Borrar
¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Manifestación en junio de 1996 en La Garrovilla por el cierre de la azucarera de la empresa Ebro. :: Brígido
La segunda oportunidad para la remolacha azucarera

La segunda oportunidad para la remolacha azucarera

A la posible llegada de una planta de tratamiento en Mérida se une la liberalización comercial del mercado europeo

Antonio Gilgado

Badajoz

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 21 de septiembre 2017

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Lo de la azucarera de Méridatodavía no está decidido. El grupo empresarial de Emiratos Árabes Unidos que promueve el proyecto baraja varias opciones y una de ellas es el polígono Expacio Mérida, donde tienen espacio de sobra para poner en funcionamiento una instalación dedicada a la fabricación de azúcar a partir del procesado de la remolacha.

Más allá de las mareantes cifras de la operación -400 millones de euros de inversión 200 empleos directos y 54 hectáreas de terreno-, desde el punto de vista agrícola se abre también una venta hasta ahora cerrada.

De instalarse finalmente en Mérida, Extremadura contaría con una industria capaz de transformar hasta 5,4 millones de toneladas de remolacha al año para sacar al mercado 864.000 toneladas de azúcar blanca.

«Es clave que se fijen contratos cerrados de precios para saber si interesa o no»

juan metidieri, asaja

«Es importante también porque facilita la rotación con el maíz o el tomate»

lorenzo ramos, upa

Con estas cifras, no extrañan las expectativas que se han abierto de nuevo en el campo extremeño para reintroducir de nuevo un cultivo que empezó a plantarse a finales de los sesenta en las Vegas Bajas y tuvo su auge en los ochenta. Entre pueblos como La Garrovilla, Montijo, Mérida, Puebla de la Calzada o Villagonzalo se llegó a plantar más de seis mil hectáreas.

El auge hizo que la multinacional Ebro Agrícola instalara una planta en La Garrovilla que llegó a emplear a casi trescientas personas en las recogidas de verano.

Se veía como un colchón atractivo al tomate y el maíz. La remolacha es una de las variedades más tempranas y no necesita tanta agua, por lo que tiene un coste de producción asequible. En esa época, a los agricultores extremeños les pagaban 8,25 pesetas/kilo.

Los problemas vinieron cuando la UE fijó unos cupos de producción por país, lo de que dejó a los agricultores en manos de las industrias a las que se les asignaban esos cupos.

Ebro se llevó en 1997 su planta de moldura de La Garrovilla a Sevilla y poco a poco los agricultores fueron abandonando el cultivo porque pagar el transporte hasta Sevilla ya no era rentable.

Ahora, la situación puede revertirse. Si hay una planta cercana, puede también que algunos agricultores se animen a volver al cultivo. El fenómeno del tomate con las plantas de Miajadas podría exportarse al azúcar.

Para entender el poder de atracción de la industria sobre el sector basta hacer memoria y recordar la influencia que tuvo la planta de Ebro Agrícola de la Garrovilla.

La planta cerró en el año 1998 y en su última campaña en la región compró 117.000 toneladas a agricultores de la comarca. Ese último año funcionó a medio gas. Aunque en sus mejores campañas empleaba a trescientas personas.

Cupos

Otro factor a tener en cuenta es la liberalización del mercado europeo. El sistema de cupos se acaba a finales de septiembre y las industrias no tendrán que comprar según los que le marque la UE. España, por ejemplo, tiene para esta última edición 498.480,2 toneladas de azúcar repartidas entre dos empresas, AB Azucarera Iberia, S.L y la cooperativa vallisoletana ACOR.

La liberalización se ve como una oportunidad, pero también entraña sus amenazas.

Los agricultores franceses y alemanes pueden producir con costes inferiores porque su coste energético es menor y necesitan menos horas de riego. La alternativa pasa por implantar explotaciones de riego con energías renovables.

Las expectativas, por tanto, van también acompañadas de mucha cautela. A la cautela, precisamente, apela Lorenzo Ramos. El hoy máximo representante nacional de UPA fue uno de los que en su día más crítico se mostró con el cierre de la planta de La Garrovilla. Los cupos, explica, permitieron la concentración industrial. De ahí que tan solo haya en estos momentos remolacha en Cádiz y Castilla y León. «Yo conozco a gente que planta y vende para la cooperativa Acor de Valladolid y están muy contentos. Ya sabemos que los precios están sin margen en todos los sectores, pero en este caso lo importante es que el agricultor va a tener una alternativa más». Si un año el tomate no tiene precio, se puede combinar con la remolacha. Esa rotación además ayuda a las subvenciones europeas que exigen que una misma hectárea tenga tres cultivos distintos. «Es una alternativa que conocemos y que puede plantarse en la misma hectárea que el maíz o el tomate. El agricultor lo único que necesita es el precio para saber si le interesa o no».

Ramos además se muestra muy crítico con las quejas de los agricultores al proyecto. «No tiene ningún sentido, azucareras hay por toda España, la de Valladolid, por ejemplo, estaba dentro de la ciudad y se cambió por operatividad de los camiones, pero no había rechazo de la sociedad. Al revés, Acor tiene mucha implantación».

Juan Metidieri, de Asaja, también habla con cautela del cambio. En su opinión la planta, de instalarse en Mérida, ejercerá de imán porque a los propios productores les interesará tener a suministradores cercanos. «La clave es que haya contratos cerrados y que el agricultor sepa a cuánto va a vender, para decidir si le interesa o no». La diversificación, coinciden tanto Ramos como Metidieri, minimiza los riesgos en el campo. «Yo mismo plantaba en su día remolacha, maíz o tomate en una misma parcela. No es lo mismo tres alternativas que dos», sentencia Ramos.

A la liberalización tampoco hay mucho miedo, al menos a priori. En los años noventa la remolacha se regaba con aspersión o por inundación, técnicas ya en desuso en estos momentos. «Los riegos por goteo son una inversión que a largo plazo resultan muy competitivos, en el campo todos hemos aprendido a ser competitivos y hoy cualquier instalación está con sistemas de riegos muy medidos que te controlan las plagas y el consumo de agua».

Con todas estas piezas sobre el tablero -proyecto empresarial, liberalización y rotación para ayudas europeas- el tiempo dirá si finalmente llega la segunda oportunidad para la remolacha en las Vegas Bajas del Guadiana.

En el campo -coinciden Ramos y Metidieri- no quieren más cuentos de la lechera. Por eso prefieren ver cómo se van sucediendo los acontecimientos.

La empresa de Emiratos todavía no ha decidido su emplazamiento, aunque tanto la Junta como el propio Ayuntamiento de Mérida le agasajan reduciendo el tiempo para los permisos ambientales y eximiéndole del 95% de los impuestos municipales.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios