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AYUDAS PAC PARA CASI TODOS

El que un agricultor, grande o pequeño, reciba este apoyo es un derecho, pero también una obligación profesional y de responsabilidad empresarial. De no ser así, sufriría un importante agravio competitivo; tanto, que en muchos casos su empresa tendría que cerrar

ANÁLISIS AGRARIO JUAN QUINTANA

Lunes, 22 de septiembre 2014, 09:42

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En estos últimos días ha vuelto a saltar a la palestra el manido tema de las ayudas de la política agraria común (PAC). Esta vez, el foco se ha puesto en el exministro Cañete, en un intento de buscar nuevos recovecos éticos que afecten a unos u otros políticos. Le ha tocado a él, pero en otros momentos han sido otras familias de renombre o fortuna las que se han visto afectadas. No viene mal, ya que permite que, de forma recurrente, se pueda explicar el sentido de las ayudas PAC y de cómo funcionan.

Es cierto que a priori puede sonar mal que determinadas personalidades reciban ayudas públicas, lo que en ningún caso quiere decir que estén haciendo algo reprochable, y menos todavía, ilícito. Para empezar, porque son ayudas no competitivas ni concurrentes; es decir, los perceptores de las ayudas PAC son todas aquellas empresas agrarias, grandes o pequeñas, que cumplen una serie de requisitos, y éstas se conceden bajo los mismos criterios. No se trata de subvenciones para inversiones, sino de ayudas anuales para la explotación. Son percepciones que recibe cada año el titular de explotación en función de lo que cultive o crie, para compensar las fuertes cargas que tiene el sector agrario europeo y que le dificulta competir con otros espacios económicos, más protegidos o con muchas menos exigencias sociales, medioambientales, de bienestar animal, etc. Además, se protege la autosuficiencia en un sector tan estratégico como el alimentario. Son ayudas que se perciben cada año para minorar los costes de explotación y por tanto, más altas o más bajas en función de la superficie o del número de animales de la explotación.

Para entenderlo mejor, la filosofía de las ayudas PAC se parece más a una desgravación por la hipoteca de una nueva vivienda, a las bonificaciones por familia numerosa, etc, que a unas subvenciones a fondo perdido por invertir. De otra manera, ¿tendría que dimitir el ministro de hacienda porque alguien de su familia tenga bonificaciones como autónomo, el de asuntos sociales por tener subvenciones por familia numerosa, o el de fomento porque en su familia alguien desgrave su hipoteca? Puede gustar más o menos que un ministro o un gran empresario se beneficie de ayudas públicas como cualquier ciudadano, pero nada más. En este caso, es todavía más inocuo, porque las ayudas PAC no las decide el Ministro de Agricultura ni nadie del gobierno español, sino que son aprobadas por la Comisión Europea para toda la Unión Europea.

El que un agricultor, grande o pequeño, reciba una ayuda de la PAC es un derecho, pero también una obligación profesional y de responsabilidad empresarial. De no ser así, sufriría un importante agravio competitivo; tanto, que en muchos casos su empresa tendría que cerrar.

Pero hay más, si no se permitiera que nadie del entorno de los gestores de ayudas fuera beneficiario, entonces el gobierno español, el regional, también el del resto de los europeos, y por supuesto su estructura funcionarial, quedarían en cuadro. En esta profesión agronómica, gran parte de los profesionales que en ella trabajan, tienen relación familiar directa con el agro.

Ahora bien, no es fácil explicar que grandes fortunas y grandes empresarios perciban altas subvenciones, a pesar de que sean las que les corresponden. En este sentido, la Comisión ha respondido a este malestar social y en la última reforma de la PAC aprobó techos de ayuda por beneficiario, independientemente de la dimensión de la explotación.

En definitiva, las ayudas PAC han sido y deben ser percibidas por todos los que tengan derecho a ellas, con independencia de su posición política, social o económica, dentro del marco regulado por Bruselas.

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