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Marifé y David junto a unos amigos y su hijo adoptado. :: G. c.
«Yo sin ti no me quedo»

«Yo sin ti no me quedo»

Describe un proceso lleno de entrevistas sicológicas, desembolsos económicos y muchos días de permisos en el trabajo

GLORIA CASARES

Domingo, 16 de octubre 2016, 08:40

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«Yo sin ti no me quedo», con ese explícito título María Fernanda Alvano Casademunt comenzó hace más de tres años un blog en Internet para contar cómo están viviendo ella y su pareja David los trámites para ser padres de un hijo adoptivo.

Lo que nunca pensó es que ese blog más que un cuento dulce y lleno de ternura, como el que escriben las mamás biológicas durante los nueve meses de espera de sus bebés, estaría lleno de sinsabores, duros trámites, complicaciones, bajones y momentos de desesperación, aunque con el mismo final, un hijo con el que formar una familia.

Y es que el aplazamiento de la edad para plantearse la maternidad, problemas de salud, familias monoparentales o parejas del mismo sexo son circunstancias que hacen necesario pensar en nuevos modos de formar una familia. Cada vez son más las personas en la sociedad actual que deben acudir a las adopciones o si no, buscar alternativas para poder formar familias con hijos.

Desde que a Marifé, como todos la conocen, le detectaron una endometriosis a las puertas de la treintena y, como consecuencia, la improbabilidad de tener hijos biológicos, le vino a la cabeza la posibilidad de la adopción para formar su propia familia con David.

Dificultades

Lo que no se pudo imaginar nunca esta mujer fueron las dificultades y duras pruebas que tendría que soportar hasta la llegada de su hijo adoptivo.

En junio de 2013 comenzaron a dar los primeros pasos para una adopción internacional y a falta de dos meses y medio para que llegue 2017, aún no tienen a ese deseado hijo.

Y es que la cruda realidad les llegó enseguida, porque uno de los requisitos para esa adopción era que debían estar casados, por lo que tuvieron que acelerar los trámites para la boda en diciembre. «Si no estás casado, se te cierran un montón de puertas», cuenta Marifé. Así, los primeros trámites se tuvieron que aplazar a junio de 2014, en lo que sería el inicio de «un proceso muy difícil» que se prolonga hasta hoy.

«Te sientes muy solo», confiesa esta terapeuta ocupacional, que también es titulada en Enfermería. Por ello, decidió crear un blog para contar su realidad, su día a día en la adopción. Y también como «forma de reinvindicar que esto no puede ser así», porque recuerda que la adopción no deja de ser una forma de maternidad, aunque no sea biológica, algo que parecen olvidar las autoridades, lamenta.

El periplo empezó con los trámites para lograr el 'certificado de idoneidad', requisito indispensable que otorgan las comunidades autónomas, administración a la que están transferidas las competencias en adopción. Un certificado que parece toda una reválida de cómo ser unos padres ejemplares y ciudadanos modélicos, a juzgar por los requisitos por los que tienen que pasar parejas como Marifé y David. Ellos comprenden esos trámites, pero lamentan que sea tan difícil la adopción cuando para una madre biológica todos son facilidades.

Cursos formativos durante dos o tres fines de semana en la provincia de Badajoz con un equipo de adopción de la comunidad autónoma, dos o tres entrevistas con otro equipo de la provincia de Cáceres, certificado de no poseer antecedentes penales firmado por un funcionario y un responsable de la Policía Nacional y una documentación extensa, «para la que siempre es necesario perder varios días de trabajo para cumplimentarla», lamenta.

Cursos

Aunque para Marifé, la prueba más complicada es el examen sicológico con los trabajadores sociales, que, según esta futura madre adoptiva, «te pone en situaciones límites» y supuso tal presión que a punto estuvo de tirar la toalla.

Preguntas como qué te supuso la muerte de tu padre, probablemente uno de los acontecimientos más duros hasta ahora en su vida, intimidades como por qué dejaste a tu anterior novio, hablar de las exparejas de ambos y rememorar momentos delicados supusieron para Marifé la prueba más complicada. Porque también te preguntan por tus hermanos, a qué se dedican y cómo son. «Cuestiones que son poco entendibles», asegura.

«Vives con el miedo de que esto lo digo o no, esto me puede perjudicar o impedir que sea madre adoptiva. Nosotros optamos por contar toda la verdad, pero te aseguro que esto provoca tal ansiedad en casa».

Luego está el tema económico, una adopción internacional puede suponer un mínimo de 30.000 euros. Además, debes asegurar que su situación laboral es estable de cara al futuro. «El tema económico es muy agobiante», confiesa.

Bulgaria

Todo para conseguir el ansiado 'certificado de idoneidad', un documento indispensable que, en el caso de Marifé, de poco les valió cuando tras casi dos años de trámites para adoptar a un niño de Bulgaria, el país decidió cerrar las adopciones de forma temporal. Ante ese trance, la pareja de Almendralejo ha tenido que iniciar este verano de nuevo los trámites de adopción, incluido ese certificado, con un nuevo país, Vietnam.

«Piensa que el problema no es sólo que los trámites sean largos y muchos los documentos que tenemos que aportar, sino que además, cada tres meses, por ejemplo, cumple el certificado de penales, con lo que tienes que volver a renovarlo», relata la pareja.

Algo parecido les ha ocurrido. Han tenido que comenzar casi desde cero porque los requisitos que les imponen a los padres para la adopción en cada país cambian. Vuelta a certificar documentos que deben ser firmados por dos notarios y traducidos al idioma del país de origen del niño.

«Te sientes muy solo. Para la administración sólo eres un número y eres tú la que tienes que realizar todos los trámites. Yo no me considero torpe, pero en estos casos, ves que es muy complicado para cualquiera», cuenta Marifé.

Porque una vez cumplidos los trámites con la administración, llega el momento de tratar con una agencia, empresas privadas que tramitan los permisos de adopción en cada lugar de origen de los niños. Son necesarias para la adopción internacional, pero suponen muchos gastos a los futuros padres, que se vuelven locos con los trámites.

A ellos hay que sumarle la complicación del viaje a por su hijo, que para muchos resulta la prueba más complicada, porque requiere de una estancia de varias días o semanas en un país siempre desconocido.

«A veces resulta una frustración», confiesa, aunque «yo sin ti no me quedo», sentencia esta mujer que lucha por formar su propia familia.

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