llegar los usuarios son examinados por un enfermero, que los clasifica según la patología y marca el orden por el que deben ser atendidos en las urgencias, atendiendo únicamente a los criterios de gravedad o de urgencia, no de llegada. Todos los enfermos salen del hospital «estabilizados», aunque sean derivados a otros centros.

«Estamos muy orgullosos, porque todo lo que hemos ido aprendiendo en estos años nos ha ido iluminando en cuanto a ensayo-error. Para mí las urgencias es una envidia para Extremadura, en positivo».

Hospitalización

Y si las urgencias en este hospital son una peculiaridad por las circunstancias que concurren, algo similar pasa con la unidad de hospitalización. La mayor parte de las 44 camas con las que cuenta este centro están ocupadas habitualmente por octogenarios, con patologías crónicas o pluripatológicos. El motivo es la elevada cifra de personas mayores que viven en las residencias que hay en esta comarca. «Muchas veces los enfermos vienen derivados de las residencias, existen muchas en esta zona». Las camas de hospitalización, que están divididas en tres alas, «están casi siempre a tope».

Además, muchos de esos enfermos son dependientes, lo que exige unos cuidados bastante completos. «Es un servicio exigente y hay unas instalaciones magníficas».

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