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Hacia una PAC en conserva

Es previsible que la salida del Reino Unido de la UE reduzca la disponibilidad neta de recursos y la primera política que se verá afectada será la agrícola común, al tener que ser negociada en el mismo periodo de desenganche con nuestro exsocio

JUAN QUINTANA

Lunes, 2 de octubre 2017, 08:36

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Los debates sobre la Reforma de la Política Agraria Común (PAC) siempre son largos y controvertidos. En este caso, hay una nueva variable que ha distorsionado completamente el escenario, e incluso, las reglas de juego; es el 'brexit'. Nos encontramos en el arranque de una reforma que debería entrar en vigor en 2020. Pero, ¿tiene sentido cambiar la PAC cuando todavía no sabemos cómo va a afectar la salida del Reino Unido a los presupuestos europeos? Parece que cada vez hay más consenso en que no.

El Partido Popular Europeo ha sido el primero en expresar la necesidad de cerrar definitivamente el 'brexit' antes de avanzar en una reforma de esta política común. Recomiendan un aplazamiento de cuatro años, lo que dada la complejidad del proceso de negociación y modificación de todo el marco regulatorio, parece lo más sensato. Por otro lado, la última adhesión a la Unión Europea (UE) fue en 2013, con la incorporación de Croacia. Desde entonces no se ha producido ningún cambio sustancial que obligue a mantener un plan de reforma que, a día de hoy, no tiene un adecuado marco de referencia. Sin embargo, otros eurodiputados apuestan por lo contrario, y plantean una reforma rápida e innovadora. El debate está servido.

Uno de los aspectos clave es el presupuesto. Es previsible que la desaparición del Reino Unido reduzca la disponibilidad neta de recursos. En este contexto de recursos más escasos, la primera política que se verá afectada será la PAC, al tener que ser negociada en el mismo periodo de desenganche con nuestro exsocio. Otro factor no menor es que el gasto en esta política todavía representa el 35% del presupuesto comunitario, aunque mantenga una tendencia descendente. La tentación de darle un gran tajo va a ser demasiado grande, sobre todo para varios gobiernos a los que no les es tan indispensable. Sin embargo, mantener un 'statu quo' hasta 2024 permitiría disponer de cierta estabilidad presupuestaria y de tiempo suficiente para realizar los reajustes que, con mucha probabilidad, será necesario acometer.

También hay que considerar que la situación geopolítica mundial está forzando a la UE a aumentar el gasto público en defensa, en ciberseguridad o en políticas de inmigración, entre otras.

Pero no solo es una cuestión presupuestaria. Este nuevo enfoque restrictivo podría dar alas a los defensores de la cofinanciación nacional. Una alternativa de alto riesgo, detrás de la cual se esconde un movimiento por la renacionalización de la PAC. Por otro lado, con la salida de un importante socio como es el Reino Unido, los equilibrios en las negociaciones se van a de mover, y el juego de las alianzas es muy posible que varíe.

Con todo este magma económico, político y social, otra solución, más allá del reparto de un presupuesto escaso, sería incrementarlo. Un planteamiento que ya se ha podido escuchar a algún eurodiputado, paradójicamente de la línea más liberal, ya que esta potencial ampliación pasaría por el aumento de la carga impositiva, en particular, al consumidor. No parece que la situación actual y las dudas que se ciernen en algunos países sobre el futuro de la UE, permitan plantearse esta cuestión.

En relación con otros temas transnacionales, la Comisión ha manifestado su interés en acelerar las negociaciones de los acuerdos pendientes. El de Mercosur es clave para el sector, dado el enorme potencial productor de las grandes potencias agrarias de Suramérica. Le decisión de incluir al sector del vacuno de carne en dichas negociaciones ha hecho saltar todas las alertas a los productores europeos y nacionales, que ven cada vez más cerca la posibilidad de un continente sin aranceles para la carne de estos países, tal como los negociadores del otro lado de la mesa reclamaron desde el principio.

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